Estas ruinas que aqu¨ª ves¡
Soy de profesi¨®n historiador formado m¨¢s bien como microhistoriador que se interesa por las peque?as versiones del pret¨¦rito, las voces an¨®nimas y los huecos donde rige el azar
Empec¨¦ a escribir cuentos y cuent¨ªnimos a los siete a?os cuando viv¨ªa en un bosque y en un idioma ajeno, como alivio para la lenta recuperaci¨®n de la memoria de mi madre. Ella hab¨ªa sufrido una trombosis cerebral y ante su amnesia, mi maestra Mrs. Grabsky me regal¨® mi primera libreta¡ All¨ª comenz¨® la sana enfermedad de los dibujitos y las breves historias que me mantienen vivo hasta el sol de hoy.
Soy de profesi¨®n historiador (sin may¨²scula) formado m¨¢s bien como microhistoriador que se interesa por las peque?as versiones del pret¨¦rito, las voces an¨®nimas y los huecos donde rige el azar. Soy periodista desde que empec¨¦ a publicar mis cuentos y cr¨®nicas a los diecisiete a?os, cuando eso se hac¨ªa con plomos fundidos en linotipo y ahora, publico tres columnas a la semana en el diario EL PA?S de Madrid y en Milenio?de M¨¦xico. Soy autor de cuatro novelas, cinco libros de ensayos o cr¨®nicas y cinco libros de cuentos, de entre los cuales mis entra?ables amigos de Atenas han tenido a bien traducir la selecci¨®n que hoy traigo como ofrenda a los pies del Parten¨®n.
En estas p¨¢ginas consta el delirio demencial con el que alg¨²n genio an¨®nimo tuvo a bien decorar las antiguas cajas de cerillos en M¨¦xico y el terror¨ªfico relato con el que intent¨¦ aceptar un reto que hab¨ªan lanzado al vac¨ªo Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges: escribir un cuento polic¨ªaco o de g¨¦nero negro donde el asesino sea el lector que avanza sobre sus p¨¢rrafos.
Aqu¨ª queda constancia del amor incondicional por la verdadera musa que a menudo escribe por uno y cuatro cuentos que intentan honrar de rara manera el oficio de historiar como evocaciones imposibles para viajar al pret¨¦rito y no m¨¢s que divertimentos del surrealismo mexicano de todos los d¨ªas. Luego, la transcripci¨®n casi fidedigna de un famoso sue?o que tuvo mi abuela Lourdes en su infancia y el relato que me regal¨® mi hermano grande, el gran escritor cubano Eliseo Alberto, donde se revela el sortilegio con el que las personas bajitas alegran los giros del mundo.
Cierra este volumen que me honra de veras una selecci¨®n de Cuent¨ªnimos: breves o brev¨ªsimos relatos que no llegaron a cuentos largos o quiz¨¢ sirven de semilla para posibles novelas, pero que en el fondo solo confirman que a m¨ª, lo que me fascina es hilar historias¡ Inventar siempre cuentos que quiz¨¢ incluso se dibujan para verlos vivos y as¨ª viajar por el mundo en todas las lenguas posibles o por lo menos, en griego¡ Para decirles ¨Ccon el coraz¨®n en la mano: Efharisto para poli.
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