May afronta las elecciones europeas en medio de una creciente revuelta en sus filas

La ya fr¨¢gil posici¨®n de la primera ministra parece haber sufrido un ulterior deterioro este mi¨¦rcoles con crecientes se?ales de discrepancias con sus planes en el seno del Gobierno y presi¨®n para que dimita desde las filas de su partido. Nadie imaginaba que el Reino Unido volver¨ªa a votar en unas elecciones al Parlamento Europeo. El torpe manejo del Brexit por parte del Gobierno de May, la inexorable fuerza del calendario y la imposici¨®n legal que supone seguir siendo miembro de la UE a estas alturas han provocado el peor de los escenarios.

Los dos partidos mayoritarios se disponen a asumir el mal trago de este jueves y dejarlo atr¨¢s cuanto antes. ¡°La idea de que los brit¨¢nicos vayan a las urnas para elegir europarlamentarios tres a?os despu¨¦s de votar [en refer¨¦ndum] a favor del abandono de la UE resulta algo casi insoportable de pensar. No podr¨ªa haber un s¨ªmbolo m¨¢s poderoso del fracaso pol¨ªtico colectivo de este Parlamento¡±, escrib¨ªa May en The Sunday Telegraph poco antes de que, a finales de marzo, los diputados derrotaran por tercera vez su plan para el Brexit.

El acto de lanzamiento de la campa?a electoral conservadora roz¨® el rid¨ªculo. La primera ministra se rode¨®, en un escenario improvisado, de cuatro de sus colaboradores, convoc¨® a las c¨¢maras de televisi¨®n, y permiti¨® la entrada de un solo periodista para que hiciera una sola pregunta.

El Partido Conservador ni siquiera ha elaborado un programa electoral. Sus miembros se limitan a mirar de reojo y con temor al renacido Farage, que con su reci¨¦n creado Partido del Brexit ¡ªhasta la elecci¨®n del nombre estaba cantada¡ª se dispone a arrasar este jueves en las urnas. Las encuestas le sit¨²an en primera posici¨®n, y la media de todas anticipa que podr¨ªa sumar m¨¢s votos (35,3%) que conservadores (10%) y laboristas (16,8%) juntos. ¡°Nadie se cree la honestidad de Farage¡±, explica Alastair Campbell, el que durante a?os fuera el brillante director de comunicaci¨®n del ex primer ministro Tony Blair. ¡°Pero su mensaje es simple y contundente, capaz de llegar a la ciudadan¨ªa. No tiene m¨¢s que se?alar la traici¨®n del establishment a lo que el pueblo vot¨® hace tres a?os¡±, a?ade.

El exfundador del UKIP, siglas inglesas del Partido de la Independencia del Reino Unido ¡ªal que los sondeos sit¨²an al borde de la desaparici¨®n por su deriva radical¡ª, pide a sus seguidores un pago m¨ªnimo (unos tres euros) para asistir a sus actos, y llena pabellones. ¡°Dos al precio de uno¡±, dijo Farage a los 3.000 congregados el martes pasado en el centro de convenciones London Olympia. ¡°Si obtenemos una gran victoria, nos desharemos de la peor y m¨¢s hip¨®crita primera ministra en la historia de esta naci¨®n. Y visto el modo en que estamos machacando a los laboristas en Gales y el norte de Inglaterra, quiz¨¢ nos deshagamos tambi¨¦n de Jeremy Corbyn¡±, clam¨®.

Las ¨²nicas noticias generadas durante la campa?a por los conservadores las han protagonizado sus desertores. Como Michael Heseltine, una veterana figura en los Gobiernos de Margaret Thatcher y John Major, quien ha perdido su cargo en el grupo de la C¨¢mara de los Lores al proclamar que, en estas elecciones, iba a ¡°experimentar¡± con su voto a los liberaldem¨®cratas. ¡°Mi conciencia no me permite votar a mi partido, que est¨¢ centrado de un modo miope en provocar el mayor acto de autodestrucci¨®n econ¨®mica realizado nunca por un Gobierno democr¨¢tico¡±, explicaba Heseltine su decisi¨®n.

Los otros triunfadores

Los liberaldem¨®cratas de Vince Cable pueden ser, despu¨¦s de Farage, los grandes triunfadores de estos comicios. Con la ventaja de saber que nunca ser¨¢ el partido mayoritario en el Reino Unido, Cable ha entendido que su apuesta deb¨ªa consistir en defender, sin complejos, la permanencia en la Uni¨®n Europea y la revocaci¨®n con una nueva consulta del refer¨¦ndum de 2016.

¡°Somos un s¨®lido bloque de ciudadanos liberales que desean plantar cara al resurgir de la xenofobia, al populismo, y hasta al descarado racismo y fascismo que se est¨¢ extendiendo por toda Europa¡±, proclama. Las encuestas (le dan un 16,3%) sugieren que el partido podr¨ªa quedar incluso por delante de los laboristas.

Esa es la segunda parte del drama. Jeremy Corbyn se ha empe?ado hasta el final en ignorar el Brexit, casi con un afectado desd¨¦n intelectual, y apelar a la unidad de los bandos. En parte por razones estrat¨¦gicas, para no espantar el voto antieuropeo de sus bases tradicionales. Pero en gran parte tambi¨¦n por su propia historia de rechazo a Bruselas. ¡°Podr¨ªamos permitir que nos definieran como pro o antiBrexit, etiquetas que no quer¨ªan decir nada apenas hace unos a?os. ?D¨®nde nos llevar¨ªa eso? ?Qui¨¦n quiere vivir en un pa¨ªs atascado en este bucle interminable?¡±, protesta el l¨ªder de la oposici¨®n.

El problema es que, con ese discurso, la formaci¨®n ha dejado hu¨¦rfanos a un amplio grupo de votantes urbanos, de clase media, proeuropeos, que no se sienten identificados con el tacticismo de Corbyn.

El Reino Unido elegir¨¢ este jueves a 73 europarlamentarios bajo la convicci¨®n generalizada de que, tarde o temprano deber¨¢n abandonar sus esca?os, si finalmente se lleva a un acuerdo para materializar el Brexit. No se espera una participaci¨®n elevada. En 2014, apenas super¨® el 35%, siete puntos por debajo de la media del continente. Los dos principales partidos esperan dejar atr¨¢s cuanto antes este tr¨¢mite desagradable para volver a centrarse, parad¨®jicamente, en el bucle interminable del Brexit. Aunque ambos intuyen que, cuando el domingo por la noche se conozcan los resultados, las elecciones que nadie quiso acaben provocando tormentas internas en las dos principales formaciones del pa¨ªs, y Europa se cobre su venganza.