Ahora que ha ca¨ªdo Baguz, ?qu¨¦?
Si persisten los motivos que lo crearon, no hay duda de que, con un disfraz u otro, el califato pervivir¨¢
Hace varias semanas que se contaba con la ca¨ªda de Baguz, el ¨²ltimo enclave, m¨¢s bien un poblacho, en poder del Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s), al este de Siria. Las milicias kurdas y ¨¢rabes que integran las Fuerzas de la Siria Democr¨¢tica (FSD) han dosificado la toma de este escaso kil¨®metro cuadrado a sabiendas de que el plan para el d¨ªa despu¨¦s quiz¨¢ sea peor que la guerra misma, porque no lo hay.
Las FSD han ido evacuando a mujeres, ni?os y ancianos, tanto afines como rehenes del ISIS, y los han conducido a campos de internamiento casi a la intemperie, a la espera de no se sabe bien qu¨¦, pues los pa¨ªses de los que procede el grueso de estos cautivos colaterales (Francia, Reino Unido, B¨¦lgica o T¨²nez) preferir¨ªan no saber nada de ellos. Solo Irak y Marruecos parecen haber extra¨ªdo las lecciones pertinentes para su seguridad y est¨¢n repatriando a sus connacionales del califato, a los que espera la boca de lobo de su sistema judicial y carcelario. Pero ahora que ha ca¨ªdo Baguz, ?qu¨¦? Porque el Estado Isl¨¢mico fue una consecuencia de la descomposici¨®n regional, no su causa.
Para pensar el futuro habr¨ªa que volver a los motivos, estructurales y no coyunturales, que hicieron posible la creaci¨®n de un califato, por muy quim¨¦rico que fuera, sobre un territorio equivalente al del Reino Unido. Hay que decirlo: el califato del Estado Isl¨¢mico es hijo del despotismo de los reg¨ªmenes ¨¢rabes que, con la connivencia de Occidente, aplastaron las revueltas populares de 2011. Apoyados en la represi¨®n militarizada y la intervenci¨®n extranjera, los viejos y nuevos tiranos de Irak, Egipto, Yemen, Siria, Bahr¨¦in y Libia se emplearon a fondo contra cualquier demanda democr¨¢tica de unos pueblos previamente desestructurados en lo econ¨®mico y lo social. El califa Abubaker Al Bagdadi tocaba esta fibra al inaugurar, en junio de 2014, el califato desde la mezquita mayor de Mosul: ¡°?Oh musulmanes de todos los lugares! Alegraos y confiad, levantad bien alto la cabeza, pues hoy ten¨¦is, por gracia de Dios, un Estado y un califato que os restituyen la dignidad y la autoestima, que os devuelven vuestros derechos y soberan¨ªa¡±.
Si persisten los motivos que lo crearon, no hay duda de que, con un disfraz u otro, el califato pervivir¨¢. Hace unos d¨ªas, una mujer del ISIS evacuada de Baguz le espetaba en un perfecto ingl¨¦s a un periodista: ¡°?All¨ª donde haya un miembro del Estado Isl¨¢mico, habr¨¢ califato!¡±. Palabras en las que resuena el conocido dicho ¡°all¨ª donde hay un musulm¨¢n, hay una mezquita¡±. La l¨®gica califal no la destruir¨¢n solo las armas. Y menos a¨²n si los Gobiernos occidentales carecen de visi¨®n pol¨ªtica para repatriar y juzgar debidamente a los j¨®venes que ¡°emigraron¡± al califato, y los deshumanizan hasta el punto de retirarles la ciudadan¨ªa o abandonar a los ni?os a su suerte.
Con Estados Unidos decidido a dar esquinazo a sus aliados de las FSD ahora que la misi¨®n m¨¢s vistosa est¨¢ cumplida, con Rusia y Turqu¨ªa buscando una entente que respete sus respectivos intereses en la regi¨®n?¡ªmantener el r¨¦gimen de Asad para los primeros, desmantelar la capacidad operativa kurda para los segundos¡ª, con la ONU ausente y las monarqu¨ªas del Golfo a la gresca, el d¨ªa despu¨¦s del califato se presta al mercadeo. Lo cual no es del todo lo mismo que su derrota.
Luz G¨®mez es profesora titular de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos de la Universidad Aut¨®noma de Madrid; su ¨²ltimo libro es Entre la shar¨ªa y la yihad. Una historia intelectual del islamismo (Catarata, 2018).
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