La vida de Assange seg¨²n los espa?oles que lo vigilaban
De 2012 a 2017, una empresa de seguridad gaditana se ocup¨® de proteger al hu¨¦sped m¨¢s inc¨®modo del mundo en su encierro en la Embajada de Ecuador en Londres
La vida de un fontanero valenciano se cruz¨® por segunda vez con la de Julian Assange en 2016, cuando recibi¨® una llamada en la que una voz conocida le encargaba una faena especial. Ten¨ªa que viajar desde el pueblo valenciano donde viv¨ªa hasta Londres para reparar una aver¨ªa en un cuarto de ba?o. El atasco est¨¢ en el aseo del ciberactivista m¨¢s buscado del mundo, en la Embajada de Ecuador. Cuatro a?os lleva all¨ª refugiado el antiguo periodista y hacker nacido en Australia en 1971, fundador de Wikileaks, la organizaci¨®n que en 2010 hab¨ªa filtrado a medios de comunicaci¨®n un importante volumen de documentos y centenares de miles de comunicaciones internas de EE UU sobre las guerras de Irak y Afganist¨¢n.
Meses antes de refugiarse en la embajada, Assange hab¨ªa perdido un recurso para evitar ser extraditado a Suecia, que hab¨ªa cursado una orden internacional de detenci¨®n por supuestos casos de violaci¨®n y abusos sexuales. Ya en la embajada, Ecuador le concedi¨® primero el asilo y luego la nacionalidad. Pero en cuanto atraviese la puerta y pise suelo brit¨¢nico, ser¨¢ detenido. El temor a ser espiado obsesiona a Assange y a quienes lo rodean en la Embajada.
Al fontanero lo llamaron los guardias de la seguridad privada de la misi¨®n diplom¨¢tica. Necesitaban que arreglara el ba?o alguien de confianza, y a ¨¦l lo conoc¨ªan porque hab¨ªa trabajado cuatro meses y medio con ellos como vigilante, un a?o antes. Tem¨ªan que, con el pretexto de arreglar el ba?o, se les colara la inteligencia brit¨¢nica. La factura de los cuatro d¨ªas de reparaci¨®n es tan infrecuente como el encargo: unos 4.000 euros. Assange ya pod¨ªa volver a dejar correr el agua de la ducha. Lo hac¨ªa para entorpecer posibles escuchas, seg¨²n recuerdan que les cont¨® los guardias, que ocultan su nombre porque se comprometieron con su empresa a mantener la confidencialidad.
Este episodio revela hasta qu¨¦ punto un incidente cotidiano se convierte en una complicaci¨®n si afecta al hu¨¦sped m¨¢s inc¨®modo del mundo, en ese momento perseguido no solo por el Reino Unido, sino tambi¨¦n por Suecia. ¡°Hu¨¦sped¡± es el apelativo con el que se refieren a Assange los informes que redactan los vigilantes de seguridad; coloquialmente, algunos lo llaman El Juli.
?C¨®mo han llegado unos vigilantes espa?oles a trabajar en la Embajada de Ecuador en Londres? Son empleados de UC Global, una empresa de defensa y seguridad privada registrada como Undercover Global S. L. en Puerto Real (C¨¢diz). Uno de sus propietarios es David Morales, buzo e infante de Marina, que se reparte el encargo de proteger la legaci¨®n diplom¨¢tica con la empresa Blue Cell, cuyo due?o tiene buenos contactos con el Gobierno ecuatoriano que entonces presid¨ªa Rafael Correa.
Morales fichaba en su entorno a exmilitares y exescoltas, pero tambi¨¦n a personal con menor cualificaci¨®n. Les ofrec¨ªa 2.000 euros al mes m¨¢s gastos. Algunos son empleados solo unas semanas. Otros, a?os. UC Global trabaj¨® en la Embajada desde poco despu¨¦s de la llegada de Assange hasta 2017, cuando perdi¨® el favor de Ecuador al ser elegido Len¨ªn Moreno como presidente.?
¡°En la Embajada todo se llen¨® de c¨¢maras, tanto hacia dentro como hacia fuera¡±, dice Txema Guijarro, hoy diputado de Podemos y entonces asesor de la canciller¨ªa ecuatoriana (el equivalente al Ministerio de Exteriores), destinado a Londres para ayudar a gestionar el problema diplom¨¢tico que supon¨ªa tener en la legaci¨®n al fundador de Wikileaks.
Al poco de llegar el ciberactivista, "todo se llen¨® de c¨¢maras", dice Txema Guijarro, asesor de la canciller¨ªa de Ecuador
¡°Assange ten¨ªa siempre la obsesi¨®n de que esas im¨¢genes pod¨ªan ser hackeadas y de que, por tanto, les estuvi¨¦ramos haciendo el trabajo de contrainteligencia nosotros mismos a los brit¨¢nicos¡±, rememora el exasesor. Se instalan monitores, una videograbadora y un equipo aut¨®nomo de alimentaci¨®n en un cuarto de archivos. Los guardias lo bautizan ¡°la baticueva¡±, como el cuartel subterr¨¢neo de Batman. La instalaci¨®n permite, seg¨²n asegura su responsable, que la se?al audiovisual se vea en tiempo real en Quito.
De hecho, el servicio de seguridad no lo pagan ni la embajada ni el Ministerio de Exteriores ecuatoriano, sino la Senain, la Secretar¨ªa Nacional de Inteligencia, seg¨²n afirmaba el embajador ecuatoriano en un documento interno enviado a un miembro de su Gobierno al que ha tenido acceso EL PA?S. Creado por Correa en 2009, este organismo fue acusado de espiar a la oposici¨®n y termin¨® siendo desmantelado por su sucesor, Len¨ªn Moreno. Una investigaci¨®n del diario The Guardian calcul¨® en cinco millones de d¨®lares los gastos destinados a la operaci¨®n para proteger ¡ªy vigilar¡ª a Assange. Este mi¨¦rcoles, un d¨ªa antes de su arresto, Wikileaks denunci¨® el descubrimiento de lo que considera ¡°una enorme operaci¨®n de espionaje¡± a su fundador, pero uno de sus abogados, Aitor Mart¨ªnez, asegura que este espionaje se ha producido en la ¨¦poca de Len¨ªn Moreno, en la etapa en la que UC Global ya no prestaba el servicio.
Poco despu¨¦s de llegar a la embajada en 2012, Assange empieza a desconfiar y le pide al personal diplom¨¢tico que le permitan trabajar con los equipos de grabaci¨®n. Quiere averiguar qui¨¦n lo molesta de madrugada desde la calle, arrojando peque?os objetos contra los cristales de las ventanas. El permiso se le concede, pero unos d¨ªas despu¨¦s, cuando est¨¢ usando el equipo en la baticueva, el guardia de seguridad de turno se lo impide. Discuten y forcejean. Es uno de los primeros desencuentros.
Los diplom¨¢ticos ve¨ªan con recelo el ir y venir de cientos de visitas
El personal de la embajada tambi¨¦n recela de Assange. En noviembre de 2014, un agente de UC Global redacta un informe para el embajador de la ¨¦poca, Juan Falcon¨ª, en el que asegura que ese d¨ªa ha encontrado un malet¨ªn con un aparato de escucha. Lo han visto en una habitaci¨®n ocupada por Assange. ¡°Se constata la sospecha de que realiza acciones de escucha contra personal diplom¨¢tico, en este caso en concreto contra el se?or embajador y su entorno, con el fin de obtener informaci¨®n privilegiada que pueda ser utilizada para mantener su estatus en la embajada¡±, recoge el informe.
Falcon¨ª explica a EL PA?S que, en cuanto se enter¨® del hallazgo, inform¨® a la Canciller¨ªa y decidi¨® ¡°separar la l¨ªnea de Internet de Assange de la de la embajada¡±. Cuando le pidi¨® explicaciones a Assange, ¡°dio evasivas¡±, recuerda el diplom¨¢tico.
En ese ambiente de sospechas mutuas y rodeado de vigilantes y c¨¢maras, Assange busca privacidad. Se levanta tarde para trabajar en sus ordenadores y se acuesta bien entrada la madrugada; as¨ª no se cruza con el personal diplom¨¢tico. Aunque no puede salir, recibe cientos de visitas. Antes de cada una, es necesario cursar una petici¨®n con dos d¨ªas de antelaci¨®n, que queda registrada. El embajador es el responsable de dar el visto bueno cada vez. Entran en la embajada famosos como Lady Gaga, el actor John Cusack, Yoko Ono y su hijo Sean Lennon o la dise?adora Vivienne Westwood, que sol¨ªa llevar comida a Julian. ?l agradece en especial comer carne y beber vino tinto. Pero el ir y venir de extra?os altera el quehacer de una mera oficina diplom¨¢tica. ¡°Los funcionarios y el cuerpo diplom¨¢tico estaban cansados de reportajes y entrevistas, y de que Assange y su gente usaran la sala de reuniones¡±, dice un vigilante.
Los guardias recogen en informes los nombres de las visitas. Se los env¨ªan peri¨®dicamente a su empresa, UC Global. Los suben a una carpeta de borradores en simples cuentas de Hotmail. Comentan entre ellos la falta de cuidado con una informaci¨®n delicada. Afirman que varias veces se extrav¨ªan los reportes. Hay que rehacerlos y mandarlos de nuevo.
Conforme pasa el tiempo y el encierro se cronifica, la angustia de Assange se acrecienta. En una ocasi¨®n, los agentes tuvieron que entrar en su habitaci¨®n para tranquilizarlo.
Con el paso de los a?os, perdi¨® vista y arrastraba los pies al caminar
¡°La situaci¨®n en la que est¨¢ Assange no es f¨¢cil por su estado emocional. A lo largo de toda la trayectoria ha pasado por distintas etapas en las que pod¨ªa estar m¨¢s o menos de acuerdo con los procedimientos [de seguridad y vigilancia], pero ese es un ¨¢mbito que no corresponde a ¨¦l, sino al cliente¡±, afirma David Morales, el due?o de la empresa de vigilancia.
No solo se deteriora su estado de ¨¢nimo; tambi¨¦n sufre problemas f¨ªsicos. Con el paso de los a?os, arrastra los pies al andar y acusa problemas de visi¨®n debido al encierro. No fija bien la vista. El m¨¦dico le recomienda mirar a lo lejos y la embajada le da otra habitaci¨®n desde la que se ve la calle. La misma que pis¨® el jueves pasado, a la fuerza, despu¨¦s de 2.494 d¨ªas.
En monopat¨ªn por la Embajada y quejas por falta de higiene
En los cinco a?os que los guardias de seguridad consultados vigilaron a Julian Assange, observaron en ¨¦l comportamientos que les resultaban exc¨¦ntricos. El fundador de Wikileaks hizo de la Embajada su refugio y cuartel general, pero tambi¨¦n su casa. Los vigilantes cuentan que Assange da entrevistas a la televisi¨®n en calzoncillos, vestido solo de cintura para arriba, la parte que aparece en pantalla. Se descuida y deja sucio el aseo despu¨¦s de usarlo y algunos funcionarios se quejan al embajador de entonces, Juan Falcon¨ª. Otros trabajadores toman fotos de los desaguisados. La cocina que usa Assange es peque?a y sin extracci¨®n de humos y, aunque recurre mucho al microondas, a veces tambi¨¦n a un hornillo el¨¦ctrico para guisar. Eso molesta a los empleados de la legaci¨®n diplom¨¢tica. En otras ¨¦pocas, coincidiendo con importantes filtraciones de Wikileaks, se festejan los ¨¦xitos a lo grande. Otras veces est¨¢ m¨¢s solo y, con su inseparable colaboradora Stella Morris, mata el tiempo jugando con un monopat¨ªn por la Embajada o se dedica a dar patadas a un bal¨®n por el pasillo.
A veces, tambi¨¦n pon¨ªa en apuros al equipo de seguridad. En una fiesta de cumplea?os, una drag queen amiga entra en la Embajada. Un vigilante monta en c¨®lera porque teme que bajo su peculiar indumentaria introduzca alg¨²n objeto extra?o.
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