La Minga del Sur
Las reclamaciones ancestrales reaparecen cada a?o a manera de protestas y los Gobiernos, todos, responden de la misma manera

Si algo saben es resistir. Si en algo creen es en su poder interior. Y tambi¨¦n en sus v¨ªas de hecho, porque con ellas han hecho sentar y negociar a todos los gobiernos, sin excepci¨®n, desde 1986. Y si en algo se est¨¢n equivocando es precisamente en abusar de la Minga y entrar en el desgastante pulso institucional para el desbloqueo en las principales v¨ªas del suroccidente colombiano, la v¨ªa Panamericana entre Cali y Pasto, dejando sin conectividad terrestre a m¨¢s de 5 departamentos, p¨¦rdidas que aumentan cada d¨ªa.
Y sin embargo sus reclamaciones deben ser atendidas. Y de manera diferente. La Minga bloquea. El Gobierno de turno firma un acuerdo en torno a sus reclamaciones despu¨¦s de d¨ªas de gases lacrim¨®genos y el sonido del bast¨®n de mando, el arma m¨¢s potente contra el asfalto. A los siguientes meses, un porcentaje de los acuerdos se incumple, y vuelve y juega el mismo c¨ªrculo.
Pero ahora hay una situaci¨®n distinta: el proceso de paz con las FARC implicaba unos acuerdos fundamentales para esos territorios sembrados de coca y corredores estrat¨¦gicos para la violencia del narcotr¨¢fico. A¨²n se los estamos debiendo. Esta es la historia de un Estado que debe y una sociedad acreedora. Y cu¨¢ndo al que se le debe es a un ind¨ªgena, la ecuaci¨®n es a otro precio incluido el moral, ese que no se compra y solo se paga con la tierra y los derechos.
Un an¨¢lisis de Camilo Gonz¨¢lez Posso plantea realidades que explican lo que ocurre en el Cauca, uno de los territorios que ha cobijado hist¨®ricamente a los ind¨ªgenas de diversas etnias. Las cifras tienen que ver con las m¨¢s de 7 mil hect¨¢reas de marihuana sembrada, la utilizaci¨®n de los corredores por Ecuador y Buenaventura para sacar la coca de la creciente resiembra de cultivos il¨ªcitos en una desgraciada retoma de la zona del Pac¨ªfico por parte de disidencias de las FARC, la guerrilla del ELN, delincuentes comunes y narcotraficantes que no quieren perder las rentas ilegales, incluyendo las de la miner¨ªa de oro.
Y como si fuera poco, est¨¢n los muertos, los l¨ªderes sociales asesinados y las amenazas a todo aquel que apueste por una econom¨ªa legal, por la sustituci¨®n de cultivos y proyectos productivos.
Las reclamaciones ancestrales reaparecen cada a?o a manera de protestas y los Gobiernos, todos, responden de la misma manera, militarizando, enviando a los delegados de los ministerios involucrados y la Minga se radicaliza. Bien valdr¨ªa la pena que los ind¨ªgenas, ahora ya de varios departamentos y no solo del Cauca, aceptaran la propuesta de un cap¨ªtulo real y cumplible en el Plan de Desarrollo. Y que el gobierno reconozca que no puede convertir sus territorios en cementerios de la diversidad explotando para multinacionales; y que los cambios en el mecanismo de consultas previas les amenaza el ¨²nico instrumento con el que al menos retrasan las decisiones que pueden afectar a sus comunidades.
La Minga no se desvirt¨²a por decir que es pol¨ªtica, y que est¨¢n haciendo oposici¨®n. Todo es pol¨ªtica o acaso ?qu¨¦ hacen los gobiernos? Claro que es pol¨ªtica, en buena hora lo es. L¨¢stima que se mezcle con bloqueos y estos afecten los derechos de los otros. Y claro que est¨¢n infiltrados por los delincuentes que quieren mantener el estado de las cosas para que el tr¨¢fico de drogas contin¨²e. Pero nada de eso significa que la protesta no sea leg¨ªtima.
Recuerdo que el exministro y experto negociador Jos¨¦ No¨¦ R¨ªos siempre que ocurren estas situaciones pide entender que la Minga es un evento ancestral. Que se celebra cada a?o el 12 de octubre para conmemorar el descubrimiento de Am¨¦rica, donde ubican el despojo de sus tierras y el exterminio, pero que desde 1991 esas mingas son reivindicativas de sus derechos. Y sus peticiones son las mismas: sus tierras, la ampliaci¨®n de los resguardos ind¨ªgenas y la administraci¨®n de justicia y ahora otros temas descalificados como pol¨ªticos, como el fracking y la JEP, pero es que son precisamente los que afectan su tierra y la construcci¨®n de un futuro en paz.
Es necesario hacer uso del decreto que dej¨® el gobierno pasado que permite una mesa permanente para llegar a acuerdos cumplibles. No cerrar la mesa y que eso implique el compromiso de no bloquear la V¨ªa Panamericana. Para monitorearlo existe el Cedisco, el centro del di¨¢logo social y soluci¨®n de conflictos de Colombia en el que podr¨ªan apoyarse. Pero ya. Cada d¨ªa es una amenaza para una vida. Son miles de millones en p¨¦rdidas y un pulso que siempre pierden los Gobiernos.
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