La miseria invade las aceras de San Francisco
La ciudad m¨¢s tur¨ªstica del oeste de Estados Unidos vive una crisis de personas sin hogar que est¨¢ enfrentando a vecinos, instituciones y las empresas tecnol¨®gicas que han expulsado a la clase media
Las ¨²ltimas cifras son de la semana pasada, aunque en realidad no hac¨ªan falta. El n¨²mero de personas sin hogar en San Francisco ha crecido un 17% en los ¨²ltimos dos a?os. El recuento hecho por voluntarios y servicios encontr¨® que hay 8.011 personas viviendo en la calle. La cifra est¨¢ muy lejos de la de Los ?ngeles, la capital de los sin techo de Estados Unidos. Pero San Francisco es una pen¨ªnsula rodeada de agua con 880.000 habitantes. Es decir, una de cada 100 personas que caminan por la calle no tiene d¨®nde dormir.
El Ayuntamiento reaccion¨® a las cifras prometiendo cinco millones m¨¢s de presupuesto para servicios a los sin techo. La realidad es que no era ninguna sorpresa. Desde hace unos a?os, la lluvia de millones que est¨¢ cayendo sobre la peque?a ciudad de la bah¨ªa ha dejado miles de v¨ªctimas colaterales en las calles y ha convertido el combate contra la miseria en una prioridad pol¨ªtica ineludible. El presupuesto del nuevo gobernador, Gavin Newsom, presentado la semana pasada, incluye nada menos que 1.000 millones de d¨®lares para abordar el problema.
Uno de los grandes nombres de Silicon Valley, Marc Benioff, fundador de Salesforce, prometi¨® el mes pasado 30 millones de d¨®lares para proyectos contra la pobreza aguda. El anuncio de una tasa espec¨ªfica para luchar contra la miseria gener¨® el pasado noviembre una bronca fenomenal entre las grandes empresas tecnol¨®gicas (al final se aprob¨® en las urnas). El Ayuntamiento quiere construir lo que llama Navigation Centers, lugares de servicios integrales para estas personas. Sin embargo, se est¨¢ encontrando con la oposici¨®n vecinal de una ciudad donde el precio medio de una casa son 1,6 millones de d¨®lares y nadie quiere que sea la suya la que baje. La situaci¨®n ha generado una verdadera sensaci¨®n de urgencia pol¨ªtica.
Por las calles se ven los nuevos ba?os port¨¢tiles que ha puesto el Ayuntamiento, porque la situaci¨®n en las aceras es tambi¨¦n un problema sanitario. Es normal ver jeringas, heces o condones a pocos pasos de las calles m¨¢s tur¨ªsticas de la ciudad. ¡°Desde luego que es una preocupaci¨®n¡±, dice al tel¨¦fono Cassandra Costello, responsable de comunicaci¨®n de la San Francisco Tourist Board, el lobby tur¨ªstico de la ciudad. ¡°Es la preocupaci¨®n n¨²mero uno que nos transmite la gente que visita San Francisco¡±. Costello asegura que no han notado que afecte a las cifras de turismo, ya que el a?o pasado batieron tanto el r¨¦cord de visitantes como el de dinero que se gastaron en la ciudad. ¡°San Francisco tiene una tasa de retorno del 96%¡±, asegura.
En todas las ciudades m¨¢s grandes de Estados Unidos existe miseria extrema, pero hay que ir a buscarla. En San Francisco, una pen¨ªnsula sin escapatoria, sale al paso del caminante en todas las esquinas, incluyendo las zonas m¨¢s tur¨ªsticas. Son las 2 de la tarde de un d¨ªa de mayo y en medio de la calle Mission, esquina con la calle 16, dos j¨®venes cargan una jeringuilla acurrucados contra una pared. No se esconden, est¨¢n en la acera y junto a ellos pasa la vida normal, desde estudiantes hasta ni?os en cochecito. Al otro lado de la manzana hay una escuela primaria, a pocos pasos bares y restaurantes de moda. Unos 20 minutos a pie desde aqu¨ª est¨¢n la sede de Uber y el Ayuntamiento, en la calle Market, la arteria de San Francisco por donde pasan unos 25 millones de turistas al a?o.
A unos pasos de los j¨®venes de la jeringuilla, Orlando Webb, un hombre que lleva todas sus pertenencias en un cubo de basura, trata de hacerse un bocadillo y se encoge de hombros cuando se le pregunta por sus vecinos de acera. Webb, de 56 a?os, podr¨ªa ser cualquiera de estos miles de nuevos sin techo. La muerte de su madre, el ¨²nico familiar que le quedaba, m¨¢s un gasto inesperado, m¨¢s la p¨¦rdida de su empleo de supervisor en la compa?¨ªa de ferrocarriles le dejaron sin recursos. Sin poder permitirse ni una habitaci¨®n, gast¨® 9.000 d¨®lares en moteles tratando de evitar la calle durante meses. Se queja de ci¨¢tica y de que se le est¨¢n cayendo los dientes. Ninguna limosna le va a sacar de aqu¨ª. ¡°No se trata de dinero, basta con una oportunidad¡±, dice Webb.
Webb est¨¢ en el distrito de Mission, la hist¨®rica zona al sur del centro, un antiguo barrio de artistas y familias que se ha convertido en uno de los grandes laboratorios de la gentrificaci¨®n extrema en la costa de California. ¡°En los ¨²ltimos 10 a?os ha habido un desplazamiento de la gente de bajos recursos¡± de esta zona, explica Ruth N¨²?ez, directora de servicios a los sin techo del Mission Neighborhood Health Center, un centro de d¨ªa en el que las personas sin hogar pueden descansar y lavar su ropa. En este centro conectan a los sin techo con recursos como un lugar donde dormir o comer.
El perfil que est¨¢ encontrando N¨²?ez entre la gente que busca su ayuda no es el de personas marginales y con problemas mentales, que tambi¨¦n hay, sino ¡°gente que ha vivido aqu¨ª toda la vida y a la que en un momento dado le pas¨® algo¡± y se vio en la calle. ¡°Vemos familias y adolescentes en los albergues¡±. Ni siquiera ser¨ªan pobres en otro lugar. ¡°Muchos de los que vienen aqu¨ª tienen trabajo, pero no tienen casa¡±, dice N¨²?ez. En otros lugares hay a donde mudarse. En San Francisco, no.
N¨²?ez volvi¨® hace dos a?os a trabajar a San Francisco despu¨¦s de una d¨¦cada viviendo fuera. ¡°No reconoc¨ªa [el barrio de] la Misi¨®n¡±, dice. ¡°En la calle Valencia hab¨ªa tienditas y restaurantes familiares. La mayor¨ªa han desaparecido. Gente que ha nacido en la Misi¨®n ya no puede vivir aqu¨ª, cuando algunos de los apartamentos nuevos est¨¢n vac¨ªos. Es inmoral¡±.
¡°San Francisco es una ciudad que en la ¨²ltima d¨¦cada ha expulsado a los pobres¡± de sus casas, afirma. ¡°Las compa?¨ªas tecnol¨®gicas pagan sueldos enormes a sus empleados¡± y han distorsionado por completo el mercado normal de la vivienda. En cuanto un propietario puede, echa a los inquilinos de toda la vida para multiplicar sus ingresos o vender el edificio y hacer apartamentos nuevos que rondan los 3.600 d¨®lares al mes por una habitaci¨®n. N¨²?ez recomienda no fijarse solo en San Francisco. ¡°Oakland y Berkeley est¨¢n igual, es una crisis de toda la bah¨ªa¡±. El trabajador normal de la ciudad ya no vive en ella, la gente se est¨¢ mudando hasta Vacaville, a 80 kil¨®metros al norte, afirma N¨²?ez.
¡°El problema de los sin techo en San Francisco no es nuevo¡±, afirma N¨²?ez. Lo que ocurre, explica, es que ya no quedan edificios de rentas bajas donde meterse, ni pr¨¢cticamente lugares sin urbanizar. ¡°En los lugares donde antes nadie quer¨ªa vivir ahora hay apartamentos que cuestan millones de d¨®lares¡±. No solo hay m¨¢s personas sin hogar, es que ¡°ya no tienen d¨®nde esconderse¡±.
San Francisco se est¨¢ convirtiendo en la versi¨®n m¨¢s extrema, o al menos la m¨¢s obvia a simple vista, de la desigualdad en Estados Unidos, donde una de las mayores concentraciones de fortunas de Occidente comparte la calle con una miseria hiriente. ¡°Creo que es una crisis de todo Estados Unidos, donde la gente que tiene dinero est¨¢ bien y el resto est¨¢ a un cheque de quedarse sin hogar¡±.
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