La ins¨®lita carrera de Miao Yingchun, mafioso y periodista
El ciudadano chino, condenado a cadena perpetua el mes pasado, teji¨® su red de contactos gracias a su trabajo en una televisi¨®n regional
Ryszard Kapuscinski recogi¨® sus reflexiones sobre el periodismo en un libro titulado Los c¨ªnicos no sirven para este oficio, pero no consta que Miao Yingchun lo leyera. Dada la precariedad laboral, en casa de un reportero extra?a menos la ausencia de bol¨ªgrafos o libretas que la presencia, en cualquiera de sus formas, de oro. Cuando las fuerzas de seguridad entraron en casa de Miao encontraron, no obstante, lingotes por valor de nueve millones de euros. Un a?o despu¨¦s, el pasado julio, fue condenado a cadena perpetua por una retah¨ªla de delitos, el primero de ellos comandar una organizaci¨®n criminal. Su rostro ocup¨® entonces las portadas de los medios en los que hab¨ªa desarrollado su ins¨®lita carrera profesional.
Seg¨²n su tarjeta de identidad Miao naci¨® en 1968, pero la gente de su generaci¨®n en Ulanqab, en la provincia de Mongolia interior, cree recordar que lleg¨® al mundo alrededor de 1960. En cualquier caso, Miao Yingchun entendi¨® muy pronto que ¡°cuando la informaci¨®n es un negocio, la verdad deja de ser importante¡±. Lo importante estaba, para ¨¦l, en la primera parte del enunciado: el negocio. Por eso este hijo de funcionarios opt¨® por el periodismo. Sus primeros pasos le llevaron a debutar all¨¢ por 1992 en la televisi¨®n de la ciudad, cubriendo cuestiones pol¨ªticas y legales.
Pronto se hizo evidente que su elecci¨®n respond¨ªa a un motivo ulterior m¨¢s all¨¢ de informar a la audiencia. Miao aprovech¨® que su puesto le facilitaba el contacto con los ¨®rganos de seguridad locales para comenzar a tejer una red de contactos en la polic¨ªa y los tribunales. Su conducta le cost¨® una primera sanci¨®n de un mes, pero a partir de entonces se hizo m¨¢s cauteloso: pasar¨ªan muchos a?os hasta que volvieran a pillarle por segunda y ¨²ltima vez.
Cuando la estaci¨®n local se qued¨® peque?a para sus aspiraciones, Miao apunt¨® a la televisi¨®n regional. Para lograrlo, y de acuerdo al juicio, soborn¨® al director de la cadena con un montante de 75.000 euros para asegurar as¨ª su nombramiento. Ante el tribunal, Miao, fino en el detalle como los mejores cronistas, lo desminti¨®: fueron 40.000. Sali¨® victorioso del proceso de selecci¨®n y obtuvo en 2006 el puesto al que aspiraba: jefe de programaci¨®n, lo que le convert¨ªa en responsable de los contenidos emitidos en las zonas de Ulanqab y Xilin Gol.
Para entonces Miao ya era una cara conocida y tambi¨¦n en el hampa sub¨ªa como la espuma: ambas facetas suyas se complementaban. Cuanta m¨¢s fama alcanzaba, m¨¢s se expand¨ªa su red de contactos y poder, el cual dedicaba a apuntalar su fort¨ªn medi¨¢tico, su primera arma. En marzo de 2014, por ejemplo, se empe?¨® en que la empresa de bebidas alcoh¨®licas Inner Mongolia Hetao Liquor Group aumentara la inversi¨®n publicitaria en su canal. Tras la negativa de sus directivos, Miao compr¨® varias botellas y encarg¨® a cuatro de sus subordinados que fingieran una intoxicaci¨®n: un esc¨¢ndalo del que inform¨® a bombo y platillo.
La mayor parte de su patrimonio, que inclu¨ªa 74 casas repartidas por toda China, la obtuvo gracias al cemento. En concreto al de la planta industrial de Ulan, uno de los proyectos claves para el desarrollo de la regi¨®n, seg¨²n establec¨ªa el octavo plan quinquenal chino. Miao form¨® una alianza con su director, la cual se prolong¨® a lo largo de m¨¢s de 20 a?os y le permiti¨® hacerse con el concurso p¨²blico para la construcci¨®n de la residencia de los trabajadores pese a no haber presentado proyecto alguno.
Esto le hizo rico a ¨¦l y a sus familiares, algunos de los cuales se dedicaban a cobrar alquileres en los dormitorios de la residencia, pese a que los espacios no eran de su propiedad. Cuando uno de los trabajadores se neg¨® a pagar, Miao maquin¨® para que fuera acusado de delitos imaginarios y encarcelado durante cinco meses. Todos los gastos de la obra fueron sufragados con dinero de la televisi¨®n p¨²blica. Los jueces establecieron que Miao era responsable de un desfalco de m¨¢s de 5,5 millones de euros, 880.000 de los cuales fueron destinados a sobornos.
Pero la suerte de Miao Yingchun cambi¨® la noche en que tres de sus matones propinaron una paliza a un trabajador de su cadena. El momento no pudo ser peor: al d¨ªa siguiente el Comit¨¦ Central en Pek¨ªn anunciaba un nuevo plan contra la violencia de bandas. Los sangrientos cortes sufridos por la v¨ªctima, de hasta 40 cent¨ªmetros y que dejaban el hueso a la vista, no pasaron desapercibidos. La impunidad de Miao se hab¨ªa acabado.
El final de su carrera mafiosa tambi¨¦n puso fin a su trayectoria period¨ªstica y a su particular ideario, tan alejado de los c¨®digos deontol¨®gicos. Mientras que Kapuscinski asegur¨® que el tema principal de su trabajo era "la vida de los pobres"; a Miao Yingchun, en cambio, solo le preocupaban los ricos. En concreto uno: ¨¦l.
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