Manfred Weber, el halc¨®n sin garras
La cuidada estampa de pol¨ªtico sin aristas del candidato del PP a la Comisi¨®n Europea se ha visto rebasada por su tolerancia frente al h¨²ngaro Orb¨¢n

Manfred Weber confiesa que ha perdido peso en las ¨²ltimas semanas. Nada sorprendente despu¨¦s de cruzarse varias veces el continente europeo durante su campa?a electoral para convertirse en el pr¨®ximo presidente de la Comisi¨®n Europea. Lo llamativo es que, tras d¨¦cadas en la arena pol¨ªtica, este b¨¢varo de 46 a?os se sigue sonrojando cuando se refiere en p¨²blico a asuntos privados como la figura m¨¢s esbelta que le han dejado los largos d¨ªas de avi¨®n, carretera y mitin.
Weber habla bajito, sonr¨ªe y vende la imagen del hombre corriente, familiar, de un europeo m¨¢s. Esa es la imagen que proyecta tambi¨¦n en su v¨ªdeo de campa?a para estas europeas. Con la peluquera de su pueblo, quien dice que Weber siempre ha sido un chico majo. Luego otro vecino, subido a un tractor, el compa?ero de su grupo de m¨²sica, los Peanuts ¨CWeber toca la guitarra y a veces la trompeta- la carnicer¨ªa¡ as¨ª todo.
El aspirante conservador a suceder a Jean-Claude Juncker al frente de la Comisi¨®n viene de Wildenberg, una peque?a localidad del rico Estado alem¨¢n en el que su partido la conservadora Uni¨®n Social Cristiana ha gobernado hasta el a?o pasado con hegemon¨ªa inquebrantable durante seis d¨¦cadas.
La cat¨®lica Baviera, con sus prados, sus casas tradicionales con macetas en los balcones y su pujante industria es de alguna manera la f¨®rmula que le gustar¨ªa replicar. Es el binomio Lederhosen (pantalones tradicionales b¨¢varos) y ordenadores port¨¢tiles, como dicen en Alemania. Es decir aunar tradici¨®n y modernidad.
Aunque vive lejos de su pueblo, vuelve los fines de semana, a su Heimat, su hogar, su patria, como le gusta decir. Defiende la protecci¨®n de ese sentimiento de pertenencia como el aceite capaz de engrasar una cohesi¨®n europea que chirr¨ªa y amenaza incluso con griparse.
Lo global desde lo local. Europa desde Baviera. Ese es el mensaje en el que hace hincapi¨¦ este b¨¢varo apegado a su tierra, que ha optado por recurrir a la carta identitaria en tiempos de nacionalismos excluyentes. Y su identidad es n¨ªtidamente b¨¢vara.
Los modales delicados, casi t¨ªmidos, y un liderazgo suave marcan el perfil de Weber, un cat¨®lico muy orgulloso de su fe (miembro del Comit¨¦ de Cat¨®licos de Alemania) cuya trayectoria personal y pol¨ªtica apuntaba a muchos sitios salvo a la c¨²spide de la Uni¨®n Europea. Pero la cuidada estampa de pol¨ªtico sin aristas se ha visto rebasada en los ¨²ltimos meses por sus titubeos con el ala ultra de su propia familia pol¨ªtica.
Sus esfuerzos por mantener unido al grupo Popular del Parlamento, con los eurodiputados del h¨²ngaro Viktor Orb¨¢n incluidos, han acabado por socavar su estrategia. Muy a su pesar se ha labrado una imagen de halc¨®n (alimentada por su tolerancia con el h¨²ngaro, posici¨®n dura en materia de migraci¨®n o su no tajante a la adhesi¨®n de Turqu¨ªa) pero sin u?as suficientes para enfrentarse a los enemigos. Orb¨¢n, que apoyaba su candidatura a la Comisi¨®n, ha acabado por retir¨¢rsela, pero el roce ha sido tan largo que ha dejado a Weber con una imagen que no contenta del todo ni a los duros ni a los blandos que le rodean dentro y fuera de su partido.
Sus contrincantes le reprochan su falta de experiencia en cargos ejecutivos (nunca ha ocupado una cartera ministerial o una concejal¨ªa), su falta de idiomas (habla alem¨¢n e ingl¨¦s), o su desconexi¨®n con el electorado europeo (una encuesta de you Gov publicada esta semana muestra que incluso en su pa¨ªs solo le conoce un tercio de los alemanes).
Pero ¨¦l se encoge de hombros, sonr¨ªe y reivindica su experiencia en el Parlamento Europeo como gran mu?idor de consensos. Insiste en que corresponde a las urnas decidir qui¨¦n ser¨¢ el pr¨®ximo presidente de la Comisi¨®n y conf¨ªa en que su partido, el PPE, revalide el domingo su victoria por quintta vez consecutiva desde 1999
Tras graduarse en ingenier¨ªa en la universidad de Ciencias aplicadas de Munich prob¨® el arriesgado mundo de los emprendedores, poniendo en marcha dos empresas, seg¨²n recuerda en su curr¨ªculum vitae oficial. La pol¨ªtica le tent¨® tambi¨¦n desde muy joven y a los 16 a?os se incorpor¨® a las juventudes de la CSU.
Crisis de la CSU
Su carrera pol¨ªtica parec¨ªa destinada a concentrarse en el parlamento b¨¢varo, donde se convirti¨® en 2002, con 29 a?os, en el diputado m¨¢s joven de la c¨¢mara. Pero enseguida dio el salto a Bruselas, entrando en el Parlamento Europeo tras las elecciones de 2004. Lleg¨® como uno de los nueve eurodiputados obtenidos por unan CSU que empezaba a acusar los primeros s¨ªntomas de fatiga electoral. El problema se ha agravado durante las tres legislaturas europeas de Weber, y la cosecha de votos de la otrora todopoderosa CSU es ya la mitad que en las primeras elecciones europeas de 1979.
En su partido, Weber pertenece al ala m¨¢s europe¨ªsta, centrista y cosmopolita, frente a otros dirigentes como el ministro de Interior, Horst Seehofer, c¨¦lebre por sus encontronazos con Merkel y su ret¨®rica antiinmigraci¨®n, o el propio l¨ªder, Markus S?der, tambi¨¦n representante de la l¨ªnea dura.
Weber se siente mucho m¨¢s vinculado a Theo Waigel, el hist¨®rico l¨ªder de la CSU y ministro de Finanzas de Helmut Kohl durante la construcci¨®n del euro. Los lazos entre ambos parecen inquebrantables. ¡°Es un amigo aut¨¦ntico y fiable, cualidades especialmente necesarias en la pol¨ªtica europea¡±, elogia Waigel en el mensaje de apoyo a la campa?a de Weber. Durante la campa?a, Weber no dud¨® en perderse uno de los debates con el resto de aspirantes a la Comisi¨®n (celebrado en Maastricht) porque se hab¨ªa comprometido a asistir a la fiesta del 80 cumplea?os de Waigel. La amistad por encima de la ambici¨®n personal.
Merkel, que de alguna manera s¨ª se encuentra en una longitud de onda ideol¨®gica cercana a Weber, ha mostrado en esta campa?a un limitado entusiasmo por la candidatura del b¨¢varo. La canciller ha expresado por supuesto su apoyo formal, pero poco m¨¢s; lo que ha dado pie a infinitas especulaciones sobre la verdadera preferencia de Merkel a la hora del reparto de los puestos comunitarios.
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