Asesinato pol¨ªtico a la vista de la ACNUDH
La ret¨®rica mediadora de los organismos internacionales abona la ficci¨®n de que en Venezuela hay dos facciones enfrascadas en un impasse que podr¨ªa superarse con un pel¨ªn de voluntad de acuerdo
De la visita de Michelle Bachelet a Caracas, cumplida hace poco m¨¢s de una semana, no se esperaba nada. Sin embargo, es caracter¨ªstico de los tiempos que vive mi pa¨ªs que much¨ªsima gente opositora resienta, furiosa todav¨ªa, que la alt¨ªsima comisionada no hubiese increpado por televisi¨®n, en vivo, a Nicol¨¢s Maduro llam¨¢ndolo dictador y asesino en sus narices.
La verdad, la expresidenta de Chile hizo m¨¢s o menos lo que tocaba: escuch¨®, de v¨ªctimas y activistas de derechos humanos, decenas de testimonios que humedecieron sus ojos y estrujaron las fibras de su coraz¨®n altermundista. En su declaraci¨®n final, c¨®mo no, exhort¨® a ambas partes a acceder al di¨¢logo que propicia Noruega. Tampoco dej¨®, ?faltar¨ªa m¨¢s!, de se?alar las sanciones estadounidenses sobre los caimacanes de la dictadura como a?adida causa eficiente de la tragedia humanitaria y el ¨¦xodo masivo.
La ret¨®rica mediadora de los organismos internacionales invariablemente abona la ficci¨®n de que en Venezuela hay dos facciones enfrascadas en un impasse que podr¨ªa superarse con un pel¨ªn de voluntad de acuerdo y buenos modales.
Si se atiene uno a los t¨¦rminos de la declaraci¨®n de la comisionada Bachelet, por ejemplo, podr¨ªa quedarse con la impresi¨®n de que se trata dos formaciones equiparables en legitimidad y estatura moral. Tories y Whigs caribe?os, digamos. Atrabiliarios y gritones, s¨ª, pero con potencial para la convivencia.
Admite Bachelet, en su declaraci¨®n final, que ciertamente ha habido y sigue habiendo torturas en Venezuela y, al mismo tiempo, parece saludar que la dictadura se haya comprometido a ¡°llevar a cabo una evaluaci¨®n de la Comisi¨®n Nacional [para la prevenci¨®n] de la Tortura¡± ¡ªalgo que me suena a revisar un c¨®digo ¨¦tico del buen torturador¡ª y sujetarse, de ahora en adelante, a la pr¨¢ctica de una tortura humanitariamente sustentable. Para eso deja instalados en Venezuela a dos funcionarios observadores.
Me imagino a estos ¨²ltimos exigiendo, acaso con ¨¦xito, acceso a las torturas de los s¨®tanos del Helicoide, vestidos con chaquetas y gorras azul cielo con las siglas ACNUDH en letras blancas. O acompa?ando, como cuadra a observadores independientes, a las patrullas de exterminio de las FAES para registrar si es cierto o no que ametrallan inmisericordemente cualquier intento de protesta en las barriadas de Venezuela.
La Alta Comisi¨®n ofreci¨® emitir un informe en breve, durante el mes de julio, que se espera contribuya ¡ªno veo c¨®mo¡ª, a superar el estancamiento pol¨ªtico y la crisis humanitaria. ?Tendr¨¢n tiempo los liniers de derechos humanos que la Bachelet ha dejado en Caracas de hacer incluir en el informe final un comentario sobre el asesinato del capit¨¢n de la Armada Venezolana Rafael Acosta Ar¨¦valo?
Esta nueva atrocidad, ocurrida a nueve meses del asesinato del concejal Fernando Alb¨¢n, quien fue arrojado, luego de sufrir torturas sin cuento, desde el d¨¦cimo piso de un cuartel del infame Sebin, se gest¨® vilmente durante la visita de la expresidenta Bachelet.
Elocuente manifestaci¨®n del cinismo de Nicol¨¢s Maduro y sus s¨¢trapas es que el secuestro ocurri¨® cuando la Alta Comisionada, recibida por la dictadura con todo el ceremonial del caso, a¨²n no dejaba el pa¨ªs.
Con las torturas se buscaba que el joven oficial se incriminara a s¨ª mismo en un presunto plan terrorista forjado por la dictadura para justificar la persecuci¨®n que sufren los dem¨®cratas venezolanos. Ha ocurrido ya antes, con otros secuestrados por los esbirros del r¨¦gimen.
Esta vez, sin embargo, su muerte no ha podido rodearse del misterio, no la revel¨® a posteriori ning¨²n tartamudeante anuncio del socarr¨®n fiscal Tarek Saab, no pudo ser presentada como un suicidio ocurrido ante testigos sin nombre en la penumbra de una mazmorra. El capit¨¢n Acosta muri¨® en presencia de fementidos jueces durante una farsesca y macabra audiencia. Muri¨® a consecuencia de las torturas a que hab¨ªa sido sometido, sin que pudiese proferir m¨¢s que una agonizante solicitud de auxilio.
La repulsa un¨¢nime de la atribulada sociedad venezolana a este crimen deja sentir que la voluntad de resistencia a la dictadura est¨¢ inc¨®lume: la ira de los venezolanos se apresta volcarse a las calles otra vez. Para el viernes, d¨ªa de la Independencia, ha sido convocada por el presidente Guaid¨® una manifestaci¨®n de protesta nacional.
Las amenidades de un di¨¢logo en Barbados tendr¨¢n que quedar para otra ocasi¨®n. Tal vez nunca lleguen a darse.
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