Afganist¨¢n elige presidente en medio de la violencia de los talibanes
El miedo a atentados y la sombra de fraude marcan los comicios y auguran una baja participaci¨®n
Afganist¨¢n celebra este s¨¢bado sus cuartas elecciones presidenciales desde el derribo del r¨¦gimen talib¨¢n en 2001. Pero m¨¢s que la ratificaci¨®n del actual mandatario y favorito, Ashraf Ghani, lo que est¨¢ en juego es la credibilidad del sistema y el aguante de los afganos. El fraude que ha sido la norma en las citas anteriores hace temer que la violencia pol¨ªtica se a?ada a la amenaza que ya suponen los continuos ataques terroristas de los talibanes. Abortadas las conversaciones de paz, esa milicia insurgente, que controla buena parte del pa¨ªs y rechaza los comicios, no tiene ning¨²n aliciente para respetarlos.
La decisi¨®n del presidente norteamericano, Donald Trump, de suspender las conversaciones de paz con los talibanes a principios de septiembre parecer¨ªa haber beneficiado a Ghani, que quer¨ªa retrasar la negociaci¨®n hasta despu¨¦s de las elecciones.
Entre la quincena de candidatos que se presentan hay, adem¨¢s de tecn¨®cratas y ex altos funcionarios, un antiguo se?or de la guerra de infame recuerdo,Gulbuddin Hekmatyar, y un antiguo talib¨¢n, Nurullah Jalili. Pero s¨®lo Abdullah Abdullah, a quien Ghani derrot¨® en una controvertida segunda vuelta hace cinco a?os, y que ha formado parte de un poco unido Gobierno de unidad nacional, constituye una seria amenaza para el presidente. Aunque no hay sondeos fiables, ambos parecen atraer el mayor apoyo de los potenciales votantes. No se trata tanto de programas (apenas se ha visto debate de ideas durante una campa?a falta de entusiasmo y plagada de acusaciones personales), como de afiliaciones sectarias y de otro tipo.
¡°No creo que Ghani vaya a perder las elecciones¡±, admite Graeme Smith, consultor para el International Crisis Group y antiguo oficial pol¨ªtico de la ONU en Afganist¨¢n. M¨¢s que el riesgo de fraude, que todo el mundo da por hecho, a Smith le preocupa ¡°la escasa representatividad del voto en un pa¨ªs de 38 millones de personas¡±. ¡°Desde las primeras elecciones que cubr¨ª en 2005, ha habido un progresivo deterioro de los procesos electorales. En las ¨²ltimas legislativas, el a?o pasado, apenas se emitieron 3,6 millones de sufragios¡±, asegura durante una conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S. El experto recuerda que ¡°las condiciones de seguridad son peores este a?o y es dif¨ªcil esperar una participaci¨®n mayor cuando en las presidenciales los candidatos tienen mucho menos contacto directo con sus potenciales electores¡±.
Aunque admite que el di¨¢logo con los talibanes divide a los afganos, Smith se muestra muy cr¨ªtico con la decisi¨®n de Trump de interrumpirlo. ¡°Existe una profunda divergencia al respecto entre la poblaci¨®n rural [el 80%] y la urbana que s¨®lo puede resolverse en la mesa de negociaci¨®n¡±, insiste convencido de que todos quieren dejar atr¨¢s una guerra que ya se prolonga dos d¨¦cadas.
A pesar de que el Gobierno de Ghani se quej¨® reiteradamente de que no se le incluyera en las conversaciones mantenidas en Doha entre EE UU y representantes talib¨¢n, Smith defiende que ¡°se estuvo a punto de lograr la primera negociaci¨®n substanciosa en una generaci¨®n¡±. El plan secreto que Trump abort¨® en el ¨²ltimo momento inclu¨ªa reunir a Ghani y los insurgentes en Camp David. Es sin duda un paso esperado por los afganos como se desprende del estallido de j¨²bilo que se desat¨® en todo el pa¨ªs durante el alto el fuego de 2018. Dos tercios de la poblaci¨®n es menor de 25 a?os, lo que significa que hay 22 millones de j¨®venes que nunca han conocido su pa¨ªs sin guerra.
El representante especial de la ONU para Afganist¨¢n, Tadamichi Yamamoto, se ha reunido esta semana con los talibanes en Doha para pedirles que cesen en su campa?a de violencia, en especial respecto a las elecciones. ¡°Los votantes deben tener la oportunidad de ejercer su derecho constitucional al voto y a elegir a sus representantes pol¨ªticos de forma pac¨ªfica, sin miedo, intimidaci¨®n o amenazas de violencia¡±, ha subrayado en un comunicado. Yamamoto tambi¨¦n ha recordado que los ataques a los colegios electorales y a los civiles que participan en comicios son claras violaciones de la ley internacional y pueden constituir cr¨ªmenes de guerra.
Pero para los insurgentes, los atentados siguen siendo su forma de reforzarse ante una eventual reanudaci¨®n del di¨¢logo. ¡°No dejas de disparar a no ser que hayas alcanzado un acuerdo; hay que negociar para ello, no al rev¨¦s¡±, se?ala Smith.
Mientras, la violencia sigue desincentivando la participaci¨®n. La semana pasada la milicia talib¨¢n se responsabiliz¨® de un ataque suicida contra un mitin electoral de Ghani en la provincia de Parwan; 30 civiles resultaron muertos y medio centenar heridos. El 28 de julio un ataque contra la oficina del partido Rawand-e Sabz (Tendencia Verde) en Kabul dej¨® otros 21 civiles muertos, aunque nadie se ha atribuido la autor¨ªa.
Adem¨¢s, seg¨²n se acercaba el d¨ªa de las presidenciales, han aumentado las denuncias de intimidaci¨®n de potenciales votantes por parte de los insurgentes. Tambi¨¦n ha habido ataques a sedes electorales y a periodistas que cubr¨ªan la campa?a. Todo ello hace temer que una jornada electoral de alto riesgo y una baja participaci¨®n que restar¨¢ credibilidad a quien finalmente resulte elegido.
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