Macron quiere acabar con la ENA, factor¨ªa de las ¨¦lites francesas
El presidente prepara la refundaci¨®n de la instituci¨®n que forma a la clase dirigente de Francia y de la que ¨¦l mismo fue alumno
Es un da?o colateral de la crisis de la c¨®lera populista de los chalecos amarillos, aunque su desaparici¨®n no figuraba entre las reclamaciones del movimiento de las clases medias empobrecidas en la Francia de provincias. La Escuela Nacional de Administraci¨®n (ENA), instituci¨®n central en Francia desde el final de la Segunda Guerra Mundial, puede tener los d¨ªas contados. Su exalumno m¨¢s ilustre, el presidente Emmanuel Macron, ha anunciado el deseo de suprimirla. S¨ªmbolo de la casta del poder republicano y de unas ¨¦lites supuestamente desconectadas del mundo real, la ENA tambi¨¦n representa la excelencia del alto funcionariado franc¨¦s, envidiado e imitado en otros pa¨ªses.
Les han llamado ¡°pr¨ªncipes de la Rep¨²blica¡±, una aristocracia que se mueve en unas esferas, habla un lenguaje y se maneja unos c¨®digos ex¨®ticos para el resto de ciudadanos. Tambi¨¦n se les ha calificado de ¡°mandarines de la sociedad burguesa¡±, expresi¨®n que us¨® uno de sus primeros cr¨ªticos, el futuro ministro Jean-Pierre Chev¨¨nement, en un panfleto de los a?os sesenta. Los enarcas¡ªel nombre de los alumnos y exalumnos de la ENA¡ª se saben especiales. Ocupan los cargos con m¨¢s poder en la administraci¨®n p¨²blica y tambi¨¦n en algunas de las grandes empresas. Cuatro de los ¨²ltimos seis presidentes han sido enarcas. Hoy lo es, adem¨¢s del presidente, su primer ministro, ?douard Philippe.
¡°Para hacer la reforma [de la alta funci¨®n p¨²blica] que quiero hacer, hay que suprimir, entre otras cosas, la ENA¡±, dijo Macron el 25 de abril, en una rueda de prensa. Macron anunci¨® ese d¨ªa las principales medidas en respuesta a la crisis de los chalecos amarillos y el ¡®gran debate nacional¡¯, que, durante tres meses, permiti¨® a decenas de miles de franceses plantear sus quejas y reclamaciones. Otro enarca, Fr¨¦d¨¦ric Thiriez, se encargar¨¢ de presentar propuestas en seis meses. ¡°No creo que podamos quedarnos en las medias tintas¡±, avis¨® Macron.
El nacimiento de la ENA no se entiende sin el contexto de la posguerra mundial y la conciencia de que en 1940, a?o de la invasi¨®n nazi, las ¨¦lites hab¨ªan fallado estrepitosamente. Se trataba de crear una instituci¨®n que seleccionase a los tecn¨®cratas sin el enchufismo de la administraci¨®n de la preguerra. Era la m¨¢xima expresi¨®n de la meritocracia republicana: el Estado deb¨ªa atraer y formar a los mejores, sin favoritismos. Las ventajas son obvias: Francia dispone de una clase dirigente altamente preparada y seleccionada en funci¨®n de sus capacidades intelectuales, y en teor¨ªa devota al Estado en un sentido cuasi religioso.
Pero el ideal meritocr¨¢tico tiene un reverso, y este es una de las causas de la crisis actual. Pese a los intentos a apertura social, se presentan a las pruebas de la ENA y las superan los hijos de acad¨¦micos, profesiones liberales, cargos de responsabilidad en el sector p¨²blico y privado, y altos funcionarios. El perfil de los enarcas refleja poco la diversidad de la Francia real. Tambi¨¦n se ha reprochado a los enarcas que est¨¦n formateados todos bajo patr¨®n determinado, poco flexible y apto para soluciones imaginativas. La v¨ªa de acceso a la alta funci¨®n p¨²blica es estrecha en Francia y no es f¨¢cil que accedan a los mandos del Estado personas de otros ¨¢mbitos o con ideas distintas. La ENA es suprapartidista ¡ªhay enarcas de izquierdas, de derechas y de centro¡ª pero puede decirse que existe un ¡®Partido de la ENA¡¯ con una visi¨®n compartida, e incluso una especie de ¡®enarqu¨¦s¡¯, una lengua propia de la ENA.
El escritor Mathieu Larnaudie public¨® el a?o pasado Les jeunes gens (Los j¨®venes), una cr¨®nica sobre la clase de la ENA del presidente Macron, graduada en 2004, la promoci¨®n Senghor (cada promoci¨®n lleva el nombre de una figura ilustre, en este caso el poeta y estadista senegal¨¦s). Tras entrevistar a una treintena de miembros de la promoci¨®n, le llam¨® la atenci¨®n su manera de hablar. ¡°Cuando se habla con ellos, uno tiene la impresi¨®n de que est¨¢n pensando en la frase siguiente y de que constantemente est¨¢n calibrando y evaluando lo que ellos est¨¢n diciendo y usted les est¨¢ diciendo en funci¨®n de los intereses pol¨ªticos y de una estrategia¡±, explica Larnaudie. Ideol¨®gicamente el escritor tambi¨¦n ve rasgos comunes. ¡°Lo que se les ense?a en la ENA es a ser fieles a un consenso republicano a la francesa¡±, dice Larnaudie.
¡°Desde hace unas d¨¦cadas, este consenso reposa en tres pilares. La fidelidad a los tratados europeos: casi todos son europe¨ªstas. Dos, casi todo est¨¢n imbuidos por la idea del liberalismo econ¨®mico como horizonte insuperable, con algunos matices: hay social-liberales, socialdem¨®cratas o liberales puros y duros. Y el tercero, la idea de Francia como s¨ªmbolo: un cierta idea de la naci¨®n francesa y su vocaci¨®n universalista. Este consenso lo comparten todos los enarcas¡±.
Pocos enarcas, seg¨²n Larnaudie, encarnan tan bien este consenso como Macron. Producto m¨¢s perfecto y acabado de las ¨¦lites republicanas, quiz¨¢ sea el ¨²nico con la capacidad para acometer el gesto antielitista de abolir la ENA, un monumento de la Francia contempor¨¢nea.
Un sistema que selecciona y clasifica
No son nuevos los intentos de reformar la Escuela Nacional de Administraci¨®n. El presidente Jacques Chirac, que era enarca, ya proclamaba en los a?os noventa que la ENA era ¡°el s¨ªmbolo de una ¨¦lite que ha fracasado¡± y de ¡°una casta que se coopta¡±. Los propios enarcas han sido un motor de los cambios. Los propios enarcas han sido un motor de la reforma de una instituci¨®n educativa particular. Los alumnos son funcionarios en pr¨¢cticas con sueldo y es m¨¢s conocida por las oposiciones de ingreso y la clasificaci¨®n final que por el nivel de la ense?anza. La promoci¨®n de Emmanuel Macron intent¨® en la d¨¦cada pasada acabar con la clasificaci¨®n final, que encamina a los quince primeros a los llamados ¡®grandes cuerpos del Estado¡¯: el Consejo de Estado, el Tribunal de Cuentas y la Inspecci¨®n de Finanzas. Macron eligi¨® este ¨²ltimo. Sus planes para suprimir la ENA ¡ªo refundarla, o reformarla bajo otro nombre¡ª van acompa?ados de una iniciativa para reformar el sistema de los 'grandes cuerpos del Estado'.
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