M¨¹nster, la irreductible ciudad alemana que fren¨® a la extrema derecha
La urbe es la ¨²nica de las 299 circunscripciones del pa¨ªs en la que AfD obtuvo menos del 5% gracias a pol¨ªticas municipales decididas y una sociedad civil organizada y activa
¡°?Votar a la extrema derecha? No hombre, no. En M¨¹nster somos gente con valores tradicionales y cristianos¡±. Es lunes por la noche y un grupo de se?ores bien celebra su partida mensual de cartas en un restaurante del centro de esta ciudad del oeste de Alemania. Los amarracos ya est¨¢n colocados sobre la mesa, a la que empiezan a llegar humeantes platos de cerdo braseado. ¡°Aqu¨ª firmamos la paz de Westfalia. Somos una ciudad burguesa y proeuropea. Aqu¨ª la gente no quiere tener nada que ver con ellos¡±, sentencia el m¨¢s parlanch¨ªn del grupo.
Ellos?son Alternativa por Alemania (AfD), la extrema derecha,?y las explicaciones de este sonriente jubilado son algo m¨¢s que una an¨¦cdota. M¨¹nster es la ¨²nica circunscripci¨®n de Alemania [de un total de 299] en la que en las pasadas elecciones generales ¨Coto?o de 2017¨C la extrema derecha no super¨® la barrera del 5% necesario para obtener representaci¨®n. En el resto del pa¨ªs, el partido ultra obtuvo un 12,6% de los votos y en el este de Alemania, el apoyo se dispar¨®.
Pero ?c¨®mo la logrado M¨¹nster ser hasta ahora una excepci¨®n??La explicaci¨®n m¨¢s evidente es que esta es una ciudad pr¨®spera, con poco desempleo (4,6%) y llena de estudiantes. Todo eso es cierto y, sin duda, ayuda; pero tambi¨¦n es verdad que hay otras ciudades pudientes y j¨®venes en Alemania, en las que los ultras reciben un apoyo muy superior. Las causas menos evidentes indican que M¨¹nster ha mantenido a raya el extremismo, sobre todo, gracias a una combinaci¨®n de pol¨ªticas municipales dirigidas a frenar la desafecci¨®n ciudadana y a generar confianza con los gobernantes y de una sociedad civil excepcionalmente activa, y decidida a no ceder ni un metro de espacio p¨²blico a los ultras.
Markus Lewe es el alcalde de la ciudad desde 2009 y pertenece a la CDU, de Angela Merkel. Preside, adem¨¢s, la red de ciudades alemanas y como el resto de los partidos, mantiene un f¨¦rreo cord¨®n sanitario frente a AfD. En la calle, los actos del partido de ultraderecha se topan con las protestas de miles de vecinos, que se organizan para defender otro modelo de sociedad.?
Hay dos palabras que Lewe repite durante una entrevista en su despacho del Ayuntamiento: identidad y confianza. Porque piensa que es crucial que los ciudadanos se sientan identificados y parte de la ciudad en la que viven y recuperen as¨ª la confianza en los pol¨ªticos. La participaci¨®n ciudadana en la toma de decisiones y la creaci¨®n de espacios p¨²blicos donde la gente pueda encontrase y dialogar son otros de sus mantras.
¡°La gente tiene que tener espacios para encontrarse, para poder organizarse por s¨ª misma¡±, indica. Explica que cuando arreglaron el puerto, instalaron un largu¨ªsimo banco corrido de cemento para que quien no quiera o no pueda consumir en las terrazas pudiera disfrutar tambi¨¦n del espacio. O que cuando renovaron la estaci¨®n de tren, rechazaron las ofertas para que estuviera como otras en Alemania pegada a un centro comercial, porque Lewe quer¨ªa que fuera eso, una estaci¨®n y la identidad de la ciudad no se diluyera en cadenas de tiendas que podr¨ªan pertenecer a cualquier otro lugar. ¡°La gente se olvida del poder del urbanismo. La ciudad es de todos, no solo de los ricos¡±, piensa Lewe.
La movilidad y, sobre todo, la bicicleta son una de las se?as de identidad de esta ciudad, en la que los conservadores gobiernan junto con Los Verdes y donde el 40% de los habitantes utiliza la bici, lo que supone la cifra m¨¢s alta de toda Alemania, seg¨²n los datos del alcalde. Las bicis y sus carriles se ven por todas partes y los bordillos est¨¢n rebajados con mimo para facilitar su paso y el de las sillas de ruedas. En M¨¹nster hay r¨ªo, lago y un mont¨®n de zonas verdes, que transforman los desplazamientos en agradables y oxigenados paseos. Hay tambi¨¦n 50.000 estudiantes, en una ciudad con una econom¨ªa pujante, en la que la industria y sobre todo el sector servicios, conviven con las start-ups y que no deja de atraer poblaci¨®n.
Conseguir que los barrios no sean monocolor es otra de las consignas. ¡°No puede ser que las familias pobres se tengan que marchar del centro porque suben los alquileres, se tengan que ir a barrios que les obligue a usar el coche y encima les penalices por tener un coche di¨¦sel; hay que escuchar mucho y detectar este tipo de situaciones¡±, porque de ese malestar, dice, se nutre el populismo.
Ni un metro para los nazis
Fue hace siete a?os, cuando un grupo de activistas de M¨¹nster sali¨® a la calle para impedir una marcha neonazi. A partir de ah¨ª, se teji¨® una red de colectivos, que ha ido engordando con el auge de la extrema derecha (Alternativa por Alemania, AfD) y que hoy suma 35 organizaciones, que incluyen a partidos pol¨ªticos, sindicatos, grupos antifascistas y religiosos.
¡°Creemos que es importante que se vea que no son bienvenidos porque no son un partido democr¨¢tico normal. Su programa es racista, antifeminista y propaga el odio¡±, arranca en un bonito caf¨¦ de la plaza del mercado Karsten Peters, cabeza visible de la alianza Ni un metro para los nazis. ¡°Es muy importante que nos movilicemos por nuestras propias ideas, por una Europa de la solidaridad, por ideas humanitarias y democr¨¢ticas¡±.
Peters acude a la cita con otros cuatro representantes de colectivos progresistas de la ciudad, que forman parte de una alianza que se activa para protestar cada vez que AfD celebra un acto. ¡°Es importante que nuestros puntos de vista se escuchen con claridad en el discurso p¨²blico para poder contrarrestar las ideas de AfD¡±, sostiene Tobias Jung, aprendiz en una f¨¢brica e investigador de movimientos de ultraderecha. ¡°Puede que en otras ciudades los activistas discutan entre ellos, pero aqu¨ª, aunque no compartamos las mismas ideas pol¨ªticas, estamos juntos en contra de AfD¡±, a?ade.
A su lado, Flora Dahlen, estudiante de sociolog¨ªa y pol¨ªticas, cuenta que no son solo activistas los que se movilizan en una ciudad en la que la ecologista Fridays for Future o la pro europea Pulse of Europe cuentan tambi¨¦n con un importante respaldo. Que en su barrio abrieron hace un a?o una oficina de AfD y los vecinos se fueron juntando para ver qu¨¦ se pod¨ªa hacer. Ahora quedan una vez al mes frente a la sede del partido ultra para informar a la gente que pasa de qui¨¦n trabaja all¨ª.
¡°Las ciudades son como las familias. Deben convivir juntos todo tipo de miembros. Hay que dialogar. No hay que hablar de los refugiados, hay que hablar con ellos¡±, sostiene el regidor, quien no tiene dudas de que ¡°la ciudad moderna del futuro ser¨¢ cosmopolita¡±. Esa filosof¨ªa de convivencia ha sido clave en la pol¨ªtica de refugiados llegados a M¨¹nster a partir de 2015, parte del m¨¢s de mill¨®n de personas que recalaron en Alemania.
Lo explica con convencimiento ?mer L¨¹tf¨¹ Yavuz, el presidente del consejo de Integraci¨®n que participa en las grandes decisiones de la ciudad. Los 4.000 refugiados que han llegado viven repartidos por toda la ciudad, en la que habitan un total de 300.000. No hay un gran centro de refugiados, sino que en cada edificio puede haber un m¨¢ximo de 50. ¡°La idea de la descentralizaci¨®n es que no haya guetos y que los que llegan puedan tener contacto con los alemanes¡±, cuenta Yavuz en la sede del consejo de Integraci¨®n. Antes de que llegaran los refugiados, en cada barrio organizaron reuniones con los vecinos para informarles de qui¨¦n ven¨ªa y de d¨®nde. En los barrios m¨¢s resistentes, los m¨¢s pudientes, explica Yavuz hubo que hacer varios encuentros para limar la oposici¨®n. ¡°Cuando a la gente se le informa y entienden todo lo que se va a beneficiar nuestra sociedad con ellos, los prejuicios se van diluyendo¡±.
Yavuz, saca un taco de fichas elaborado por los sindicatos titulado Argumentos contra los populismos de derechas. En cada ficha hay una frase pronunciada por un populista, y en el reverso la deconstrucci¨®n. Su receta es clara. ¡°Contra los prejuicios: informaci¨®n, informaci¨®n e informaci¨®n¡±, sostiene.
Esa f¨®rmula de integraci¨®n descentralizada y pactada con partidos y ciudadanos, conocida como el consenso de M¨¹nster, es la que trae de cabeza al candidato local de AfD a las europeas, Martin Schiller. Compagina su trabajo pol¨ªtico con su peque?a empresa de bordados para camisetas. Cuenta Schiller en la trastienda de su taller que fund¨® AfD en M¨¹nster en 2013 para luchar contra el euro, pero que a partir de 2015, los refugiados se convirtieron en la prioridad. Reconoce que la situaci¨®n aqu¨ª es mucho mejor que en otras ciudades ¡°porque nos permitimos el lujo de distribuir a los refugiados en pisos. Pero eso es muy caro y perdemos el control sobre lo que hacen. No me gusta¡±. Cree que en M¨¹nster falta patriotismo, que la gente aqu¨ª vive bien y no se preocupa por los problemas del resto del pa¨ªs. ¡°Son cobardes¡±.
En el Parlamento, ning¨²n partido quiere tener nada que ver con ellos y en la calle, se enfrentan a intensas protestas. Los mi¨¦rcoles, los militantes se re¨²nen en lugares que mantienen en secreto para esquivar a los activistas, que se presentan all¨¢ donde haya un evento de AfD para boicotearlo. En uno de sus ¨²ltimos actos p¨²blicos se encontraron con 8.000 personas que acudieron a las puertas para protestar. Yavuz, los sindicatos, los partidos ecologistas y de la izquierda, organizaciones religiosas y todo tipo de asociaciones forman parte de una red muy diversa pero con un objetivo com¨²n: frenar a la extrema derecha.
Johannes Wilde, al frente de las juventudes cat¨®licas (BDKJ) fue uno de los que se subi¨® al escenario en una de esas protestas para explicar que ¡°queremos una Alemania abierta, que acoja a la gente que huye de la pobreza, del clima y de la guerra. Estamos a favor de una Alemania democr¨¢tica en la que todo el mundo tenga lugar al margen de su religi¨®n, su nacionalidad, su orientaci¨®n sexual¡±. Tiene claro que AfD ¡°extiende el odio y no tiene cabida en M¨¹nster¡±. Ahora est¨¢n organizando actos y debates con vistas a las europeas porque ¨¦l cree que ¡°con rezar no basta, hay que salir a la calle¡±.
Wilde, como tantos otros consultados para este reportaje, no cree que AfD vaya a dar la sorpresa en las europeas en M¨¹nster. Pero lo cierto es que son tiempos de extrema volatilidad y escasas certezas, en las que no se puede dar nada por seguro. En M¨¹nster, ante la incertidumbre, hay quienes se entregan a la poes¨ªa. En un garito alternativo se celebra el lunes por la noche una sesi¨®n de poes¨ªa dedicada a Europa. En la sala han colgado carteles en los que se lee ¡°Libertad¡±, ¡°solidaridad¡±, ¡°votes lo que votes, vota a Europa¡±. Un tipo con pelo largo y una parca verde militar da paso a los j¨®venes poetas que el p¨²blico, botell¨ªn en mano, debe puntuar levantando unos cartelitos. ¡°Una casa es una casa. Europa es una casa¡±, declama un aspirante a poeta. Despu¨¦s sale al escenario una joven risue?a, que cuenta la historia de una madre que se llama Europa y que tiene unos hijos que se llaman Angela y Emmanuel. ¡°EU-EU-EU-EU-Oh¡±. El p¨²blico ¨Cgeneroso- premia a la poetisa en potencia con ochos y nueves.
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