¡°No nos hagan esperar en M¨¦xico. Nos pueden matar¡±
En los juzgados de El Paso, las familias migrantes suplican al juez entre l¨¢grimas que no les haga volver a Ciudad Ju¨¢rez a esperar juicio porque les aterra la inseguridad
La colaboraci¨®n entre los Gobiernos de Donald Trump y Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador para la gesti¨®n de los migrantes centroamericanos tiene su cara m¨¢s dram¨¢tica en las ciudades fronterizas, donde se acumulan miles de migrantes que desbordan unos recursos preparados para que la gente pase de largo, no para que se quede. Familias que antes esperaban horas o d¨ªas para entregarse a los agentes en la frontera tienen que esperar ahora semanas o meses en ciudades peligrosas donde no conocen a nadie y no hay nada para ellos. Solo la menci¨®n de M¨¦xico hace que se les salten las l¨¢grimas.
Desde que empezaron las caravanas organizadas, las ciudades fronterizas de M¨¦xico ven acumularse la desesperaci¨®n en sus calles de gente que quiere entregarse a la polic¨ªa de fronteras para pedir asilo y no puede. Primero, EE UU empez¨® a hacer cupos de entrada, en funci¨®n de una capacidad de procesamiento que decide Aduanas y que en realidad nadie puede comprobar, por lo que el sistema es acusado de arbitrario y de estar dise?ado para hacer sufrir. Las listas para entrar en Tijuana o en Ju¨¢rez suman varios miles de personas. Esperan durante semanas para un tr¨¢mite que antes hac¨ªan nada m¨¢s presentarse en la garita fronteriza.
El pasado febrero, el Gobierno de Estados Unidos dio una vuelta de tuerca a esta pr¨¢ctica y anunci¨® unilateralmente que los inmigrantes, una vez que han conseguido ser recibidos para pedir asilo en los puertos fronterizos, ser¨¢n devueltos a M¨¦xico para esperar all¨ª la vista judicial de su caso. La medida no tiene cobertura legal a menos que M¨¦xico acepte esas devoluciones de personas que no son mexicanos. A esto la Casa Blanca lo llama Protocolo de Protecci¨®n de Migrantes (MPP, por sus siglas en ingl¨¦s). El resto del pa¨ªs lo llama pol¨ªtica de quedarse en M¨¦xico.
Hasta hoy no hay unas reglas claras y p¨²blicas sobre c¨®mo se aplica. La realidad es que M¨¦xico est¨¢ colaborando y m¨¢s de mil de centroamericanos (cifras extraoficiales citadas por Buzfeed, seg¨²n fuentes mexicanas, el pasado 8 de abril) est¨¢n ya esperando en refugios de ciudades fronterizas como Tijuana o Ciudad Ju¨¢rez despu¨¦s de haber entrado en Estados Unidos y haber sido procesados como inmigrantes. La pol¨ªtica comenz¨® en El Paso, el punto fronterizo donde m¨¢s ha aumentado la llegada de familias centroamericanas.
Dos veces a la semana, en los juzgados de inmigraci¨®n de El Paso se ven los casos MPP. El pasado jueves, en el juzgado del juez Nathan Herbert hab¨ªa 10 adultos y 5 menores. Parec¨ªa una sala de espera de un pediatra. Los ni?os m¨¢s peque?os pisoteaban a sus padres, jugaban, se escond¨ªan bajo los bancos y se part¨ªan de risa mirando a los periodistas de la ¨²ltima fila mientras esperaban sin saberlo la sentencia m¨¢s importante de su vida.
¡°Este es el procedimiento para su expulsi¨®n de Estados Unidos¡±, les inform¨® el juez Herbert. Hasta en tres ocasiones les record¨® que, si quer¨ªan, les dar¨ªa m¨¢s tiempo para buscar un abogado. Le falt¨® gui?arles el ojo. Finalmente, Cristina Garc¨ªa, asesora de la organizaci¨®n legal ben¨¦fica Las Am¨¦ricas, les repiti¨® en espa?ol las palabras del juez dejando clara su intenci¨®n. Uno por uno empezaron a decir que s¨ª, que buscar¨ªan un abogado. Cuando el juez les dijo que les dar¨ªa un mes m¨¢s, se dieron cuenta de que era un mes m¨¢s en M¨¦xico.
La disyuntiva es dram¨¢tica. Si siguen adelante sin abogado, se reanuda el juicio y se quedar¨¢n en Estados Unidos, pero lo m¨¢s probable es que sean incapaces de presentar un caso convincente de asilo y ser¨¢n deportados a sus pa¨ªses. Si consiguen un abogado gratuito, tendr¨¢n m¨¢s opciones de ganar su caso de asilo, pero el precio es esperar al menos 40 d¨ªas m¨¢s en Ciudad Ju¨¢rez. Con los refugios de la ciudad desbordados, su sitio ya ha sido ocupado por otros. Los que no tengan dinero est¨¢n condenados a vivir con sus ni?os peque?os en las calles de una de las ciudades m¨¢s peligrosas de Am¨¦rica.
Una mujer llamada ?ngela Lidia Flores hizo la pregunta clave a su se?or¨ªa: ¡°Me preocupa d¨®nde nos vamos a quedar hasta la siguiente audiencia. Yo no tengo la capacidad para seguir pagando un hotel. En el refugio de Ciudad Ju¨¢rez me dijeron que ya no podemos volver¡±. El juez le contest¨® que eso no lo decid¨ªa ¨¦l, pero que pedir¨ªa al Departamento de Interior que les diera una nueva audiencia para valorar su situaci¨®n de peligro.
En ese momento, a Flores se le saltaron las l¨¢grimas de angustia. En otro extremo del banco, Catherine Molina Ram¨ªrez abraz¨® fuerte a su hijas Jennifer y Marilyn, de dos y cinco a?os, y empez¨® a llorar. Priscila Yolanda Banegas le dijo al juez. ¡°No puedo regresar a M¨¦xico. Me da miedo la seguridad de mis hijos¡±. Esmelin Antonio Enr¨ªquez dijo: ¡°Yo tampoco quiero regresar. No conocemos a nadie all¨¢. Peligran mi vida y la de mi hija¡±, de siete a?os. Eligio Garc¨ªa dijo: ¡°Hay mucho peligro en M¨¦xico. Nos pueden matar¡±. As¨ª, una familia detr¨¢s de otra, en diferentes tonos de angustia y terror ante la sola idea de pasar una noche m¨¢s en las calles de Ju¨¢rez. El juez Herbert hizo al abogado del Gobierno comprometerse a que les dar¨ªa audiencia a todos.
Linda Rivas, de la organizaci¨®n Las Am¨¦ricas era la ¨²nica abogada en la sala. Representaba a una sola de las familias con una hija discapacitada. ¡°Desde hace un mes, vemos entre 30 y 50 casos de estos a la semana¡±, dec¨ªa Rivas a EL PA?S. ¡°A la mayor¨ªa no se les ha explicado el proceso. Nadie les ha dicho qu¨¦ va a pasar con ellos¡±. Rivas explica que no hay forma de mantener el contacto con los que esperan en M¨¦xico. Es decir, incluso si consiguieran abogado, al estar en M¨¦xico no pueden comunicarse con ¨¦l f¨¢cilmente, a veces no hay forma de encontrarlos para su fecha de juicio. ¡°No hay un proceso establecido¡± para la pol¨ªtica MPP. ¡°No hay ninguna forma de saber d¨®nde est¨¢n¡± en M¨¦xico.
Rivas opina que dejarlos en M¨¦xico a la espera de juicio ¡°es una violaci¨®n de los derechos constitucionales¡± porque ¡°no garantiza el debido proceso¡±. Los inmigrantes del pasado jueves no entend¨ªan de eso. Entend¨ªan que entre Trump y L¨®pez Obrador iban a dejar que los mataran en Ciudad Ju¨¢rez.
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