¡°Los empresarios no pueden ser carteristas¡±
Respetado por los pueblos de la selva amaz¨®nica, el industrial Jorge Hoelzel Neto es un ejemplo en quien el mundo deber¨ªa fijarse con urgencia
La goma de borrar de la marca Mercur es un recuerdo en la vida escolar de algunas generaciones de brasile?os. Despu¨¦s surgieron otras, algunas mucho m¨¢s vistosas, pero se sol¨ªa creer que solo esa borraba ¡°de verdad¡± los errores que comet¨ªan ¡ªa pesar de la feroz voluntad de hacerlo bien¡ª los que empezaban en la selva de las letras. Fui uno de esos colegiales, armada con l¨¢piz, pero tambi¨¦n con goma de borrar. Aprend¨ªamos entonces que, por muy buena que fuera la goma, nunca era sencillo o f¨¢cil borrar nuestros errores. Algo siempre resist¨ªa en la hoja del cuaderno, record¨¢ndonos nuestra falibilidad.
D¨¦cadas despu¨¦s, en 2015, participaba en una expedici¨®n en remo, a bordo de canoas, promovida por los ind¨ªgenas del pueblo Juruna, de la aldea M?ratu, y por el Instituto Socioambiental, para constatar y reflexionar sobre la destrucci¨®n provocada por la central hidroel¨¦ctrica de Belo Monte en la regi¨®n conocida como la Vuelta Grande del Xing¨², en el estado de Par¨¢. Avist¨¦ a un hombre muy blanco que remaba silenciosamente junto a un adolescente que despu¨¦s descubr¨ª que era su hijo. ¡°Es Jorge¡±, explic¨® un ribere?o de la denominada Tierra Media. ¡°Siempre est¨¢ con nosotros¡±. Era Jorge Hoelzel Neto, uno de los accionistas de la tercera generaci¨®n de Mercur, una empresa familiar que este a?o cumple 95 a?os.
Eso me intrig¨®. Entonces me enter¨¦ de que la bolsa de agua caliente que sol¨ªa utilizar en invierno hoy se hace con el caucho producido en las reservas extractivas de la Tierra Media, expresi¨®n utilizada para denominar las tierras ubicadas entre el r¨ªo Xing¨² y la carretera BR-163, una de las regiones m¨¢s espectaculares de la Amazonia brasile?a. Y, hoy, una de las m¨¢s presionadas por el robo de tierras p¨²blicas que estalla en toda la selva, estimulado y autorizado por las declaraciones y acciones del gobierno de Jair Bolsonaro. Y, en el estado de Par¨¢, tambi¨¦n por las acciones y declaraciones del gobernador Helder Barbalho.
En m¨¢s de 30 a?os de periodismo, siempre desconfi¨¦ sanamente de los representantes de lo que se denomina ¡°mercado¡±. Y todav¨ªa m¨¢s en la Amazonia, v¨ªctima preferente de proyectos grandilocuentes que han resultado en cat¨¢strofes todav¨ªa m¨¢s grandiosas, concebidos por la iniciativa privada en colaboraci¨®n con diferentes gobiernos, especialmente durante la dictadura militar (1964-1985). Pero no solo eso. La Amazonia guarda las cicatrices de varios desvar¨ªos, como Fordl?ndia, ciudad que Henry Ford construy¨® a orillas del r¨ªo Tapaj¨®s para producir caucho para los neum¨¢ticos de sus coches, entre los a?os 20 y 40 del siglo pasado.
As¨ª que prefer¨ª observar a Jorge Hoelzel durante a?os antes de arriesgarme a escribir sobre ¨¦l y su actuaci¨®n. Quiz¨¢s la observaci¨®n haya sido mutua, porque la primera vez que abord¨¦ el tema, todav¨ªa en aquella expedici¨®n en canoa de 2015, dej¨® claro que no se pavonear¨ªa de hacer cosas buenas en la Amazonia. Los que lo conocen saben que Hoelzel es al¨¦rgico a los trajes, a los autoelogios y a la jerga del medio corporativo. A los 58, se autodefine como un ¡°hombre de familia¡±, con esposa y dos hijos. Lo que le gusta de verdad es estar callado, escuchar mucho y curiosear con sus ojos muy azules de ascendencia alemana acomodados bajo una gorra. Todo esto despu¨¦s de meditar, lo primero que hace por la ma?ana.
Podr¨ªa decirse que el due?o de Mercur ama la Amazonia. Es un hecho. Pero creo que nunca se ha o¨ªdo a nadie que admita lo contrario. Es m¨¢s exacto afirmar que Jorge Hoelzel es un empresario brasile?o que no odia la Amazonia. La mayor¨ªa de los empresarios brasile?os parece que tienen rabia de la selva, donde act¨²an con una mentalidad del siglo XX, o quiz¨¢s todav¨ªa del siglo XIX. Todo lo que hacen es arrancar los recursos minerales de la selva, la utilizan como un cuerpo que al explotan y dejan la destrucci¨®n ambiental y humana en su lugar. O transforman una de las mayores riquezas el planeta en soja o pastos para bueyes. Son tr¨¢gicamente pocos los empresarios que, como Jorge Hoelzel, han alcanzado los desaf¨ªos del siglo XXI y entienden tanto que la selva es estrat¨¦gica para el control del calentamiento global como que la Amazonia puede definir qu¨¦ tipo de futuro nuestra especie y otras tendr¨¢n en las pr¨®ximas d¨¦cadas. Tambi¨¦n han comprendido que la mayor riqueza de la selva es justamente la selva, ella misma, con toda su diversidad biol¨®gica y tambi¨¦n humana.
Mercur se ha convertido en un laboratorio de buenas pr¨¢cticas en la peque?a (y conservadora) Santa Cruz del Sur, ciudad gaucha m¨¢s conocida por las plantaciones de tabaco que se extienden por la regi¨®n. Y tambi¨¦n por la contaminaci¨®n por pesticidas relacionada con un n¨²mero alarmante de suicidios de agricultores. Cada a?o, Hoelzel se desplaza del sur al norte para participar en la Semana del Extractivismo de la Tierra Media (SEMEX), en general organizada en una de las reservas donde viven los ribere?os o en una aldea ind¨ªgena del Medio Xing¨², a algunos d¨ªas de viaje en barco desde Altamira, en el estado de Par¨¢.
Durante d¨ªas, ind¨ªgenas, ribere?os y empresarios como Hoelzel debaten sobre la producci¨®n coordinada por una red de 27 cantinas, una colaboraci¨®n entre varias organizaciones y ¨®rganos socioambientales y algunas asociaciones extractivas y de ind¨ªgenas y por lo menos una de agricultura familiar. Entre 2018 y 2019 se produjeron y comercializaron casi 925 kilos de caucho en forma de l¨¢mina y 5.551 kilos en forma de bloques; 1.410 kilos de harina de mesocarpio de babas¨²; y 1.800 kilos de copayero. En 2018, hubo una producci¨®n r¨¦cord de nueces de Brasil frescas: casi 16.000 cajas, el equivalente a 350 toneladas, que les dej¨® a las comunidades casi medio mill¨®n de d¨®lares. Es importante subrayar: todo eso manteniendo la selva en pie, manteniendo la biodiversidad y manteniendo el modo de vida de los pueblos ind¨ªgenas y ribere?os. Iniciativas como esta, que se extienden por diferentes lugares de la Amazonia brasile?a, muestran que es posible y urgente producir para la vida, y no para la muerte.
En 2019, la SEMEX se ha realizado por primera vez en la ciudad de Altamira, y no en la selva, debido a la falta de seguridad resultante de las declaraciones y acciones de un gobierno que quiere permitir la explotaci¨®n predatoria en las tierras protegidas de la Amazonia. Y que no conoce en absoluto la real riqueza de la selva, producida por ribere?os, ind¨ªgenas y quilombolas (descendientes de esclavos rebeldes que conquistaron el derecho a poseer tierras de forma colectiva) exactamente porque sus tierras est¨¢n protegidas. Jorge Hoelzel estaba en el encuentro. Tras a?os observ¨¢ndolo dentro y fuera de la selva, viendo la relaci¨®n respetuosa que tiene con sus habitantes y el cari?o que hombres y mujeres tan violentados por los blancos demuestran por este t¨ªpico alien¨ªgena del sur, me siento segura para publicar una entrevista en la que Hoelzel puede contar c¨®mo ¨¦l tambi¨¦n se transform¨®, tan vivo como el caucho que compra en la Tierra Media.
Qui¨¦n sabe, quiz¨¢ sus palabras puedan sacudir el polvo de algunas mentes que se ocultan bajo la jerga del mercado. Desde la redemocratizaci¨®n del pa¨ªs, la Amazonia nunca ha estado tan amenazada por un gobierno como ahora. La selva y sus pueblos, humanos y no humanos, necesitan todo el apoyo que sea posible para combatir tanto la ignorancia como la codicia, hermanas siamesas que hoy dominan el Gobierno central.
Durante las dos horas de entrevista, realizada en la ciudad de Altamira, a Hoelzel se le arrasaron los ojos algunas veces. Sabe que por muy buena que sea la goma, nuestros errores no pueden borrarse totalmente. En la Amazonia, se convierten en sangre y fuego.
¡°Queremos actuar en cosas que generen vida, no muerte¡±
Pregunta. ?C¨®mo se involucr¨® su familia con el caucho en Santa Cruz del Sur, en una ¨¦poca en que el caucho proven¨ªa de la Amazonia?
Respuesta. Nuestra familia es muy peculiar. Nunca pensamos que enriquecer era algo importante. Eso no nos iba. Mercur es una empresa familiar, fundada por mi abuelo y mi t¨ªo abuelo. Los dos eran muy inquietos. Siempre ten¨ªan la impresi¨®n de que les faltaba algo. Mi abuelo hablaba con todo el mundo con su transceptor de radioaficionado, era un tipo algo vanguardista. Siempre en busca de cosas que no exist¨ªan. Y ten¨ªa una espiritualidad fuerte, de cura. A veces se formaban colas frente a su casa para que les hiciera una limpieza espiritual. Su hermano ten¨ªa problemas con los neum¨¢ticos, que se rasgaban y no pod¨ªan arreglarlos. Todo era importado. Y cada neum¨¢tico que se estropeaba era una pieza enorme que hab¨ªa que importar. Eso en los a?os 20, justo despu¨¦s de la Primera Guerra Mundial. Entonces, intentaron entender de caucho para solucionar ese problema. Y les gust¨®, porque el caucho no es algo seguro. El caucho es algo vivo.
P. ?Vivo?
R. S¨ª. Principalmente el caucho natural. Significa que trabaja con el tiempo. No es como el pl¨¢stico, que se conforma y solo se terminar¨¢ dentro de 500 a?os. El caucho est¨¢ siempre transform¨¢ndose.
P. Cuando se gradu¨®, ten¨ªa la cabeza formateada para hacer lo que hacen todos: ganar dinero y crecer. ?C¨®mo cambi¨®?
R. Me di cuenta de que estaba en un movimiento que iba hacia otro lado. Empec¨¦ a trabajar en Mercur el 15 de enero de 1986. Estaba algo molesto, porque en la facultad aprendemos que tenemos que crecer, ?no? Y llegu¨¦ a tope de energ¨ªa para crecer, para expandir el negocio. Empezamos a construir un equipo comercial muy fuerte. Convenc¨ª a mi padre de que ten¨ªamos que juntar las cinco empresas y crear una sola. Entonces surgi¨® Mercur S.A. Y est¨¢bamos empezando a fundar un modelo de crecimiento muy fuerte. Creamos otros productos escolares, como el pegamento. Empezamos a importar cosas de China. Ten¨ªamos todas las licencias para ni?os, como Barbie, Disney... Todo lo que sal¨ªa por la tele. Nos pas¨¢bamos todo el tiempo en aviones. Un equipo grande, que viajaba y consum¨ªa. Empezamos a hacer un trabajo fuerte para reposicionar la marca. Pero, cuando terminamos, parec¨ªa que le faltaba alma. La marca era genial, pero no era Mercur. Quer¨ªan que hiciera un lanzamiento en S?o Paulo y que me pusiera un traje elegante, no s¨¦, un Armani. Pero yo no soy un tipo de trajes, ?sabes? ?Mercur no era eso! Entonces me presentaron a S¨¦rgio Esteves, un consultor de S?o Paulo que trabaja con temas de sostenibilidad. Y descubrimos que lo hac¨ªamos todo mal. En aquella ¨¦poca, cre¨ªamos que cogiendo una parte de los beneficios y don¨¢ndolos a una instituci¨®n para viejitos, ni?os, qu¨¦ s¨¦ yo, ya estaba, dej¨¢bamos a todos felices. Y ¨¦l nos mostr¨® que sostenibilidad significaba trabajar para que las personas se sostuvieran por su cuenta.
P. ?Cu¨¢ndo fue eso?
R. Ya en 2007. Yo estaba muy insatisfecho, porque todo el mundo trabajaba demasiado en Mercur. No creo que la vida haya que pas¨¢rsela en la oficina. La vida es mucho m¨¢s que eso. As¨ª que un d¨ªa lo llam¨¦: ¡°S¨¦rgio... No voy a poder dormir si hago una cosa buena por un lado y una cosa que no es buena por otro lado. Quiero juntarlo todo¡±. Y me respondi¨®: ¡°Bueno... Eso va a dar m¨¢s trabajo¡±.
P. ?Y c¨®mo fue?
R. Nuestro cuadro de valores ten¨ªa un dedo de polvo, ya ni lo mir¨¢bamos. Nuestro negocio familiar era ganar dinero. Entonces empezamos a retomar las cuestiones de principios y valores. O sea... ?Qu¨¦ legado queremos dejar? ?Qu¨¦ queremos construir para la sociedad y con la sociedad? ?Para qu¨¦ sirve una empresa? Y empezamos a darnos cuenta de que la empresa no sirve para sacarle dinero a la sociedad, sino para promover alg¨²n bienestar para la sociedad. Y eso nos afect¨® mucho. Tanto que, la primera vez que habl¨¦ sobre Mercur, hice una diapositiva en PowerPoint que mostraba a un carterista. Nos sent¨ªamos carteristas. ?Por qu¨¦? Porque toda nuestra estrategia de mercado era llegar lo antes posible al bolsillo del consumidor, antes que la competencia, para vaciarle la cartera. Y para que no tuviera dinero para comprarle a la competencia despu¨¦s. Esa hab¨ªa sido siempre nuestra estrategia.
P. ?Cree que la mayor¨ªa de las empresas son carteristas?
R. S¨ª, s¨ª. Creo que lo son de verdad. Y ni siquiera se dan cuenta. Y la sociedad tampoco se da cuenta de que funcionan as¨ª. Nosotros intentamos vernos desde el otro lado del mostrador. Una parte del d¨ªa, soy el empresario que quiere vender el m¨¢ximo de productos posible, lo m¨¢s caros posible, con el mayor beneficio posible. Cuando me pongo del otro lado del mostrador, paso a ser el consumidor, quiero tener el mejor descuento y el mejor producto. ?C¨®mo es posible que los dos se entiendan? Nos dimos cuenta de que ten¨ªamos que construir algo que nos hiciera querer estar tambi¨¦n del otro lado, del lado del consumidor. As¨ª que volvimos a los principios de los fundadores y de la familia. Y uno de nuestros principios es actuar en funci¨®n de la vida. No queremos actuar en funci¨®n de cosas que no creen vida. O que creen muerte. Eso no puede ser solo un cuadro colgado en la pared. Tiene que formar parte del d¨ªa a d¨ªa de la empresa. Entonces fuimos a S?o Paulo, reunimos un mont¨®n de pedagogos, profesores, para entender cu¨¢ndo le hac¨ªamos bien a la educaci¨®n y cu¨¢ndo le hac¨ªamos mal a la educaci¨®n. Fueron muy directos: ¡°Miren, ustedes est¨¢n bien, sus productos licenciados est¨¢n muy bien, pero son un horror para la educaci¨®n. Adem¨¢s de no servir para nada, encima generan bullying. Y generan desperdicios. Y generan un gasto innecesario para los padres. Porque un producto que cuesta 1 real, con el r¨®tulo de Barbie va a costar 3¡±. Eso nos afect¨® mucho, porque gan¨¢bamos mucho dinero con aquel negocio de importaci¨®n de China. Era muy f¨¢cil, ?no? Cuando tienes la licencia, solo t¨² vendes aquel producto. No tienes ni siquiera que esforzarte para venderlo.
P. ?Cu¨¢nto representaban los productos licenciados en la facturaci¨®n de Mercur?
¡°No podemos enga?ar a los ni?os y hacer que los padres se gasten dinero porque s¨ª¡±
R. Un 12% o 13% de la facturaci¨®n. Pero en realidad m¨¢s, porque atra¨ªan otros productos de Mercur. La rentabilidad era mucho mayor, porque eran productos que llegaban baratos de China y se les pon¨ªa un precio todav¨ªa mayor que al producto que llevaba la marca Mercur. Tardamos m¨¢s de un a?o en decidirnos a sacarlos del mercado. Cuando termin¨® el a?o escolar de 2014, anunciamos que no trabajar¨ªamos m¨¢s con productos licenciados. Fue un terremoto. ¡°?Est¨¢is locos! ?Est¨¢is tirando el dinero! ?Ya no quer¨¦is ganar dinero?¡±. Empezamos a visitar a los clientes y a explicarles qu¨¦ est¨¢bamos pensando y haciendo. En aquel momento, fue muy importante una caracter¨ªstica de Mercur que la empresa nunca perdi¨®. Siempre tuvimos una relaci¨®n con los clientes muy fuerte. Casi una amistad. Hacemos las reuniones en la cocina. No en un restaurante de lujo. Ni siquiera necesitamos mesa. Tenemos piernas, y ponemos el pedido encima de la pierna. Eso fue importante.
P. ?Pero aun as¨ª baj¨® la facturaci¨®n? ?Cu¨¢nto?
R. En un a?o, la facturaci¨®n baj¨® un 15%. As¨ª que fue fuerte. Mucha gente dentro de la empresa no lo ve¨ªa con buenos ojos. Me preguntaban: ¡°Vamos a tener otro personaje en Mercur, ?no?¡±. No. No queremos tener un personaje para hacer creer a la gente que est¨¢ comprando algo que no podemos darle. Comprar¨¢n una goma, y no un personaje. Imag¨ªnatelo. Llegamos a tener la licencia de Hot Wheels. Lanzamos una colecci¨®n de coches. Los ni?os pod¨ªan tener hasta 15 gomas de borrar. ?Qu¨¦ locura! Necesitan dos al a?o, ?por qu¨¦ tienen que comprar 15? Pero, claro, los ni?os se lo piden a los padres. No se puede. Nuestro papel no es enga?ar a los ni?os y hacer que los padres se gasten dinero porque s¨ª. Nuestro papel es hacer que un producto cumpla su funci¨®n. Pasamos a tener un sistema propio de creaci¨®n de productos. Donde pueden entrar el usuario, el distribuidor y el vendedor. Tenemos productos para el ¨¢rea de la educaci¨®n, vienen pedagogos, profesores y nos ayudan a crear el producto. En el ¨¢rea de la salud, donde tambi¨¦n actuamos, vienen fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, m¨¦dicos, usuarios. Todo el mundo ayuda a construir nuestros productos.
P. Deme un ejemplo.
R. Las pedagogas nos dijeron en una reuni¨®n que hab¨ªa que crear productos para personas con deficiencia, porque esas personas, que antes se quedaban escondidas en casa, estaban entrando en la sociedad y necesitaban productos adaptados a ellas. Y los que hab¨ªa eran importados y muy caros. Entonces creamos un proyecto que denominamos ¡°Diversidad en la Calle¡±. Quer¨ªamos entender la diversidad. Fue un proceso de cocreaci¨®n. Si los dedos de la persona no tienen movimiento, por ejemplo, se puede crear un dispositivo para que pueda sujetar un bol¨ªgrafo. ?ramos una empresa de ingenieros y contables. De repente, nos convertimos en una empresa con pedagogos, antrop¨®logos, fisioterapeutas, etc. La empresa necesitaba tener la diversidad del mundo en su interior. Y todo ese nuevo camino hizo que empez¨¢ramos a retirar productos del mercado.
P. ?Como cu¨¢les?
R. Desarrollamos una cinta de caucho para la industria del tabaco, por ejemplo. Porque las cintas eran de PVC y pod¨ªan ser t¨®xicas. Las desarrollamos porque Santa Cruz del Sur es la tierra del tabaco. Y empezamos a exportarlas. Entonces, un d¨ªa me acost¨¦ y me levant¨¦ pensando: ¡°?Realmente queremos ganar dinero con la cinta de tabaco? No tiene el menor sentido para nosotros¡±. No queremos estar en negocios como el tabaco, las bebidas alcoh¨®licas, las armas, productos que maltraten a los animales ni, obviamente, empresas que se benefician del trabajo infantil. No queremos tener nada que ver con esos negocios. As¨ª que le comunicamos a la empresa de tabaco que no har¨ªamos m¨¢s aquel producto... Aquello produjo un terremoto en la ciudad. Todav¨ªa era un negocio peque?o, pero, como m¨ªnimo, esper¨¢bamos llegar a los 50 millones de d¨®lares al a?o. Tuve que explicarles a los amigos que no quer¨ªa enviar a la quiebra a la industria del tabaco, solo no quer¨ªamos participar en ella.
P. ?De qu¨¦ otro producto desistieron en nombre de los principios?
R. Unos tipos nos pidieron una pieza que se vender¨ªa al Ej¨¦rcito argentino. Les pregunt¨¦: ¡°?Para qu¨¦ se utilizar¨¢?¡±. Era para apoyar el brazo al agarrar la ametralladora, o el lanzagranadas... o no s¨¦ qu¨¦... ¡°?Ah! ?Que vamos a hacer una pieza para agarrar un lanzagranadas?¡± Y me dec¨ªan: ¡°?Bah! Pero, mira, as¨ª no se van a hacer da?o¡±. Pero no es para ese tipo de bienestar que quer¨ªamos trabajar, ?no? Imag¨ªnatelo. El bienestar del tipo que va a disparar a otro. Tambi¨¦n vend¨ªamos muchas piezas t¨¦cnicas, para m¨¢quinas agr¨ªcolas. Marcas grandes. Pero nunca fuimos muy a favor de esas plantaciones enormes, aquellas m¨¢quinas agr¨ªcolas que esparcen veneno por todas partes. Entonces, vendimos esa parte del negocio a una empresa de S?o Paulo. De esta forma, Mercur est¨¢ encogiendo desde hace unos a?os.
P. ?Cu¨¢nto?
R. En realidad, no hemos disminuido. Lo que pasa es que hemos parado de crecer. Tenemos la misma facturaci¨®n que en 2012.
P. ?Cu¨¢nto facturan?
R. Hoy, unos 35 millones de d¨®lares al a?o, y tenemos 650 puestos de trabajo directos. Y ya no vamos al banco a invertir el dinero. Fue una soluci¨®n importante para nuestra jornada. Nos deshicimos de lo que ya no quer¨ªamos y vamos a dedicarnos a desarrollar productos en las ¨¢reas de la salud y la educaci¨®n.
P. Deme un ejemplo.
R. Tenemos una l¨ªnea de muletas, bastones, andadores de aluminio. Pero quer¨ªamos reducir el aluminio, porque no creemos que sea bueno para la salud. Tambi¨¦n lo quer¨ªamos quitar porque consume mucha energ¨ªa. Entonces, montamos un proyecto llamado ¡°Colabora¡± para desarrollar productos nuevos, como una muleta con el m¨ªnimo de aluminio posible. Un grupo tuvo ¨¦xito e impulsamos su idea, como si fuera una peque?a startup. La estamos desarrollando para producirla en Brasil. Y, para ello, estamos montando la f¨¢brica en Santa Cruz. Otra l¨ªnea de productos es en el ¨¢rea de la educaci¨®n. Tenemos aquel pegamento blanco, para ni?os. Bien tradicional. Pero queremos un pegamento que no tenga petr¨®leo. Estamos trabajando para desarrollar un pegamento at¨®xico, sin petr¨®leo. Y as¨ª con todo.
P. ?C¨®mo entr¨® la selva amaz¨®nica en este proyecto m¨¢s amplio de transformaci¨®n de la empresa?
R. Nuestro proyecto en la Tierra Media empez¨® en 2010. Hasta entonces, solo compr¨¢bamos caucho de S?o Paulo y, eventualmente, lo import¨¢bamos, cuando faltaba en Brasil. Mis abuelos lo compraban en la Amazonia, pero, despu¨¦s, la producci¨®n de caucho en la selva se desestructur¨®. Y se incentiv¨® la compra del caucho del interior del estado de S?o Paulo, porque se cre¨® una gran estructura, con grandes plantaciones. Se volvi¨® natural comprar caucho de S?o Paulo. Entonces habl¨¦ con [el socioambientalista] Andr¨¦ Villas-B?as, del Instituto Socioambiental, en S?o Paulo. Empezamos a enviar a nuestra gente a las reservas extractivas de la Tierra Media, para entender c¨®mo podr¨ªamos comprar caucho de los ribere?os. En 2012 o 2013 empec¨¦ a ir yo mismo, porque quer¨ªa entender.
¡°En la Amazonia encontr¨¦ a gente que no quiere sacarte nada, pero que est¨¢ lista para ofrecerte todo lo que tiene¡±
P. La Tierra Media no es un lugar com¨²n. Es muy impactante incluso para quienes conocen otras Amazonias. ?C¨®mo fue para usted?
R. Para m¨ª fue casi un ¨¦xtasis. Y la maravilla de hacer el viaje en barca... ?Fue incre¨ªble! Dormir en hamacas, ir en canoa. Parec¨ªa como si siempre lo hubiera llevado dentro. Fue m¨¢gico, de verdad. Volv¨ª lleno de picaduras de todo tipo. Pero fue m¨¢gico. Entonces empec¨¦ a ir todos los a?os, para entender el proceso. Empec¨¦ a reflexionar sobre c¨®mo me conectaba con el ser humano, la naturaleza. All¨ª encontr¨¦ el ser humano que ya no encontraba en la ciudad. Fue un encuentro con personas. Personas que no quieren sacarte nada, pero que est¨¢n listas para ofrecerte todo lo que tienen. [Los ribere?os] te lo dan todo, ?no? Te abren su casa. Llega una canoa con 15 personas, te abren su casa, te reciben, te dan su comida, que muchas veces les falta a ellos. ?Sabes? Aquello me sorprendi¨® en cierta forma. ?Caramba! ?Qu¨¦ mundo tan diferente! Es algo tan diferente, que ya no conseguimos volver a vivir en la ciudad. Fue as¨ª... Solo fui comprobando que ten¨ªamos raz¨®n. Esto de aqu¨ª [la selva] es la vida, ?no? ?Y c¨®mo podemos llevarla de vuelta a la ciudad?
P. ?Este cambio tiene alguna relaci¨®n con una idea de reparaci¨®n? En el pasado, Mercur, como otras empresas, dejaron de repente de comprar caucho de la Amazonia porque el caucho de Malasia, y despu¨¦s de S?o Paulo, era m¨¢s barato. No hubo ninguna preocupaci¨®n social en aquel momento, solo las ganancias...
R. No creo que sea una cuesti¨®n de reparaci¨®n solo por lo que hicimos en el pasado, sino por toda la econom¨ªa regenerativa. Buscamos regenerar nuestra econom¨ªa, regenerar nuestras posibilidades de obtener materias primas naturales. Nada m¨¢s justo que acceder a las materias primas donde nacen. Y el caucho nativo naci¨® en la Amazonia. Este es el camino que estamos tomando para hacer este rescate, un rescate de la econom¨ªa en general, no solo de Mercur. S¨ª, Mercur particip¨® en el movimiento de comprar caucho m¨¢s barato de Malasia y tal, por lo que tenemos una parte de culpa en esa cuesti¨®n. Pero creo que queremos regenerar no solo por la culpa que sentimos, sino por el modelo econ¨®mico. ?C¨®mo vamos a buscar un modelo econ¨®mico que se sustente a lo largo del tiempo? Nos damos cuenta de que ese modelo econ¨®mico de buscar siempre lo m¨¢s barato no se sostiene.
P. Todav¨ªa es poco el caucho que proviene de la Amazonia, ?no?
R. Solo el 2%. El resto todav¨ªa viene del interior de S?o Paulo.
P. ?Y se prev¨¦ que aumente?
R. Creo que s¨ª, ?sabes? Creo que s¨ª. Estamos haciendo lo mismo en el estado de Acre.
P. ?Por qu¨¦ es tan poca la cantidad todav¨ªa?
R. Creo que los ribere?os reci¨¦n est¨¢n volviendo al caucho. No es un trabajo f¨¢cil. Los extractores normalmente van solos al interior de la selva. Se pasan por lo menos toda la ma?ana cortando, y luego tienen que volver a buscar el l¨¢tex. Cuando vuelven a casa, tienen que producir r¨¢pidamente una l¨¢mina o un bloque, porque si no el caucho se coagula y ya no sirve para nada. Es un trabajo duro comparado con la pesca o la recolecci¨®n de nueces, por ejemplo. Pero siempre hay caucho. Y no siempre hay nueces. Llegamos a discutir sobre si ten¨ªamos que ponerles una meta a los ribere?os o darles alg¨²n premio para que aumentaran la producci¨®n. Pero creo que no. Creo que no ser¨ªa justo. Creo que tienen su vida. Y no quiero que cambien su vida para extraer caucho para Mercur, ?sabes? Creo que el caucho tiene que ser uno de los productos de su vida. Ellos cazan, pescan, recolectan otras cosas, como el copayero... Tienen tantas cosas que hacer en la selva. El caucho es solo una m¨¢s.
P. Si les dieran premios o les pusieran metas, estar¨ªan imponiendo la l¨®gica del sistema capitalista a una realidad totalmente diferente y, as¨ª, violando el modo de vida ribere?o...
R. ?Exacto! Y eso es lo que no queremos.
P. En 2018, por primera vez, la SEMEX [Semana del Extractivismo de la Tierra Media] tuvo lugar en una aldea ind¨ªgena, Tukaya, del pueblo Xipaya. ?C¨®mo fue esa experiencia para usted?
R. Hace unos dos o tres a?os, Marcelo Salazar [coordinador del Instituto Socioambiental en Altamira], me pregunt¨®: ¡°?Habr¨ªa alg¨²n problema si los ind¨ªgenas entraran? Quieren extraer caucho¡±. Le contest¨¦: ¡°Mira, Marcelo... Si la Funai [Fundaci¨®n Nacional del Ind¨ªgena] permite que se lo compremos, no tengo absolutamente nada en contra. ?Qu¨¦ bien que puedan entrar tambi¨¦n! ?No?¡±. Y, desde entonces, empezaron a participar. El a?o pasado, cuando el encuentro fue en la aldea Tukaya, ?madre m¨ªa! Su caucho es el mejor que hemos comprado nunca. Es impresionante su dedicaci¨®n, su cuidado. Creo que eso pasa porque est¨¢n juntos, ?sabes?
P. S¨¦ que el caucho de la Amazonia les sale m¨¢s caro que el de S?o Paulo. ?Cu¨¢nto?
¡°Al pagar barato, algo puede salir mucho m¨¢s caro: la vida¡±
R. El de la Amazonia cuesta casi el doble.
P. ?Y por qu¨¦ deciden pagar dos veces m¨¢s por un caucho que pueden tener por la mitad de precio?
R. Porque tenemos que pensar m¨¢s en lo que sale caro, no en lo que sale barato. En todos los sentidos. Primero: la calidad del caucho, en un cauchal nativo, es muy superior a la calidad del caucho de un cauchal cultivado. Ese es el primer punto. Segundo: en un cauchal cultivado, la producci¨®n es a gran escala. Un ¨¢rbol plantado al lado de otro. No nace nada m¨¢s en medio del cauchal. En la Amazonia, el cauchal es una carretera en medio de la selva. En esta carretera hay caucho, nueces, caza, pesca. Es una comunicaci¨®n completamente diferente del cauchero con su vida. Es una selva.
P. ?El cauchal cultivado es como un latifundio de soja, solo que con siringas?
R. S¨ª, es un cultivo a gran escala. Y no estoy muy a favor de un ¨²nico cultivo en una tierra. Creo que la tierra tiene que tener m¨¢s cosas. Para cultivar a gran escala tienes que matar un mont¨®n de cosas alrededor, ?no? Y entonces la tierra ya no es algo natural. Es algo construido. El tipo que extrae caucho en los cultivos es un asalariado. En la selva, el cauchero es el due?o de la situaci¨®n. ?l decide cu¨¢ndo va a descansar, cuando se va a echar la siesta, si puede, si tiene que levantarse a las cinco de la ma?ana, o a las seis o a las siete... Es su decisi¨®n. Al trabajador del cauchal cultivado lo contratan para tantas horas, para traer tantos kilos de caucho. Es diferente. Este es otro punto. Y es un punto importante. Otra cuesti¨®n es que, para cultivar caucho en el interior del estado de S?o Paulo, primero se tiene que destruir una selva nativa. En la Amazonia, no destruyes nada. Al contrario, mantienes la selva en pie. Y, cuanta m¨¢s diversidad hay, incluso mejor, porque el ribere?o tendr¨¢ m¨¢s cosas para recolectar, para llevarse a casa. Esa diversidad es importante. Por eso creemos que es importante extraer el caucho en la selva amaz¨®nica.
P. Me parece que la mayor¨ªa de las personas no entienden que mantener la selva en pie tiene un valor. O mejor. Entienden el valor. Pero no entienden que tendr¨¢n que pagar por ello. O no entienden que lo que parece barato, en general implica la destrucci¨®n de la selva, que costar¨¢ la vida m¨¢s adelante. Y no solo la vida del ribere?o o del ind¨ªgena, sino la suya tambi¨¦n. Ya no se puede pensar en barato y caro sin poner el coste ambiental en la ecuaci¨®n, sin introducir en el c¨¢lculo la crisis clim¨¢tica... El valor hoy tiene que pensarse en otros t¨¦rminos.
R. Es la propia diversidad, ?no? Cuando se cultiva algo en la selva, no hay que destruir todo lo que est¨¢ a su alrededor. ?C¨®mo creas una poblaci¨®n m¨¢s diversa de plantaciones all¨ª, que te da m¨¢s vida, que te trae m¨¢s vida? Ese es el papel del caucho nativo, de la siringa nativa. Es estar en medio de otros.
P. Estar en medio de otros es la clave para vivir en este mundo, ?no? Pero h¨¢bleme m¨¢s sobre el coste de mantener la selva en pie, porque creo que la mayor¨ªa de sus colegas empresarios est¨¢ lejos de entenderlo.
R. Me viene la cuesti¨®n de la finitud de nuestro planeta. Cuando digo que todo el mundo tiene que pagar por mantener la selva en pie, es eso mismo. La Amazonia no es solo de Brasil. La Amazonia es de todo el mundo. Todo es de todo el mundo. El campo, en el estado de R¨ªo Grande del Sur, donde se cr¨ªa ganado, tambi¨¦n es de todo el mundo. Si no se produce un acuerdo mundial sobre lo que tenemos que hacer para cuidar nuestro planeta, ?c¨®mo vamos a vivir aqu¨ª? Parece que estamos separados en tribus. La tribu de all¨ª, la tribu de aqu¨ª. Y el de all¨ª dice que aquello es suyo, el de aqu¨ª dice que aquello es suyo. Pero no. En realidad, no. Todo lo que hacemos aqu¨ª repercute all¨ª, y lo que hacemos all¨ª repercute aqu¨ª. ?Cu¨¢ndo vamos a concienciarnos de que tenemos que unirnos m¨¢s como seres humanos que somos, para cuidar de lo que hacemos? Solo estamos poniendo m¨¢s gente en el mundo, estamos procreando a una velocidad feroz. No estoy en contra de que nazca gente, no es eso. Pero vamos a tener que aprender a vivir. Cada uno solo se mira el ombligo. Mira sus posesiones, mira c¨®mo va a hacer que crezca lo que tiene y c¨®mo va a adquirir m¨¢s. Pero no es suyo. No es suyo. Esa es la cuesti¨®n.
P. ?Y c¨®mo puede colaborar un empresario para rescatar el sentido de comunidad?
R. Cuando un empresario define que tiene que hacer que su negocio le sirva a la sociedad, tiene que entender a la sociedad a la que quiere servir. Y esa sociedad tiene que decirle c¨®mo quiere que le sirva. ?C¨®mo empezamos a construir una vida realmente m¨¢s comunitaria? Creo que nos hemos olvidado de las comunidades. El a?o pasado, cuando estaba en la aldea Tukaya, me vino muy fuerte esto de la comunidad. Habl¨¦ un poco con el cacique, quer¨ªa entender qu¨¦ hac¨ªan en aquella maloca ah¨ª en medio. Me dijo: ¡°Aqu¨ª hacemos nuestras ceremonias, nuestras danzas. Y, cuando alguien se pelea, agarro a los dos que se han desentendido y me los llevo dentro. Los miro hablar. Solo salen de ah¨ª cuando resuelven el problema que tienen¡±. Yo le contest¨¦: ¡°?Caramba, qu¨¦ lejos estamos de este verdadero cultivo de la comunidad!¡±. Creo que ser comunidad es lo que nos falta. La crisis clim¨¢tica es el resultado de lo que no entendemos. De esa individualidad muy fuerte, en que cada uno piensa solo en s¨ª mismo y nadie quiere conversar con el otro para saber qu¨¦ piensa. Nos aislamos. Pero faltan piezas en este rompecabezas.
P. ?Qu¨¦ piezas?
R. Me he dado cuenta de que las personas hacen lecturas en las que faltan piezas. Como un rompecabezas que uno quiere terminar de cualquier manera, pero falta una pieza. Como, por ejemplo, la cara de alguien. Pero le falta la oreja. ?Y c¨®mo lo hacemos sin la oreja? Y dicen: ¡°No pasa nada, lo terminamos as¨ª mismo¡±. Parece que el raciocinio funciona as¨ª hoy en d¨ªa. Me parece que muchos empresarios no se dan cuenta de que la pieza que falta tiene un coste. Por ejemplo. Compro caucho qu¨ªmico porque es m¨¢s barato. Es m¨¢s barato porque no es vivo como el caucho natural, entonces no se va a deteriorar tan r¨¢pido. Todo parece m¨¢s f¨¢cil. Qu¨¦ bien, ?no? Pero no. ?C¨®mo se produce? ?Lo extraen del petr¨®leo? ?Cu¨¢nto cuesta el transporte? ?Qu¨¦ energ¨ªa tiene que utilizarse para transformar ese petr¨®leo en caucho? ?Y para extraerlo de la tierra? Esos son los costes que no vemos. Y tenemos que verlos. Es la oreja que le falta a la cara. Tenemos que traer de vuelta la oreja. Entonces sabremos cu¨¢l es el coste real, tendremos el rompecabezas completo. Porque alguien paga ese coste. Y, en el caso de la selva, todos lo pagamos. Solo que la gente no se da cuenta. Solo empieza a darse cuenta cuando llegan los cambios clim¨¢ticos. Pero entonces ya es dif¨ªcil cambiar el curso. Y me doy cuenta de que todav¨ªa es peor, porque no est¨¢ expuesto para que la gente lo vea. Un n¨²mero extremamente reducido de personas lo ve, y son las que tienen el control. Somos nosotros, los empresarios, los que tenemos el control sobre esto. Pero mucha gente hace la vista gorda, dicen que lo olvidemos, que vayamos por un camino m¨¢s f¨¢cil, o afirman que la tecnolog¨ªa encontrar¨¢ la soluci¨®n para todos los problemas. Creo que es muy bonito eso de la tecnolog¨ªa. Pero ?es eso lo que necesitamos? Si ponemos todos los costes sociales y ambientales de una cadena entera de producci¨®n del caucho sint¨¦tico, ?realmente es m¨¢s barato que el caucho natural? ?De verdad lo es?
P. Porque solo si se elimina el coste socioambiental sale m¨¢s barato, ?no? Y, hoy, el coste socioambiental es la diferencia entre vivir en un planeta en mal estado o en un planeta hostil.
¡°Las ONG que conozco en la Amazonia trabajan con la dignidad de las personas¡±
R. Exacto.
P. ?Qu¨¦ impacto tuvo esta experiencia amaz¨®nica en otros negocios?
R. El modelo de hacer negocio cambia. Y el lugar adonde vamos a buscar la materia prima que utilizamos. Eso tambi¨¦n cambia. Utilizamos mucho tejido de algod¨®n para algunos productos del ¨¢rea de la salud, como cabestrillos, por ejemplo. Entonces nos preguntamos: ¡°?D¨®nde est¨¢ el algod¨®n ecol¨®gico en Brasil?¡±. Y lo descubrimos en Porto Alegre. Hay una asociaci¨®n, en las callejuelas detr¨¢s del aeropuerto. Una asociaci¨®n de mujeres que se llama ¡°Justa Trama¡±. Tienen una relaci¨®n con unos agricultores del estado de Cear¨¢ que plantan algod¨®n agroecol¨®gico. Una empresa del estado de Minas Gerais hace el hilado, hace el tejido, y ellas compran ese tejido y hacen productos. Entonces, a trav¨¦s de ellas, los conocimos, y fui a parar al interior de Cear¨¢. Estamos siempre queriendo encontrar d¨®nde est¨¢n estos movimientos de vida. Para poder traducirlos y llevarlos a la ciudad.
P. ?C¨®mo es el movimiento de vida en las reservas extractivas de la Tierra Media?
R. Creo que est¨¢ muy bien construido y muy bien organizado. Me gusta mucho elogiar a las instituciones, las organizaciones no gubernamentales que trabajan en la regi¨®n, como el Instituto Socioambiental y el Imaflora, por ejemplo. Porque estas organizaciones trabajan con la dignidad de las personas. Conoc¨ª a un chico hace unos a?os. Hab¨ªa dejado la selva, se fue a la ciudad y acab¨® drog¨¢ndose. Entonces se dio cuenta de que no era por ah¨ª, que ten¨ªa que volver a la selva. Y volvi¨®. Este es el tipo de movimiento que hacen estas organizaciones. De mostrar caminos que no sean los de la violencia y de la ilegalidad, caminos que respetan la autonom¨ªa y la dignidad de las personas. Les dan a las personas la opci¨®n de elegir, les muestran que pueden elegir por s¨ª mismas por d¨®nde prefieren ir. Creo que eso es muy importante. Hace algunos a?os, los ribere?os y los ind¨ªgenas no se sentaban a la mesa. Estaban apunt¨¢ndose los unos a los otros con armas, con el arco y la flecha. Hoy est¨¢n juntos, construyendo algo. Presenciar eso me emociona mucho.
¡°La verdad solo aparece cuando todo el mundo est¨¢ junto¡±
P. ?C¨®mo ve el actual contexto pol¨ªtico brasile?o, en el que el gobierno de Bolsonaro defiende que se permita la explotaci¨®n de las ¨¢reas protegidas de la selva, como la de los ind¨ªgenas, ribere?os y quilombolas, por parte de la agroindustria y las empresas mineras?
R. Creo que este gobierno no tiene sensibilidad. Porque no conoce la realidad o no la quiere conocer.
P. ?Cu¨¢l de las dos opciones cree que es?
R. Creo que tienen los medios para conocerla. Por lo tanto, si no la conocen es porque no quieren, ?no? El Gobierno est¨¢ tomando algunas decisiones sin conocer la realidad, sin conocer el impacto de las decisiones que toma. En la empresa, cuando queremos desarrollar un producto, nos juntamos todos los que est¨¢n implicados con aquel producto. ?Por qu¨¦? Porque todos traen su problema. El comerciante trae su problema, el usuario trae su problema, la industria trae su problema, el proveedor trae su problema. Para poder llegar a algo que le sirva m¨ªnimamente a todo el mundo. No ser¨¢ 100% para nadie. Si es 100% para alguien, ?es que est¨¢ mal! Todo el mundo tiene que ceder en algo. Miro a este gobierno y pienso: ¡°Jo, estos tipos por lo menos tienen que entrar en la selva, tienen que conocerla, tienen que ver la realidad¡±. Quiz¨¢ tengan que estudiar un poco m¨¢s, quiz¨¢ tengan que vivir un poco m¨¢s, ?no?
P. ?Y por qu¨¦ es as¨ª?
R. Parece que est¨¢n uno contra el otro, parece que al otro lo ven como una barrera. Mientras el Gobierno no vea que est¨¢ gobernando para todo un pueblo, no importa si le ha votado o no, ser¨¢ dif¨ªcil. Si quiere ser el gobierno de un pa¨ªs, tiene que fijarse en todo. No puede decir: ¡°Ah, voy a hacerlo como me d¨¦ la gana¡±. No. Si no, no es un Gobierno. Tanto da de qu¨¦ lado est¨¦, ser¨¢ una dictadura. Porque impondr¨¢ su verdad. Y la verdad de nadie es una verdad absoluta. La verdad solo aparece cuando todo el mundo est¨¢ junto. Cuando los libros se abren. Entonces aparece la verdad. En cierto modo, todo el mundo en Brasil estaba conquistando el derecho de poner su palabra en la historia, ?no? Me parece que este gobierno le est¨¢ quitando a algunas personas la oportunidad de escribir su parte en la historia.
¡°La verdad solo aparece cuando todo el mundo est¨¢ junto¡±
P. ?C¨®mo analiza a sus pares, eso que se llama ¡°mercado¡±? Una parte importante del empresariado fue protagonista del impeachment de Dilma Rousseff y despu¨¦s apoy¨® a Jair Bolsonaro...
R. Creo que fue una ilusi¨®n, y cre¨ªmos en esa ilusi¨®n. Esa ilusi¨®n nos muestra caminos que nos hacen creer que no hay otra opci¨®n. El camino del avance econ¨®mico y financiero, me parece, muestra que la soluci¨®n ser¨ªa seguir creciendo. El modelo econ¨®mico es de crecimiento infinito. Promete un crecimiento infinito. Y eso no es verdad. El crecimiento infinito no existe. Todo para de crecer en alg¨²n momento. El planeta es finito. Entonces, ?c¨®mo esperamos mantener un crecimiento infinito en un planeta finito? ?Qu¨¦ tecnolog¨ªa podr¨¢ hacerlo posible? Puede que yo sea muy burro y no entienda de tecnolog¨ªa, pero no creo que funcione. Creo que la tecnolog¨ªa ayuda mucho, pero no lo resuelve todo. Tenemos que entender que somos una comunidad. Y no solo una comunidad humana. Se trata de una comunidad humana que convive con otras comunidades. Nos creemos los reyes del mambo. Podemos hacerlo todo y dominarlo todo. Pero la realidad nos est¨¢ mostrando que no tenemos tanto poder. ?Sabes qu¨¦ opino? Cuando te he dicho antes que Mercur era una empresa de ingenieros y contables, pues es eso. Antes solo ten¨ªamos la visi¨®n del ingeniero y del contable. Empezamos a traer otros puntos de vista y pasamos a ver m¨¢s. Pero... ?Una f¨¢brica de caucho con antrop¨®logos? ?Ad¨®nde vais? Ya, pero es que la vida no es solo la f¨¢brica de caucho. Hay otras cosas a su alrededor, ?no? Al igual que la selva no es un solo ¨¢rbol. Hay varios ¨¢rboles a su alrededor. Y esos otros ¨¢rboles lo sustentan para que pueda sobrevivir el tiempo que tiene que sobrevivir, y ¨¦l tambi¨¦n ayuda a que los otros sobrevivan. Vivimos en la diversidad, no en el individualismo.
P. ?Es usted un empresario que no quiere crecer?
R. No es que no quiera crecer, pero no es mi objetivo principal. No es lo que busco. No es para eso que trabajo. Si crezco es porque alguien cree que lo que hago es bueno. Y desde que mi crecimiento no moleste a otras cosas. Pero, si no puedo crecer, no pasa nada. Nuestra responsabilidad, hoy, es mucho mayor. Si la responsabilidad es crecer, es f¨¢cil. Derribando a los otros, vas creciendo. Ahora, la responsabilidad de hacer las cosas de una forma que se sostenga econ¨®micamente, ambientalmente, socialmente y humanamente, es mucho m¨¢s dif¨ªcil. Es eso lo que queremos que funcione. No crecer. Mi b¨²squeda actual es vivir conforme. Y es muy dif¨ªcil vivir conforme con todo lo que crees.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes ¨C o Avesso da Lenda, A Vida Que Ningu¨¦m v¨º, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos, y de la novela Uma Duas. Sitio web: desacontecimentos.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: @brumelianebrum.Facebook:@brumelianebrum
Traducci¨®n de Meritxell Almarza
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