El Robin Hood del Vaticano
El cardenal Konrad Krajewski, jefe de limosna del Papa, rompe el precinto de una compa?¨ªa el¨¦ctrica para que las 450 personas de un edificio ocupado en Roma recuperen la corriente
En Italia nadie tiene dudas ya de que Konrad Krajewski (55 a?os) es el purpurado m¨¢s at¨ªpico que ha visto pasar en a?os el colegio cardenalicio del Vaticano. El polaco, jefe de la casa de limosna del Papa, dedica sus noches repartir comida entre los desfavorecidos que viven cerca de San Pedro, a quienes conoce por su nombre. No viste como un cardenal y rechaza cualquier protocolo de poder o jerarqu¨ªa, incluido el apartamento al que ten¨ªa derecho por su cargo. Pero este fin de semana, Krajewski llev¨® varios grados m¨¢s all¨¢ su lucha contra las injusticias sociales salt¨¢ndose incluso la ley para entrar en un edificio ocupado de Roma en el que viven 450 personas (con 100 ni?os) y reactivar la corriente el¨¦ctrica, embargada desde hac¨ªa una semana. Un gesto del que piensa asumir las consecuencias, ha dicho, y que ya ha desatado los ataques del ministro del Interior, Matteo Salvini. Un paso m¨¢s en la lucha que mantiene el Vaticano contra las pol¨ªticas migratorias del Gobierno populista de Italia.
Krajewski, que se fotografi¨® con las familias a las que ayud¨® a recuperar la luz, se ha convertido en un h¨¦roe popular. "El Robin Hood del Papa", lo han bautizado los medios italianos. El problema, le achacan los cr¨ªticos, es que el edificio en cuesti¨®n llevaba ocupado meses y la factura de la luz, seg¨²n el propio Salvini, rondaba los 300.000 euros. El inmueble se encuentra en la v¨ªa Santa Croce in Gerusalemme, cerca de la bas¨ªlica de San Juan de Letr¨¢n. Los habitantes del lugar llevaban varios d¨ªas manifest¨¢ndose contra el corte, algo que debi¨® de atraer la atenci¨®n del purpurado que acudi¨® al lugar para dar algunos regalos a los ni?os. Krajewski, que antes de convertirse en sacerdote a los 25 a?os hab¨ªa sido electricista, advirti¨® a su llegada de que si al anochecer la compa?¨ªa el¨¦ctrica no hab¨ªa restablecido la luz, lo har¨ªa ¨¦l mismo. Y as¨ª fue.
Alrededor de las ocho de la tarde, el cardenal, un hombre austero y completamente ajeno a la pompa principesca del cargo, accedi¨® a la sala de contadores, cerrados con precinto por las autoridades, y reactiv¨® la corriente, asumiendo la responsabilidad ante la polic¨ªa y la compa?¨ªa distribuidora, ACEA. "Intervine personalmente para reactivar los contadores. Ha sido un gesto desesperado. Hab¨ªa m¨¢s de 400 personas sin electricidad, con familias, ni?os, sin ni siquiera la posibilidad de encender los frigor¨ªficos", se?al¨® luego ante el asombro de los periodistas.
La acci¨®n del cardenal no es un caso aislado y vuelve a pone de relieve la lucha soterrada que existe entre los movimientos de ultraderecha y el Vaticano en el tema de la inmigraci¨®n. El domingo, de hecho, un grupo de militantes neofascistas se fue hasta la plaza de San Pedro con una pancarta en la que se comparaba al Papa con el general Badoglio, que firm¨® el armisticio con los aliados en 1943 y es considerado por este tipo de formaciones fascistas como un traidor.
M¨¢s extra?o fue que se enzarzase en la pelea tambi¨¦n el ministro del Interior, Matteo Salvini, que desafi¨® al limosnero a pagar los recibos atrasados. "Cuento con que si ha reactivado la corriente de un edificio ocupado en Roma pague los 300.000 euros de facturas atrasadas", dijo en un acto electoral. "Sobre derechos y deberes, creo que todos vosotros pag¨¢is las facturas con sacrificio (...) Si alguien es capaz de pagar los recibos de millones de italianos con problemas econ¨®micos, me hace feliz", lanz¨®.
Las diferencias entre Salvini y el Papa, que nunca le ha recibido en el Vaticano, vienen de lejos. Ha habido declaraciones veladas y gestos en direcciones opuestas. Pero ¨²ltimamente empiezan a tener un nuevo cap¨ªtulo casi cada semana. Hace menos de un mes, un cura se embarc¨® en una de las naves de salvamento de una ONG que patrullan en el Mediterr¨¢neo ¡ªque ahora ha sido embargada por las autoridades italianas¡ª con el permiso de las autoridades eclesiales italianas (conviene recordar que el Papa es el obispo de Roma). Un desaf¨ªo clar¨ªsimo al cierre de puertos a este tipo de naves que lleva a cabo el Gobierno italiano. Sucede por mar. Pero tambi¨¦n por tierra.
La semana pasada, un grupo de vecinos y militantes del partido fascista CasaPound se fueron hasta el barrio de Casal Bruciato y se concentraron en la puerta de la casa de una familia de gitanos que hab¨ªa recibido un piso de protecci¨®n oficial. Pretend¨ªan que fueran expulsados y montaron una protesta violenta para desalojarlos. La alcaldesa de la ciudad, Virginia Raggi, se fue hasta ah¨ª en un gesto ins¨®lito para defender la legalidad y tuvo que salir escoltada. Mientras tanto, Salvini se dedic¨® a equiparar a los gitanos a ladrones, traficantes de droga y vagabundos para justificar la ira de la gente. La respuesta del Vaticano fue, de nuevo, inmediata.?
El Papa invit¨® a esa familia al d¨ªa siguiente a una oraci¨®n en el Palacio Apost¨®lico y se refiri¨® a lo sucedido. "Hoy le¨ª cosas malas en el peri¨®dico y sufro, porque no es civismo. El amor es civismo. Los ciudadanos de segunda son aquellos que rechazan a la gente y viven con una escoba en la mano para expulsar a los otros". Salvini, por supuesto, respondi¨® diciendo que solo hab¨ªa invitado a los gitanos m¨¢s elegantes a ese encuentro.
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