Afganist¨¢n abre con retraso sus colegios electorales en una jornada con varios ataques y al menos 10 muertos
La falta de seguridad y la amenaza de los talibanes impiden celebrar las elecciones legislativas en Kandahar, Ghazni y un tercio de los distritos de Afganist¨¢n
Afganist¨¢n acude a las urnas este s¨¢bado bajo la renovada amenaza de los talibanes. El?temor de violencia en los colegios electorales se ha cumplido, con un atentado suicida con bomba en Kabul que ha causado al menos 10 muertos y numerosos heridos, seg¨²n un agente de seguridad citado por la agencia Reuters. Otros ataques se han registrado a lo largo del pa¨ªs, sin que haya a¨²n una cifra oficial de v¨ªctimas, en una jornada que arranc¨® con retraso.?Hasta hoy, los insurgentes ya hab¨ªan conseguido que las elecciones legislativas se retrasen una semana en la provincia de Kandahar, donde el jueves mataron al poderoso jefe de la polic¨ªa, y sine die en la de Ghazni, bajo su casi total control desde agosto. A punto de cumplirse 17 a?os desde que la intervenci¨®n estadounidense acabara con su r¨¦gimen, los extremistas isl¨¢micos tratan de minar la fr¨¢gil democracia afgana y erigirse en ¨²nica alternativa para acabar con la guerra.
El asesinato del general Abdul Raziq, a todas luces mucho m¨¢s que el jefe de la polic¨ªa de Kandahar, ha supuesto un duro golpe a la estrategia de seguridad del Gobierno para todo el sur de Afganist¨¢n, la regi¨®n past¨²n. En un pa¨ªs con tendencia a apoyarse en hombres fuertes, el carism¨¢tico militar carec¨ªa de un segundo de abordo que haya podido tomarle el relevo al menos de forma provisional. Tras una reuni¨®n del Consejo de Seguridad Nacional, la Comisi¨®n Electoral opt¨® por posponer los comicios en esa provincia.
Despu¨¦s del atentado, en el que tambi¨¦n muri¨® el jefe de los servicios de informaci¨®n de Kandahar y result¨® gravemente herido el gobernador, ¡°la poblaci¨®n no est¨¢ mentalmente preparada para votar¡±, justificaba el portavoz de la Comisi¨®n Electoral, Hafizullah Hashimi. La decisi¨®n no debi¨® de ser f¨¢cil para el presidente Ashraf Ghani, que pocas horas antes hab¨ªa hecho un llamamiento televisado a los afganos para que acudan a votar.
Por un lado, el retraso pone en peligro todo el proceso electoral, por primera vez totalmente gestionado por los afganos, con una m¨ªnima ayuda t¨¦cnica internacional. En juego est¨¢, la credibilidad del Gobierno, que dentro de medio a?o afronta los m¨¢s decisivos comicios presidenciales. Por otro, la medida da una importante baza propagand¨ªstica a los talibanes.
#Hoy_en_Kabul (2) A pesar del retraso y el caos en la apertura de los colegios electorales en #Afganist¨¢n, numerosos afganos se han armado de paciencia y desafiado las amenazas de los #talibanes para acudir a votar pic.twitter.com/IzwnyjcEfu
— Angeles Espinosa (@angelesespinosa) October 20, 2018
Esa milicia ha ido reconquistando terreno desde que la OTAN pusiera fin a su misi¨®n militar a finales de 2014. Tambi¨¦n han triplicado sus fuerzas desde entonces, hasta 60.000 efectivos, seg¨²n la ¨²ltima estimaci¨®n de los militares estadounidenses. Hoy, esos radicales islamistas controlan la mayor extensi¨®n de Afganist¨¢n desde que los bombardeos de EE. UU. les echaron del poder en 2001. De acuerdo con el Inspector General para la Reconstrucci¨®n de Afganist¨¢n del Congreso, las fuerzas de seguridad afganas apenas controlan el 57 % del territorio, que agrupa un 49 % de la poblaci¨®n aproximadamente. Pero una investigaci¨®n de la televisi¨®n p¨²blica brit¨¢nica BBC aseguraba el pasado febrero que el grupo act¨²a abiertamente en el 70 % del pa¨ªs, donde viven la mitad de sus 35 millones de habitantes.
De hecho, aparte de Kandahar y Ghazni, la Comisi¨®n Electoral ha admitido que la falta de seguridad impedir¨¢ abrir un tercio de los colegios electorales, aunque nadie tiene informaci¨®n de cu¨¢ntos potenciales votantes se ver¨¢n afectados. Sobre el resto pesa la amenaza talib¨¢n de atacar a las fuerzas de seguridad que protejan los centros de voto y contra los maestros convocados para atenderlos.
¡°Hay que distinguir entre el control del territorio y el control de las mentes. La mayor¨ªa de los afganos no simpatiza con los talibanes¡±, asegura a EL PA?S el general Mohamed Mirza Jarmal, candidato del partido Jamiat-e Islami en las elecciones del s¨¢bado. Jarmal, un tayico que luch¨® contra el r¨¦gimen talib¨¢n, se muestra convencido de que la sociedad afgana de hoy no aceptar¨ªa la prohibici¨®n de la m¨²sica o de la exclusi¨®n de las mujeres.
Eso que sin duda es cierto entre las capas urbanas educadas, cambia sin embargo en las zonas rurales, donde las necesidades son mucho m¨¢s perentorias y a menudo la paga que ofrecen los talibanes (u otros grupos insurgentes como el Estado Isl¨¢mico) es la ¨²nica forma de obtener ingresos para sustentar a las extensas familias afganas. Ignora tambi¨¦n la brecha ¨¦tnica.
Aunque los pastunes se quejan (con motivo) de que se les asocie con los talibanes, es un hecho que la milicia surgi¨® de esa comunidad (un 40 % de la poblaci¨®n) y es en ella donde encuentra el grueso de sus simpatizantes. De ah¨ª la importancia estrat¨¦gica del ataque perpetrado en Kandahar contra el general Raziq, un past¨²n que les combat¨ªa a brazo partido y que, seg¨²n los analistas afganos, tambi¨¦n molestaba a Pakist¨¢n, acusado de apadrinar a los insurgentes.
En cualquier caso, los talibanes han demostrado su capacidad de poner contra las cuerdas al d¨¦bil Gobierno de Kabul y a sus patrocinadores occidentales. El comunicado en el que se atribuyeron el atentado contra Raziq tambi¨¦n mencionaba al m¨¢s alto mando de la OTAN en Afganist¨¢n, el general estadounidense Scott Miller. Aunque este ha declarado a ToloNews que no cree que ¨¦l fuera el objetivo, a nadie se le escapa que se trata de un poderoso mensaje pocos d¨ªas despu¨¦s de que sus representantes se reunieran en Qatar con el enviado especial de EE. UU. para la Reconciliaci¨®n en Afganist¨¢n, Zalmay Khalilzad.
Durante una conferencia en Singapur, el secretario de Defensa norteamericano, Jim Mattis, ha opinado que es pronto para saber qu¨¦ efectos va a tener sobre esas conversaciones, aunque lo ocurrido complica una situaci¨®n de por s¨ª dif¨ªcil. Algunos analistas siempre se han mostrado esc¨¦pticos al respecto.
¡°No hay nada nuevo¡±, interpreta Thomas Ruttig, director del centro de estudios Afghanistan Analysts Network y gran conocedor del pa¨ªs. ¡°Los talibanes siempre se han declarado dispuestos a hablar con EE. UU., pero rechazan hacerlo con el Gobierno afgano, cuya legitimidad no reconocen y al que combaten¡±, se?ala.
La milicia insiste en que el mayor obst¨¢culo para la paz es la presencia de las tropas internacionales. En la actualidad hay 16.000 soldados extranjeros en Afganist¨¢n, 14.000 estadounidenses, que Washington no ha dado se?ales de querer retirar. A pesar de los contactos, los insurgentes han aumentado sus ataques a medida que se acercaba el d¨ªa de las elecciones. Una decena de candidatos han resultado muertos y otros dos han sido secuestrados.
Un reguero de v¨ªctimas
Solo en Kabul, la ciudad m¨¢s protegida de Afganist¨¢n, se quintuplicaron los atentados entre 2008 y 2017, seg¨²n datos de la ONU, y, lo que es a¨²n m¨¢s preocupante, el n¨²mero de v¨ªctimas civiles aument¨® un 13% en 2017 con respecto al a?o anterior. La tendencia es igualmente preocupante en el resto del pa¨ªs. El n¨²mero de civiles muertos durante el primer semestre de este a?o (1.692), ha superado la cifra m¨¢s alta registrada en el mismo periodo desde que la misi¨®n de la ONU empez¨® a llevar la cuenta en 2009. Y eso a pesar del alto el fuego que Gobierno y talibanes mantuvieron en junio.
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