El miedo a una espiral de violencia sectaria paraliza Sri Lanka tras los atentados
"Nunca hab¨ªan ido a por los cat¨®licos de esta manera", se lamenta una feligresa de la iglesia de San Antonio, una de las tres atacadas
A¨²n falta casi una hora para que entre en vigor el toque de queda, pero los alrededores de la iglesia de San Antonio, en las afueras de Colombo y uno de los blancos de los atentados del domingo, est¨¢n ya desiertos, y las tiendas cerradas a cal y canto. Varios polic¨ªas vigilan las calles de acceso al santuario, con su per¨ªmetro acordonado con cintas amarillas. Cyril Samantha, de familia cat¨®lica desde hace generaciones ¡ªlleva una imagen de San Antonio en el coche, y su salvapantallas en el m¨®vil es una estatua de la Virgen Mar¨ªa¡ª, suspira: ¡°Es terrible. Terrible. Nunca antes hab¨ªan ido a por los cristianos de esta manera¡±.
San Antonio ten¨ªa fama de ser muy milagroso entre los residentes del ¨¢rea de Kochchikade, en la zona costera al noroeste de Colombo, desde su fundaci¨®n hace 175 a?os, despu¨¦s de que seg¨²n la tradici¨®n se retiraran las aguas de una inundaci¨®n y quedara al descubierto un trozo de tierra. Tanta era su fama, que acud¨ªan incluso creyentes de otras religiones a pedirle favores al santo. Su popularidad, parad¨®jicamente, result¨® una maldici¨®n: este Domingo de Pascua la iglesia estaba completamente llena para celebrar la misa de Resurrecci¨®n cuando estall¨® la bomba a las 8.45 de la ma?ana.
Los nervios est¨¢n a flor de piel. Hace apenas unas horas, resonaba de nuevo el sonido de una deflagraci¨®n, cuando estallaba en los alrededores una furgoneta utilizada por los terroristas y a¨²n con explosivos dentro, mientras los artificieros intentaban desactivarlos.
¡°No s¨¦ qui¨¦n puede tener este tipo de ideas. Hasta ahora, s¨ª, hab¨ªa habido algunos incidentes. Algunas estatuas rotas, alguna iglesia da?ada. Pero nada como esto. No hab¨ªa habido muertos¡±, se lamenta Samantha, que aunque es feligresa de otra parroquia ¡ªSan Judas¡ª visita San Antonio con frecuencia. Su esperanza es que se trate de una serie de atentados mort¨ªferos y da?inos, s¨ª, pero aislados. Que su pa¨ªs, hasta ahora relativamente tranquilo y que viv¨ªa un aut¨¦ntico boom tur¨ªstico, no caiga en una espiral de violencia entre comunidades. Y, desde luego, que no se vuelva a los a?os de plomo de la guerra que durante 26 a?os y hasta 2009 enfrent¨® al Ej¨¦rcito esrilanqu¨¦s con la guerrilla de los Tigres de Liberaci¨®n de Tamil Eelam, que dej¨® hasta 100.000 muertos. ¡°El Gobierno ya ha empezado a detener gente¡±, recuerda este conductor, aunque sin un tono demasiado convencido.
A pocas calles de distancia, la catedral de Santa Luc¨ªa aparece igual de desierta. Los residentes del barrio tambi¨¦n han optado por retirarse pronto. A¨²n ondean banderines blancos y rojos, la decoraci¨®n de Pascua. Detr¨¢s de esta iglesia, en la calle, hay tambi¨¦n un San Antonio, con el Ni?o Jes¨²s en brazos. Alguien ha puesto flores frescas.
Pocos kil¨®metros m¨¢s all¨¢, la estaci¨®n de autobuses de Petta, normalmente llena de gente, tambi¨¦n est¨¢ cerrada. No solo por el toque de queda impuesto desde las 8 de la tarde de este lunes hasta las cuatro de la ma?ana del martes. Este lunes se encontraron all¨ª 87 detonadores: doce en el suelo y 75 en un vertedero al lado.
Fantasmag¨®rica, igualmente, se eleva la silueta del hotel Kingsbury, uno de los m¨¢s distinguidos de todo Colombo y este lunes completamente cerrado por los da?os sufridos el domingo, uno de los tres hoteles de cinco estrellas atacados. S¨ª ha logrado mantenerse abierto, al menos parcialmente, otro de los establecimientos, el Shangri-La. All¨ª, uno de los terroristas, Mohamed Azzam Mohamed, que se hab¨ªa hecho pasar por un empresario que ven¨ªa a hacer negocios en la principal ciudad del pa¨ªs, hizo cola pacientemente en el buf¨¦ de desayuno antes de hacer estallar la bomba que llevaba.
La seguridad es extrema en Colombo. En las calles adyacentes a los lugares de los atentados se han instalado puestos de control, y se ven numerosos agentes de polic¨ªa por las calles. Los hoteles han puesto en marcha precipitadamente fuertes controles al acceso, en los que cada maleta, cada bolsa, es escrutada minuciosamente antes de permitir la entrada.
A partir de esta medianoche entrar¨¢ en vigor el estado de emergencia parcial decretado por el Gobierno esrilanqu¨¦s. El a?o pasado el presidente Mathripak Sirisena ya orden¨® una medida similar para atajar una serie de ataques contra la comunidad musulmana en el distrito de Kandy. Durante la guerra el pa¨ªs vivi¨® en estado de emergencia permanente: declarado en 1983, fue prorrogado por los sucesivos Gobiernos y solo se levant¨® definitivamente en 2011.
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