Los monjes belgas que dijeron basta a la reventa de su cerveza

Merodean los alrededores de los partidos, conciertos y espect¨¢culos m¨¢s codiciados. Pero los reventas, sabedores de que todo producto limitado y deseado es susceptible de aumentar de precio, tambi¨¦n tienen fijaci¨®n con la cerveza elaborada por un grupo de monjes en una solitaria abad¨ªa de la localidad flamenca de Westvleteren. La bebida cumple sobradamente con los requisitos para convertirse en un buen negocio. Los religiosos solo permiten la venta de dos cajas de 24 botellas por comprador cada dos meses. Y su sabor artesano, con siglos de tradici¨®n, tiene fama incluso fuera de las fronteras belgas. ?El problema? Sus creadores, partidarios del comercio ¨¦tico, ni siquiera buscan obtener beneficios con la venta de la Trappist Westvleteren, solo cubrir gastos. Y se muestran especialmente cr¨ªticos con la especulaci¨®n para lucrarse a costa de su trabajo.

El caso m¨¢s flagrante sucedi¨® en abril del a?o pasado. Y los reventas no actuaban precisamente en la clandestinidad de una destartalada casa de la periferia. Una cadena de supermercados holandesa comercializ¨® en tiempo r¨¦cord una partida de 300 cajas de la cerveza vendiendo cada botella a 10 euros, m¨¢s de cinco veces por encima de su precio habitual. El gesto molest¨® profundamente a los monjes, que estuvieron a punto de acudir a los tribunales. Un perd¨®n a tiempo lo evit¨®, pero el suceso evidenci¨® que algo estaba fallando en el restrictivo sistema de venta de la abad¨ªa.

Hasta ahora, los potenciales clientes deb¨ªan armarse de paciencia, llamar por tel¨¦fono a unas l¨ªneas a menudo colapsadas, hacer su pedido, e ir a la puerta de la abad¨ªa en la fecha convenida a recogerla. All¨ª, se comprobaba la matr¨ªcula del comprador para cerciorarse de que no hab¨ªa repetido adquisici¨®n en los ¨²ltimos 60 d¨ªas y permitir as¨ª que el anhelado objeto de deseo no quedara en unas pocas manos.

El lance en los supermercados holandeses fue la gota que colm¨® el vaso. Demostr¨® que el plan ten¨ªa grietas. Y en la abad¨ªa reflexionaron para cambiarlo. El resultado lleg¨® la semana pasada. Los nuevos interesados deben registrarse en la reci¨¦n creada p¨¢gina web de la abad¨ªa, y una vez sus datos sean dados de alta, aguardar las fechas marcadas para hacer su reserva. La primera lleg¨® el pasado martes, y solo dur¨® una hora, entre las 10 y las 11 de la ma?ana. En ese tiempo, los clientes deb¨ªan tratar de hacerse con una caja a trav¨¦s de Internet. Eso no significa que el env¨ªo les llegar¨¢ a casa. A cambio reciben un c¨®digo QR. E igual que suced¨ªa antes, deben conducir hasta Westvleteren y ense?arlo para recoger su pedido, previa comprobaci¨®n de su n¨²mero de matr¨ªcula.

Con el filtro del registro web, los monjes conf¨ªan en desmontar el negocio de los reventas que especulan con su cerveza. "Hemos pensado largo y tendido sobre alternativas para favorecer a los clientes. La tienda web solo ser¨¢ accesible a consumidores, no a profesionales", afirm¨® Manu van Hecke, abad de San Sixto. "Queremos dar la oportunidad de comprar la Trappist Westvleteren a un precio adecuado al mayor n¨²mero de personas", a?adi¨®.

Ese precio adecuado es, seg¨²n su web, de entre 35 y 45 euros la caja de 24 botellas de 33 centilitros, seg¨²n la cerveza elegida. Y una fianza de 15 euros que se devuelve cuando se reintegran las botellas y la caja que las contiene. Esto es, entre 1,45 y 1,80 euros por unidad. Muy lejos de los m¨¢s de 200 que seg¨²n se?alaron los monjes a la agencia Reuters, llegan a abonarse por una ¨²nica botella en Dub¨¢i.

El nuevo sistema pretende ser un cortafuegos contra esos importes inflados por vendedores que aprovechan la exclusividad de la cerveza. Cuando sean detectados, simplemente ser¨¢n bloqueados y no podr¨¢n acceder a las compras online.

La Westvleteren 12, su cerveza premium, aparece en la web as¨ª descrita. "El gusto dulce y delicado de caramelo y chocolate se combina perfectamente con toques de uva y nueces. Su gusto final, rico y duradero, se adquiere por esa mezcla de sabores, aromas y una tasa de alcohol elevada". Ese ¨²ltimo apunte no carece de raz¨®n. Para los que caen r¨¢pidamente bajo los efluvios et¨ªlicos, la tasa de 10,2 grados puede hacer estragos con velocidad. Pero eso, a diferencia de los reventas, no genera por ahora preocupaci¨®n en casa de los monjes cistercienses.