Un infierno llamado Coatzacoalcos
La masacre en un bar del Estado mexicano de Veracruz, que se sald¨® con al menos 29 muertos y 8 heridos, revive los peores fantasmas de la violencia que azota al pa¨ªs
A Nayeli Irineo le daba miedo ir al trabajo, pero no pod¨ªa dejarlo. Su sueldo como bailarina era el sustento de sus padres, su hermano m¨¢s peque?o y sus dos hijos, de tres y cinco a?os. Procuraba no meterse en problemas con nadie. Tomaba todas las precauciones posibles. El martes pasado un comando armado incendi¨® El Caballo Blanco, el bar donde trabajaba. La masacre dej¨® al menos 29 muertos y 8 heridos. "Cuando nos dijeron que muri¨® asfixiada no lo pod¨ªamos creer", cuenta Carlos G¨®mez, su t¨ªo, mientras trata de contener la impotencia: "Ten¨ªa 24 a?os". Nunca antes un ataque hab¨ªa conmocionado tanto a Coatzacoalcos, una de las ciudades m¨¢s peligrosas del Estado de Veracruz y de M¨¦xico. "Esta es nuestra realidad, el tema es que nunca sabes cu¨¢ndo te va a tocar y esta vez le toc¨® a Nayeli", dice G¨®mez resignado. Todos los d¨ªas se respira la violencia, pero hoy la desesperanza sofoca.
Las primeras noticias comenzaron a salir pasadas las diez de la noche. Los agresores irrumpieron en el bar, abrieron fuego contra los asistentes y despu¨¦s lo hicieron arder. Algunos testigos dicen que con c¨®cteles molotov, otros afirman que vieron granadas y gasolina, todos escucharon el estruendo de las explosiones. Antes de que empezara el incendio, los atacantes bloquearon las puertas de salida para que nadie pudiera escapar. Pocos sobrevivieron. Los ¨²ltimos cuerpos fueron rescatados sobre las seis de la ma?ana. Varios cordones policiales desperdigados custodian la escena del crimen 24 horas m¨¢s tarde, dos uniformados con pasamonta?as hacen guardia con armas largas y la luz de las sirenas alumbra la fachada del local, que permanece casi intacta. Atr¨¢s quedaron las ambulancias, los peritos y los destrozos, hacia dentro todo es oscuridad.
"Me enter¨¦ por Facebook y manej¨¦ [conduje] toda la noche desde Canc¨²n", asegura David, de 51 a?os. Su esposa, Roc¨ªo Gonz¨¢lez, de 53, hab¨ªa empezado a trabajar como limpiadora en El Caballo Blanco hace cuatro d¨ªas. "No hay palabras para decir lo que siento, que Dios perdone a quienes hicieron esto porque no tiene nombre", lamenta David, que pide que no se revele su apellido por miedo. "Coatzacoalcos se est¨¢ volviendo un pueblo fantasma por la inseguridad", afirma, mientras espera en la Fiscal¨ªa a que le entreguen el cuerpo de su mujer. Una treintena de personas, las ¨²ltimas en identificar a sus familiares, aguardan sentadas sobre sillas de pl¨¢stico y lloran a sus v¨ªctimas a las puertas de las oficinas.
El principal sospechoso fue identificado como Ricardo Romero, alias La Loca, y se?alado como jefe operativo del Cartel Jalisco Nueva Generaci¨®n (CJNG), que se disputa la plaza con Los Zetas. Tras el se?alamiento contra Romero como supuesto autor material comenz¨® un nuevo cap¨ªtulo de una larga pelea entre el Gobierno y la Fiscal¨ªa locales, desminti¨¦ndose y culp¨¢ndose mutuamente en redes sociales por el desbordamiento de la violencia y por una tragedia que, se insinuaba, pudo haberse evitado encerrando a La Loca, que fue arrestado dos veces en las ¨²ltimas semanas.
Otra l¨ªnea de investigaci¨®n sugiere que el blanco del ataque fue Agust¨ªn Ronz¨®n, se?alado por el portal Pie de P¨¢gina y otros medios locales como due?o del bar. Ronz¨®n y su amigo Josimar R¨ªo fueron detenidos por la Polic¨ªa estatal y desaparecieron la noche del 24 de agosto, denunciaron sus familiares. Dos d¨ªas despu¨¦s circul¨® un v¨ªdeo en el que ambos j¨®venes aparecen arrodillados y maniatados. Despu¨¦s de decir sus nombres y que eran de Coatzacoalcos, un hombre les pregunta por qu¨¦ los detuvieron y ellos contestan que por chapulines, que en la jerga del narco se refiere a quienes traicionan a un cartel y se pasan a otro. Menos de un minuto despu¨¦s, Ronz¨®n y R¨ªo son decapitados. Las autoridades no han confirmado que ambos hechos est¨¦n relacionados ni que Ronz¨®n sea realmente el propietario.
"Es un secreto a voces que hay gente del Gobierno y polic¨ªas aliados con el narco, que padecemos la violencia en carne propia", asegura G¨®mez, mientras toma un respiro durante el velorio de su sobrina. Duda un momento y segundos despu¨¦s se levanta la camiseta y deja a entrever una cicatriz que le atraviesa el est¨®mago y cierra el pu?o para ense?ar otra marca. "Hace cuatro a?os iba caminando y me dispararon cuatro veces, nunca se supo qui¨¦n fue".
El ataque contra El Caballo Blanco no fue un caso aislado. La tienda Bama fue incendiada el pasado 29 de mayo. El bar La Catrina fue atacado el 16 de julio y una mujer sufri¨® quemaduras y disparos. Dos d¨ªas despu¨¦s se prendi¨® fuego a una concesionaria automotriz y a una tienda de cocinas. El bar Mangos fue incendiado el pasado 22 de julio. En casi todos los casos, los due?os se negaron a ser extorsionados, a pagar el llamado derecho de piso. La masacre de Coatzacoalcos abre tambi¨¦n la herida de Minatitl¨¢n, un municipio aleda?o en el que fueron asesinadas 14 personas en una fiesta en abril pasado.
El avance de la violencia ha sido progresivo y se ha asentado. Entre enero y julio de 2015 hubo 13 homicidios dolosos en Coatzacoalcos, seg¨²n datos oficiales. Para el mismo periodo de 2016 fueron 28 y en 2017 fueron 57. Los primeros siete meses del a?o pasado sumaron 98. Y hasta julio de 2019 ha habido 66 asesinatos. Hasta el mes pasado, el Estado de Veracruz acumul¨® 835 homicidios dolosos y en medio de la barbarie, m¨¢s del 85% de los casos quedan impunes, seg¨²n la organizaci¨®n Impunidad Cero. La historia reciente de Veracruz se completa con el drama de las desapariciones forzadas, las fosas clandestinas, un gobernador tras las rejas por corrupci¨®n y la pugna por el tr¨¢fico de drogas.
"Es algo muy fuerte, qu¨¦ triste que una ciudad como esta est¨¦ pasando por esto, que las familias sean las m¨¢s lastimadas", lamenta Alma del Carmen Ortiz, la abuela de Nayeli. Detr¨¢s de la tragedia, bajo la narrativa de la lucha contra el narco, en el cruce de intrigas y descalificaciones pol¨ªticas est¨¢ una bailarina y una trabajadora de limpieza. Un barman, un guardia de seguridad, un turista que sali¨® a divertirse. Y quienes los sobrevivieron. "Solo queremos que se sepa la verdad y que se haga justicia", dice G¨®mez, antes de volver al funeral de su sobrina.
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