El Chapo Guzm¨¢n, el fracaso del Estado mexicano contra el narco
La condena del capo en EE UU refleja la desidia de los sucesivos Gobiernos mexicanos, incapaces de mantenerlo en prisi¨®n
Hace m¨¢s de 26 a?os, el cardenal Juan Jes¨²s Posadas muri¨® acribillado en el aeropuerto de Guadalajara, en el centro de M¨¦xico, al parecer v¨ªctima del fuego cruzado entre dos grupos de narcotraficantes. Al parecer, porque las autoridades mexicanas nunca llegaron a una conclusi¨®n, bailando a ratos con la teor¨ªa del fuego cruzado y a ratos con la del asesinato premeditado. Posadas recibi¨® 14 balazos y el Gobierno, encabezado entonces por Carlos Salinas de Gortari, se lanz¨® a la caza de Joaqu¨ªn El Chapo Guzm¨¢n. Fue la primera vez que el capo chocaba frontalmente contra un sistema que hasta entonces lo hab¨ªa ¡ªal menos¡ª tolerado.
Aquel desencuentro no signific¨® su perdici¨®n. Detectado desde principios de la d¨¦cada de los noventa, El Chapo fue detenido tres veces en 25 a?os. En todo este tiempo ha sido acusado de ordenar y perpetrar decenas de asesinatos, pero apenas ha cumplido siete a?os de c¨¢rcel en M¨¦xico. Su condena ahora en Estados Unidos asegura su impunidad en el pa¨ªs que le vio nacer. Esta vez, para siempre.
La primera detenci¨®n de Guzm¨¢n ocurri¨® un mes despu¨¦s de la muerte de Posadas. Era junio de 1993. Salinas agotaba su mandato, mientras el PRI encaraba una etapa delicada, con la figura de Luis Donaldo Colosio en el centro del tablero pol¨ªtico. La sucesi¨®n peligraba por primera vez, un error pod¨ªa ser fatal. Cuando atraparon a Guzm¨¢n, la fiscal¨ªa no tard¨® en vincular al capo con Posadas. Guzm¨¢n fue recluido en el penal de Puente Grande, en Jalisco. El capo fue juzgado y condenado. Deb¨ªa pasar 20 a?os en prisi¨®n, pero en enero de 2001 decidi¨® escapar. La prensa de entonces recoge cronolog¨ªas de la decadencia del poder estatal en Puente Grande, poder que acumulaba Guzm¨¢n junto a sus socios. Fue all¨ª donde conoci¨® a D¨¢maso L¨®pez, futuro compa?ero de fatigas. El capo convirti¨® la prisi¨®n en su morada, un poco al estilo de Pablo Escobar en Medell¨ªn a?os antes, cuando construy¨® su propia c¨¢rcel y as¨ª, su propia condena.
Parece, sin embargo, que la fiesta presidiaria lleg¨® a o¨ªdos de demasiada gente en M¨¦xico y el Gobierno decidi¨® intervenir. Conocedor de los planes del Ejecutivo de Vicente Fox, Guzm¨¢n dej¨® el penal. Se camufl¨® en un cesto de ropa sucia y sali¨® de la c¨¢rcel, su primera fuga hollywoodiense. No la volver¨ªa a pisar hasta 2014.
El Chapo encarna el paradigma del capo moderno, elevado a mito en algunas zonas como nadie antes, a excepci¨®n quiz¨¢ de Escobar. La diferencia aqu¨ª es la escala, el volumen y la calidad de su presencia medi¨¢tica. El Chapo ha sido en vida, odiado y celebrado.
La entrevista con Sean Penn en su escondite de la sierra de Sinaloa es quiz¨¢ el momento culminante de su fama, el cl¨ªmax de la pel¨ªcula de su vida. El bandido huido recibe a la estrella de Hollywood. La actriz Kate del Castillo acompa?a a Penn. La posibilidad de producir un filme sobre la vida del capo figura en el centro del encuentro. ?Pensaron entonces en incluir ese encuentro en la futura pel¨ªcula? Los v¨ªdeos de la entrevista muestran por primera vez al Guzm¨¢n hombre, ajeno a la figura vaporosa del mito. All¨¢ est¨¢ el capo, un ser menor expulsado del Olimpo de lo inasible, de lo invisible.
La figura del capo sinaloense refleja por otro lado el fracaso ¡ªla podredumbre, en realidad¡ª del Estado mexicano en materia de seguridad y de justicia. Detenido por primera vez durante el sexenio de Salinas, El Chapo escap¨® de prisi¨®n con Vicente Fox de presidente, primer mandatario ajeno al PRI en casi 80 a?os. Durante el Gobierno de Felipe Calder¨®n, su sucesor, el narcotraficante fortaleci¨® su empresa. El Chapo aparec¨ªa por primera vez en la lista de la revista Forbes.
Calder¨®n nunca lo atrap¨®. En el juicio, la defensa de El Chapo lleg¨® a acusar a Calder¨®n y al siguiente presidente, Enrique Pe?a Nieto, otra vez del PRI, de recibir sobornos del cartel de Sinaloa. Capturado en enero de 2016 tras una nueva fuga, su extradici¨®n a EE UU coronaba la verg¨¹enza del pa¨ªs.
La segunda fuga fue a¨²n m¨¢s espectacular que la primera. Dejando de lado el anecdotario ¡ªel t¨²nel debajo de un penal de m¨¢xima seguridad, los ra¨ªles instalados en el t¨²nel, la moto sobre los ra¨ªles y el capo saliendo tranquilamente de prisi¨®n¡ª, su evasi¨®n probaba definitivamente que el Estado, primero con el PAN y luego con el PRI, no quer¨ªa o no pod¨ªa mantener incomunicado a su narcotraficante estrella.
En el juicio, el Rey Zambada dijo que su antiguo jefe no tuvo que ver con el asesinato de Posadas, que fue cosa de sus anta?o rivales, los hermanos Arellano F¨¦lix. De aquellos, unos est¨¢n muertos y los otros, extraditados.
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