Venezuela y la transici¨®n: un destino incierto
Es imposible llegar a unas elecciones justas y libres sin una transici¨®n pol¨ªtica con plenas garant¨ªas democr¨¢ticas para todos
Venezuela es v¨ªctima de una tragedia econ¨®mica como la que escasos pa¨ªses han vivido en el mundo entero, pero dentro de poco, va a experimentar un completo deslave humanitario. Una cosa es habitar en un pa¨ªs que padece la peor hiperinflaci¨®n en la historia latinoamericana contempor¨¢nea, pero otra muy diferente es que esa misma poblaci¨®n ahora tenga que sufrir simult¨¢neamente el descalabro de servicios p¨²blicos b¨¢sicos como electricidad, agua y transporte.
Durante los ¨²ltimos cinco a?os, Venezuela ha vivido la destrucci¨®n de la mitad de su econom¨ªa. En lo que queda de este a?o, como resultado de un terco esfuerzo antidemocr¨¢tico por parte de un r¨¦gimen que busca aferrarse al poder a cualquier costo social ¡ªy bloquear as¨ª el cambio pol¨ªtico que demanda pac¨ªficamente m¨¢s del 82% de la naci¨®n¡ª, la econom¨ªa puede perder casi una tercera parte adicional de su ya d¨¦bil actividad restante.
El declive de la otrora orgullosa industria petrolera es pasmoso. Como resultado de la incompetencia gerencial, la corrupci¨®n, la falta de inversi¨®n, unas duras sanciones impuestas por Estados Unidos y el deterioro de la infraestructura el¨¦ctrica, una mermada producci¨®n de crudo que apenas rasgu?aba m¨¢s de 1,2 millones de barriles diarios para finales del 2018, se encuentra en estos momentos por debajo de los 800.000 barriles diarios. Hoy M¨¦xico y Colombia producen m¨¢s petr¨®leo que Venezuela, que hace dos d¨¦cadas atr¨¢s, era uno de los principales competidores de Arabia Saud¨ª. En diciembre pasado, seg¨²n estudios de varias universidades nacionales, m¨¢s del 60% de la poblaci¨®n viv¨ªa en condiciones de pobreza extrema; pero en el pr¨®ximo semestre estas mismas cifras pueden sobrepasar f¨¢cilmente el 75% de la poblaci¨®n. Este colapso ha convertido a Venezuela en una naci¨®n en fuga, en el que se han marchado m¨¢s de 3,5 millones de personas; pero en cuesti¨®n de semanas la presi¨®n migratoria sobre Colombia, Brasil y el Caribe entrar¨¢ inevitablemente en una espiral a¨²n m¨¢s dolorosa.
Cualquier sistema pol¨ªtico, indistintamente de su naturaleza, crujir¨ªa frente a un desastre socioecon¨®mico de esta magnitud.
El r¨¦gimen de Maduro ha logrado plantarse reprimiendo, bloqueando la realizaci¨®n de un refer¨¦ndum revocatorio, declarando en desacato al poder legislativo, extendiendo falsas negociaciones, ilegalizando partidos pol¨ªticos, violando la Constituci¨®n para convocar ¨ªrritamente una Constituyente y tambi¨¦n manipulando las instituciones para inhabilitar candidatos y simular eventos electorales, entre ellas, los comicios presidenciales. La ¨²ltima ola de protestas que se inici¨® el 10 de enero de 2019, liderada por Juan Guaid¨® como presidente de la Asamblea Nacional, fecha en la que Maduro pretend¨ªa dar inicio a un segundo periodo constitucional sin contar con la necesaria legitimidad de origen, es sin duda el esfuerzo de mayor escala por precipitar una transici¨®n pol¨ªtica en el pa¨ªs.
Tres meses m¨¢s tarde ¡ªa pesar que a Juan Guaid¨® lo han llegado a reconocer como presidente encargado m¨¢s de 60 pa¨ªses del planeta y cuenta con niveles de popularidad de m¨¢s del 61%¡ª, Maduro contin¨²a en el palacio presidencial de Miraflores con apenas 14 puntos de aprobaci¨®n. De modo que la ¨²nica pregunta relevante para el caso venezolano es: ?por qu¨¦ no se termina de iniciar un proceso de transici¨®n democr¨¢tica para restaurar la Constituci¨®n?
Venezuela en muchos sentidos apunta a la vanguardia de los nuevos tipos de autoritarismo globales que han probado ser extremadamente resistentes. Estos reg¨ªmenes de nuevo cu?o est¨¢n construidos sobre dos pilares fundamentales: partido hegem¨®nico y control militar. Esta combinaci¨®n hace que estos sistemas sean mucho m¨¢s inmunes a las crisis econ¨®micas y sociales. Son mucho m¨¢s complejos de desmontar. El tema electoral es manipulado desde el plano partidista a trav¨¦s de un dise?o hegem¨®nico apoyado sobre el control institucional del Estado; y tambi¨¦n del condicionamiento social del voto por medio del uso a gran escala del clientelismo pol¨ªtico y la corrupci¨®n. No obstante, cuando la manipulaci¨®n institucional de ese rostro electoral falla, estos sistemas tambi¨¦n tienen una alta capacidad de represi¨®n tanto formal como para-estatal. En funci¨®n de estas diferencias, las transiciones se vuelven m¨¢s complejas que aquellas en sistemas estrictamente dictatoriales como las que vivieron los chilenos, argentinos o brasile?os en el siglo pasado. Es mejor mirar a Egipto, Zimbabue, Argelia, Nicaragua, Rusia y Turqu¨ªa, pa¨ªses con algunos de los cuales Caracas ha establecido potentes alianzas, entre las que tambi¨¦n destacan sistemas totalitarios m¨¢s antiguos como China, Ir¨¢n y Cuba. Los cr¨ªticos que le exigen rapidez a la oposici¨®n venezolana en el desmantelamiento de este entramado no pueden obviar esta realidad. Es un gran error caer en la trampa de la exigencia del tiempo (si no es r¨¢pido no funciona) y aceptar m¨¢s bien que las rutas para lograr la transici¨®n pueden ser muy variadas; pero que dadas esas restricciones el proceso tiene ineludiblemente que incorporar a los principales factores internos de un sistema que es inherentemente inercial y resistente.
Aun as¨ª, ?por qu¨¦ no se ha iniciado la transici¨®n democr¨¢tica? Las razones no tienen que ver con la falta de condiciones objetivas econ¨®micas ni sociales y mucho menos por la ausencia de suficientes presiones internacionales ni populares: la causa quiz¨¢ estribe en que todav¨ªa no hay una alternativa transicional que sea lo suficientemente apetecible para aquellos factores internos que la puedan precipitar. A¨²n no existe en el caso venezolano una oferta p¨²blica que sea altamente atractiva para todos los actores relevantes que sostienen a la coalici¨®n dominante en el poder, incluyendo a los militares, que los induzca a aceptar los beneficios de un cambio pol¨ªtico. Esa oferta p¨²blica, que debe ser el principal trabajo pol¨ªtico de la Asamblea Nacional, tiene que cubrir una oferta institucional en lo militar (la amnist¨ªa es insuficiente), en lo transicional (no solo jur¨ªdico sino sobre todo en lo pol¨ªtico para que sea lo suficientemente inclusivo y que impida que haya una cacer¨ªa de brujas) y tambi¨¦n electoral (que blinde la ruta comicial y le garantice espacios a los chavistas para que no sean barridos). Es indudable que su implementaci¨®n no depende de la Asamblea Nacional, y mucho menos de Guaid¨®, pero para hacerla cre¨ªble ¡ªy para hacerla menos incierta¡ª, es necesario dibujarla.
En esa implementaci¨®n, los militares van a actuar corporativamente pues controlan el sector petrolero, minero y alimentario adem¨¢s de todo el comercio ilegal. Sus rentas pueden f¨¢cilmente representar m¨¢s del 10% del PIB. Es ilusorio pensar que los militares simplemente se van a quebrar internamente a trav¨¦s de un golpe de estado para favorecer a la oposici¨®n o inmolarse por la revoluci¨®n sin proteger primero colegiadamente sus intereses. Tambi¨¦n es ilusorio que los militares vayan a apoyar incondicionalmente a Maduro pues su supervivencia corporativa tambi¨¦n podr¨ªa estar en juego ante la magnitud del colapso econ¨®mico y social. Hasta ahora los militares no han actuado como a la oposici¨®n le hubiese gustado pero tampoco han hecho todo lo que a Maduro le hubiese servido. Si act¨²an muy r¨¢pido le podr¨ªan dar demasiado poder a unos grupos en los que desconf¨ªan y, si act¨²an muy tarde, la anarqu¨ªa que supone el creciente poder de grupos irregulares sobre el territorio as¨ª como el deterioro de la infraestructura, podr¨ªa terminar de arroparlos.
La estrategia de Maduro es resistir en el poder. Hasta ahora ha mostrado disposici¨®n y capacidad para hacerlo. Act¨²a como un t¨ªpico revolucionario latinoamericano. Sin embargo, en este momento Maduro a¨²n si sobrevive no garantiza gobernabilidad, ni acceso a financiamiento para estabilizar la econom¨ªa, ni capacidad para atender la crisis de servicios b¨¢sicos y mucho menos la posibilidad de convencer a los Estados Unidos que remuevan las sanciones internacionales. Estas limitaciones son un problema muy serio tanto para los militares, que se mantienen leales pero muy inquietos ante un futuro que promete un desmembramiento del orden estatal y una disminuci¨®n exponencial de sus rentas, como para los mismos chavistas, que aun siendo la principal minor¨ªa pol¨ªtica del pa¨ªs, ven la transformaci¨®n de su proyecto en una simple apuesta a ciegas por el poder. Es por ello que el proceso de cambio pol¨ªtico, a¨²n si se retrasa, es irreversible. El r¨¦gimen dif¨ªcilmente pueda volver a donde estaba hace meses atr¨¢s, mucho menos ahora con la profundizaci¨®n de la crisis el¨¦ctrica y los problemas de suministro de agua en todo el territorio nacional.
Por otro lado, Guaid¨® es un fen¨®meno pol¨ªtico de masas, lo cual es sorprendente tanto por lo vertiginoso como por los pocos medios independientes existentes; la Asamblea Nacional est¨¢ fortalecida y reconocida internacionalmente como la ¨²nica instituci¨®n leg¨ªtima por lo que cualquier salida pasa por ella; y a pesar de la migraci¨®n y de las penurias econ¨®micas, la gente se mantiene movilizada ante una demanda de cambio que es pr¨¢cticamente infinita. Estas fortalezas no las tiene la oposici¨®n democr¨¢tica ni en Egipto ni en Turqu¨ªa ni en Rusia. Tampoco en Nicaragua.
Transcurridos tres meses desde los eventos posteriores al 10 de enero de 2019, cada vez resulta m¨¢s claro que lo ¨²nico que puede estabilizar y relanzar a Venezuela son unas elecciones justas y libres. No hay otra salida. Pero es pr¨¢cticamente imposible llegar a ese objetivo sin una negociaci¨®n que genere una transici¨®n pol¨ªtica con plenas garant¨ªas democr¨¢ticas para todos, incluyendo incluso a aquellos que controlan el poder. En Venezuela, ya no hay rutas expr¨¦s para producir esa transici¨®n porque no hay imposiciones unilaterales. De modo que la transici¨®n no es posible decretarla, sino que es necesario acordarla pol¨ªticamente a trav¨¦s de mecanismos de negociaci¨®n que muy probablemente sean secretos. Cualquier otra opci¨®n, que no sea concertar pol¨ªticamente un cambio radical del modelo existente, es condenar al pa¨ªs a la profundizaci¨®n de un mayor caos econ¨®mico y social, lo cual va a conllevar a repercusiones migratorias a¨²n m¨¢s grandes en el resto de Am¨¦rica Latina. Las distintas fuerzas del pa¨ªs, por m¨¢s que desconf¨ªen el uno del otro, no tienen ninguna otra posibilidad sino comenzar a cooperar para producir un escenario de este tipo. Tan solo de esta manera, Venezuela puede llegar a superar la miseria y la oscuridad en la que se encuentra tristemente sumergida. La transici¨®n est¨¢ cerca pero requiere de mucha astucia y olfato pol¨ªtico para ser construida.
Michael Penfold es profesor titular del IESA e investigador global del Wilson Center.
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