Dos mil d¨ªas m¨¢s
El estilo confrontador de L¨®pez Obrador y su tendencia a la locuacidad ofrecen a sus opositores un suministro inagotable de argumentos para criticarlo
Cada charla de sobremesa, cada columna period¨ªstica, miles de memes en M¨¦xico remiten a lo mismo: denostar o ensalzar al presidente, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Algo que viene sucediendo desde el primer instante de su Gobierno, hace casi cinco meses, pero que en los ¨²ltimos d¨ªas ha arreciado a niveles t¨®xicos. Se entiende que no pod¨ªa ser de otra manera considerando el programa radical y, en ocasiones pintoresco, del otrora l¨ªder opositor devenido en presidente del ¡°pueblo¡±. Su propuesta de cambio es percibida por muchos como una ingenua carta a Santa Claus (fin de la corrupci¨®n, la injusticia y la pobreza) explicable solo por la ignorancia del mandatario sobre las altas finanzas y sobre la complejidad del mundo moderno, aseguran sus detractores. Pero muy aplaudida por la gran mayor¨ªa de los mexicanos, hartos de un sistema corrupto, inseguro y desigual.
El estilo confrontador del presidente y su tendencia a la locuacidad ofrecen a sus opositores un suministro inagotable de argumentos para criticarlo. Cada aparente dislate que se publica, cada refr¨¢n popular que se le escucha, cada gesto poco ¡°presidenciable¡± que se le observa constituye una prueba m¨¢s de que ellos ten¨ªan raz¨®n: ¡°AMLO era una amenaza para M¨¦xico¡±.
Muchos que votamos por ¨¦l, convencidos de la necesidad de un cambio a favor de los desprotegidos y del M¨¦xico abandonado, nos desesperamos por esta fascinaci¨®n suya por la refriega verbal interminable y su gusto por la confrontaci¨®n, entendiendo que los problemas del pa¨ªs hac¨ªan urgente que el mandatario se hubiese puesto el traje de jefe de Estado para todos los mexicanos. No ha sido el caso, y d¨ªa tras d¨ªa se enzarza en pol¨¦micas puntuales con la prensa que llama ¡°fif¨ª¡± y contra sus adversarios, que no enemigos. Lo cual a su vez provoca oleadas vomitivas cada vez m¨¢s fren¨¦ticas de parte de ellos.
No me parece la estrategia m¨¢s inteligente del mandatario, pero cometer¨ªamos un error si la asumimos como necesariamente equivocada. Est¨¢ claro que a ¨¦l le funciona. Primero, porque en c¨ªrculos intelectuales, period¨ªsticos, o financieros sus dichos y hechos pueden parecer planos y repetitivos, pero son oro molido para dos terceras partes de los mexicanos que por fin escuchan a un presidente denostar a los privilegiados, en algunos casos con nombre y apellido. Segundo, porque ¨¦l juega con la provocaci¨®n, matiza la frase al d¨ªa siguiente, analiza las reacciones de parte de terceros, avanza y retrocede, especula con los tiempos.
Y el tiempo, por ahora, est¨¢ de su lado. Le quedan cinco a?os y siete meses a su Gobierno, algo as¨ª como 2.000 d¨ªas. Eso hace un poco ocioso por parte de sus detractores discutir como lo hacen, a tumba abierta. Como si el hecho de demostrar su tesis en autom¨¢tico removiera la causa de sus pesares. Y digo ocioso porque les guste o no, el presidente mantiene un enorme margen de aprobaci¨®n entre los mexicanos. Los argumentos con los cuales sus cr¨ªticos desean revertir esta popularidad (demostrando que AMLO est¨¢ equivocado y, en suma, que es inadecuado para el puesto) solo alimenta a los conversos. Los ¡°errores¡± del mandatario desalientan quiz¨¢ a algunos sectores de las clase media que votaron por el cambio y esperaban una gesti¨®n m¨¢s ¡°presidenciable¡±. Pero a la gran mayor¨ªa le encanta el estilo de foro abierto, por no decir tianguero, que traslad¨® de la campa?a a Palacio Nacional.
Sin embargo no debemos enga?arnos. Su hiperactivismo no es solo de cara al p¨²blico. Se prepara una larga agenda de modificaciones legales, programas y acciones encaminadas a mejorar las condiciones de los sectores populares. Algunas funcionar¨¢n y otras no, pero seguramente ser¨¢n bien recibidas por las mayor¨ªas. Para ¨¦l no solo se trata de un tema de ¨¦tica o justicia social; est¨¢ convencido de que la prosperidad de los de abajo es la piedra angular para combatir la inseguridad p¨²blica y la corrupci¨®n. Y en algunos aspectos podr¨ªa sorprendernos.
Los primeros resultados de su guerra contra el huachicol (el robo clandestino de combustibles, que hab¨ªa alcanzado niveles salvajes por su escala y su violencia) parecen favorables. Si logra consolidar su victoria en este campo, el efecto legitimador ser¨¢ inmenso, m¨¢s all¨¢ de las an¨¦cdotas y los memes de cada d¨ªa. Su Gobierno habr¨ªa triunfado en la primera gran cruzada que se propuso, pese a todos los vaticinios de fracaso con la que fue descalificada.
L¨®pez Obrador en efecto parece desconocer aspectos esenciales de c¨®mo funciona el mundo en los pisos de arriba. Pero mal har¨ªamos todos en descalificar las posibilidades de su Gobierno por ese simple hecho. Sobre todo porque, asum¨¢moslo, conoce los pisos de abajo mucho mejor que la mayor¨ªa de sus detractores.
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