El curioso destino del ¡°rey de la carne¡±
Alberto Samid no era detenido porque en Argentina gente como ¨¦l pod¨ªa ser investigada, pero nunca terminaba entre rejas. Las causas en su contra se demoraban eternamente
Argentina est¨¢ convulsionada en estos d¨ªas por un hecho ciertamente curioso y que refleja mucho de c¨®mo est¨¢ el pa¨ªs: han detenido al rey de la carne.
Cuando un corresponsal llega a Buenos Aires, suele recorrer ciertos lugares comunes: la pasi¨®n por Maradona, ese h¨¦roe fallido; la delirante obsesi¨®n por el d¨®lar; Per¨®n; la ambivalencia frente a Messi; el tango; el Papa Francisco, y el bife de chorizo, ese corte exquisito de carne vacuna. Dos de esos s¨ªmbolos nacionales se combinan en el personaje de la semana. Se llama Alberto Samid pero todo el mundo lo conoce como el rey de la carne. Es un hombre rico, pendenciero, muy simp¨¢tico, de esos que suelen llamar la atenci¨®n en la tele, un d¨ªa porque se trompea con un periodista y otro porque, con sus 140 kilos a cuestas, compite en un concurso de baile. Al ser trasladado por la polic¨ªa hacia la prisi¨®n, una periodista le pregunt¨® si ten¨ªa algo para decir. Ojeroso, con aspecto de boxeador en pleno combate, desafi¨® con una argentinada:
¡ª?Viva Per¨®n!
Eso es lo que ten¨ªa para decir.
En Argentina los presidentes se odian entre s¨ª. Carlos Menem odiaba a los Kirchner, que lo sucedieron y era odiado por ellos. Cristina Kirchner odia a Mauricio Macri y viceversa. Pese a los odios, Menem, los Kirchner y Macri coincidieron en algo: Samid evad¨ªa impuestos. Sus cuentas no cerraban. O no pod¨ªa justificar el origen de las vacas que sacrificaba ¡ªcon lo cual se sospechaba que era un ladr¨®n de ganado¡ª, o no pagaba el impuesto a las ganancias, o se quedaba con el dinero que le reten¨ªa en concepto de impuestos a sus trabajadores.
Pese a ello, Samid no era detenido porque en la Argentina gente como ¨¦l pod¨ªa ser procesada, investigada, pero nunca terminaba entre rejas. Las causas en su contra se demoraban eternamente en el Poder Judicial. Uno de los jueces que deb¨ªa juzgarlo renunci¨® porque no pod¨ªa justificar sus propios bienes. Pero ahora, Samid est¨¢ preso. ?Qu¨¦ cambi¨® para que ello suceda?
En principio, el hombre se pas¨® de vivo. Ten¨ªa que presentarse a un juicio y decidi¨® fugarse por un paso fronterizo ilegal a las playas caribe?as de Belice. Lo trajeron de una oreja. Pero esa es apenas la an¨¦cdota.
La segunda raz¨®n por la que cay¨® es que la pax judicial ha terminado en Argentina. En los tiempos de Mauricio Macri, es habitual que caigan presos exfuncionarios de los Kirchner, sindicalistas millonarios, jefes de hinchadas de f¨²tbol o empresarios como Samid. Macri sostiene que con su Gobierno se termin¨® la impunidad. Los afectados dicen, en cambio, que son perseguidos pol¨ªticos y claman venganza. Sea como fuere, mucha gente teme terminar entre rejas y tal vez esa percepci¨®n ¡ªun poco paranoica y un poco realista¡ª hizo que Samid cometiera el error de fugarse.
Pero hay adem¨¢s una tercera raz¨®n que explica lo sucedido. Desde que Argentina existe, hay dos ideas sobre qu¨¦ hacer con el manjar nacional: la carne a la parrilla, el asado. Una de ellas es exportarlo a altos precios. Ha sido, desde siempre, el sue?o de grandes ganaderos y poderosos frigor¨ªficos. Eso genera ganancias infinitas y una buena entrada de divisas al pa¨ªs, al costo de que el asado sea inaccesible para los sectores m¨¢s pobres. La otra idea es la que expresan carniceros como Samid. Venderla m¨¢s barata para el consumo interno, a cambio de no pagar impuestos, no ser demasiado escrupulosos con las normas sanitarias y resignar divisas: grandes fortunas, como la suya, surgieron as¨ª.
Esa disputa marc¨® la historia del pa¨ªs. En cualquier caf¨¦ de Buenos Aires se la podr¨ªa simplificar como la guerra entre una mafia demag¨®gica y una aristocracia exportadora y avara: el drama nacional se resume en esa pel¨ªcula sin buenos. Macri es de los que creen que hay que exportarla. Por eso, la carne est¨¢ car¨ªsima, se come mucho menos que hace unos a?os, y se exporta mucho m¨¢s. Y al rey de la carne se le cae, por un rato, la corona. Mientras tanto, las personas que desean el regreso al poder de Cristina Kirchner suelen argumentar: ¡°Con ella com¨ªamos asado todos los domingos¡±.
En otras palabras: ?Viva Per¨®n!
Argentina produce alimentos para 500 millones de personas. Pero hay tres millones a los que no les alcanza para alimentarse dignamente. No parece un problema dif¨ªcil de resolver. Pero cuando uno conoce a los personajes y la historia ¡ªal rey de la carne, el juez que renuncia por corrupto, los presidentes que se odian entre s¨ª, los proyectos de pa¨ªs antag¨®nicos¡ª empieza a entender los motivos de tantos fracasos.
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