J E P
Jos¨¦ Emilio Pacheco cumplir¨ªa 80 a?os el 30 de junio. Traz¨® un destino entre libros y merec¨ªa un festejo en el Palacio de Bellas Artes que inexplicablemente fue cancelado
Jos¨¦ Emilio Pacheco cumpe 80 a?os este domingo, a pesar de haber inaugurado su eternidad el 26 de enero de 2014, d¨ªa en que falleci¨®. El hombre que naci¨® el 30 de junio de 1939 traz¨® un destino entre libros y merec¨ªa un festejo en el Palacio de Bellas Artes que inexplicablemente fue cancelado. Sin embargo, un pu?ado de amigos lo evoc¨® en p¨²blico y no pocos cientos de lectores hacemos eco de una impagable deuda de gratitud con ese hombre de libros que tanto hizo por las letras de M¨¦xico: traductor, editor, amanuense, poeta, cuentista, cronista y novelista, que semana a semana durante no pocos lustros hipnotizaba las p¨¢ginas entra?ables del diario vivir con piezas maestras firmadas sencillamente como J E P.
Pachecos andamos todos los que no podemos evitar evocarlo en las tragedias absurdas del surrealismo cotidiano o en las m¨¢s inocentes evocaciones del pret¨¦rito, ya en la figura de los fantasmas que escrib¨ªan con pluma fuente o en las batallas de la historia de bronce que siempre revelaron su env¨¦s a trav¨¦s de la sabia mirada del hombre que hoy se me afigura tras un ligero velo de neblina lila, que difumina su rostro y remarca sus gafas. Aqu¨ª est¨¢ JEP celebrando ensimismado los aciertos de un verso y sus endecas¨ªlabos, la reflexi¨®n de un ensayista luminoso o la cr¨®nica de alg¨²n historiador empolvado; all¨ª JEP frente al tel¨®n de la historiograf¨ªa enga?osa, rasgando el terciopelo de las monumentalidades para revelar las prodigiosas minucias del pasado que no merecen amnesia y all¨¢ est¨¢ JEP descubriendo los senderos olvidados de un bardo provinciano o de un ¨®leo perdido en una mazmorra de Europa.
Me gusta saber que la impagable deuda de gratitud que contraigo casi todos los d¨ªas con Jos¨¦ Emilio Pacheco empieza por intentar seguirle dignamente la sombra a su arte may¨²sculo como cuentista (y seguir regalando cu¨¢ntos ejemplares pueda de El principio del placer) y luego admirarlo por ser el ¨²nico novelista que yo sepa que haya reescrito una novela por completo una vez publicada una primera edici¨®n que ¨Cvista en papel y tinta¡ªdecidi¨® ¨¦l mismo cambiar o admirarlo como el gran poeta del instante, confirmaci¨®n de que la poes¨ªa ocurre como dijo Auden, y poner en versos como p¨¦talos o l¨¢grimas la reducida grandeza de un momento o palabra, la imagen borrosa de un ¨¢ngel o la mirada de un gato entre montones de libros, hundido entre p¨¢ginas polvorientas del tiempo, todo el tiempo que el propio JEP condensaba en su biograf¨ªa tan llena de literaturas y todo el tiempo que nos queda para echarlo en falta, extra?arlo a pesar de tener sus palabras y sus p¨¢ginas entre las yemas de los dedos, como resonancia t¨¢ctil de la maravillosa oportunidad de haber compartido con ¨¦l tantas horas de conversaci¨®n y sobremesa que de veras¡ merecer¨ªan festejarse en el Palacio de Bellas Artes.
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