Entre el pacto con Bruselas y la moci¨®n de censura
Johnson maniobra para garantizar un Brexit el d¨ªa 31 mientras la oposici¨®n analiza c¨®mo derribar el Gobierno si no pide a la UE una pr¨®rroga
![Rafa de Miguel](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F543fee30-1196-4a9b-84a9-99dc0ce2947a.png?auth=617a3d44bee9f05cac9f72901355bdb26c411b61cbba95e1b34d4a3f3ac1165a&width=100&height=100&smart=true)
La propuesta para un nuevo acuerdo sobre el Brexit que Boris Johnson envi¨® a Bruselas el pasado mi¨¦rcoles cre¨® una burbuja que apenas tard¨® 24 horas en estallar. Ante las primeras se?ales de rechazo de la UE, el Gobierno brit¨¢nico y la oposici¨®n comenzaron a perfilar sus respectivas estrategias para hacer frente a un choque pol¨ªtico y constitucional como no ha vivido el Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial. Downing Street maniobra para burlar el mandato parlamentario y garantizar un Brexit duro el pr¨®ximo 31 de octubre. Enfrente, una alianza circunstancial de laboristas, nacionalistas, liberales y conservadores moderados se prepara para derribar a Johnson y garantizar un Gobierno de unidad nacional con la misi¨®n expresa y limitada de evitar una salida catastr¨®fica de la UE.
Los c¨¢lculos de Johnson
El primer ministro y su equipo se hicieron con el liderazgo del Partido Conservador antes del verano con una sola bandera: Brexit para el 31 de octubre, con o sin acuerdo, "a vida o muerte, venga lo que venga". Aunque son conscientes de que en el juego pol¨ªtico nada es definitivo, y "no es no" es en realidad "no es no, de momento", pagar¨ªan muy cara una nueva decepci¨®n del electorado euroesc¨¦ptico. Y le dar¨ªan un regalo inesperado al ultranacionalista Nigel Farage y a su Partido del Brexit. Pueden intentar echar culpas al Parlamento, a Bruselas o al Tribunal Supremo, pero la realidad es que ser¨ªan juzgados por una nueva promesa incumplida.
El milagro de un acuerdo con la UE
Las pr¨®ximas horas ser¨¢n decisivas para comprobar si la nueva propuesta de Johnson a Bruselas sobrevive. Londres y Bruselas miden sus palabras para intentar que, en caso de fracaso, la culpa recaiga en la otra parte. "Quiero ser muy claro. Un Brexit sin acuerdo nunca ser¨ªa la elecci¨®n de la Uni¨®n Europea. Siempre ser¨ªa ¡ªy tomen nota de que estoy usando el condicional, porque todav¨ªa mantengo la esperanza¡ª una elecci¨®n del Reino Unido. Estamos preparados para afrontarlo y hemos adoptado medidas para proteger a nuestros ciudadanos y nuestras empresas. Pero no lo queremos", dijo este s¨¢bado el comisario europeo Michel Barnier en Par¨ªs.
El primer ministro se resisti¨® en su comparecencia parlamentaria del pasado jueves a mostrar flexibilidad. Asegura que la nueva propuesta es el l¨ªmite m¨¢ximo al que puede llegar su Gobierno. La alternativa, dijo, ser¨¢ un Brexit sin acuerdo. Algunos medios brit¨¢nicos aseguran que pesos pesados como el ministro de Exteriores, Dominic Raab, o el secretario de Estado para la Salida de la UE, Stephen Barclay, est¨¢n advirtiendo a sus hom¨®logos europeos de que no son conscientes de la realidad brit¨¢nica. Si no aceptan el pacto propuesto por Johnson, el resultado ser¨¢ unas nuevas elecciones generales en las que el pol¨ªtico arrasar¨¢ y ya no habr¨¢ nada que negociar.
Los rodeos para evitar la ley
Una mayor¨ªa de diputados sac¨® adelante la llamada Ley Benn (por el laborista que la impuls¨® en Westminster, Hillary Benn). Obliga al Gobierno a pedir una pr¨®rroga del Brexit a Bruselas si no es posible alcanzar un acuerdo. En circunstancias normales, ser¨ªa impensable que un primer ministro ignorara ese mandato y se saltara la sacrosanta soberan¨ªa del Parlamento. El pasado viernes se desvel¨® adem¨¢s el documento escrito que Downing Street hizo llegar a un juez de Edimburgo. En el texto, el Gobierno admit¨ªa que Johnson "est¨¢ sujeto al principio fundamental de la ley por el que no puede frustrar el prop¨®sito de la decisi¨®n del Parlamento. No puede, por tanto, esquivar su obligaci¨®n de enviar a la UE la carta que dicha resoluci¨®n exige".
Hecha la ley, sin embargo, hecha la trampa. El equipo del primer ministro baraja ya varias ideas para cumplir con la obligaci¨®n de un modo formal pero frustrarla en la pr¨¢ctica. La ley obliga a Johnson a enviar la carta, pero no a explicar las razones por las que pide la pr¨®rroga. Es m¨¢s, podr¨ªa especificar en la misma misiva que lo que pide est¨¢ en contra de su voluntad, y que as¨ª lo ha impuesto el Parlamento. Dejar¨ªa a los 27 en una situaci¨®n de dif¨ªcil salida. O podr¨ªa, como se ha contado estos d¨ªas, convencer a un miembro rebelde de la UE, como Hungr¨ªa, a que vetara la posible pr¨®rroga y la hiciera as¨ª imposible.
La resistencia numantina
Johnson puede apurar los plazos hasta que sus planes sean inevitables. Ante la posibilidad de que la oposici¨®n decidiera derribarle con una moci¨®n de censura, la ley puede jugar de su parte. En el caso que la moci¨®n prospere, debe pasar un plazo de 14 d¨ªas en el que el Gobierno (u otro partido) pueda? intentar presentar un Gabinete alternativo. El nuevo candidato debe ser propuesto por la reina. Nada obliga a Johnson a abandonar Downing Street si Isabel II llegara a suger¨ªrselo.
"A no ser que la polic¨ªa se presente en la puerta del n¨²mero 10 de Downing Street con una orden de arresto del primer ministro, de ah¨ª no sale", ha dicho una fuente gubernamental citada por The Sunday Times. El Gobierno seguir¨ªa confiando en este caso en que la monarca mantuviera su habitual neutralidad pol¨ªtica y no forzara la situaci¨®n.
Los c¨¢lculos de la oposici¨®n
El tiempo corre en contra de las fuerzas pol¨ªticas opuestas a Johnson, que no terminan de fiarse de que el primer ministro se someta al mandato del Parlamento. El Gobierno ha impuesto adem¨¢s una nueva suspensi¨®n de la C¨¢mara, a partir de este martes y hasta el d¨ªa 14. Para esa fecha est¨¢ previsto el discurso de la reina, que contendr¨¢ los objetivos pol¨ªticos y legislativos del Gobierno. Es casi seguro que Isabel II leer¨¢ ante los diputados el prop¨®sito de Downing Street de sacar al Reino Unido de la UE el 31 de octubre.
Un camino en dos fases
Antes de echar mano de la ¨²ltima baza, la moci¨®n de censura, la oposici¨®n trabajar¨¢ en estrategias de corto plazo para seguir cerrando salidas a Johnson. Los laboristas quieren obligar al Gobierno a hacer p¨²blicos los documentos legales enviados a Bruselas. Conf¨ªan, en el caso de lograrlo, que quede demostrado que la nueva propuesta de Brexit supone nuevos controles fronterizos entre las dos Irlandas, por mucho que se empe?e en negarlo el primer ministro. "El texto legal es muy importante, porque sospechamos que confirmar¨¢ que la nueva propuesta supone la inevitable construcci¨®n de nuevas infraestructuras f¨ªsicas [para control de aduanas] en Irlanda del Norte, en contra de lo que Johnson afirm¨® en la C¨¢mara el pasado jueves", ha dicho Keir Starmer, el portavoz laborista para el Brexit.
Trabajan adem¨¢s en derrotar, cuando sea sometido a votaci¨®n, todo lo dispuesto en el Discurso de la Reina. Ser¨ªa una clara se?al de que el Gobierno Johnson tiene los d¨ªas contados, y un paso m¨¢s hacia la maniobra definitiva.
La moci¨®n de censura
El Partido Laborista la quiere. El Partido Nacionalista Escoc¨¦s (SNP) la quiere. El Partido Liberal Dem¨®crata la quiere. Y muchos de los 22 conservadores rebeldes que fueron expulsados de la formaci¨®n por votar en contra de Johnson han anunciado su disposici¨®n a sumarse.
El plan ya ha sido dise?ado. Un Gobierno de unidad nacional, a cuyo frente colocar¨ªan a un caretaker?(un gestor provisional). Un Ejecutivo interino cuyo ¨²nico y limitado mandato ser¨ªa asegurar la pr¨®rroga del Brexit y garantizar, bien unas nuevas elecciones generales, bien un nuevo refer¨¦ndum. El problema est¨¢ en el nombre. El l¨ªder laborista se niega hasta el momento a echarse a un lado. La convenci¨®n pol¨ªtica del Reino Unido impone, asegura, que sea el jefe del principal partido de la oposici¨®n el que encabece un nuevo Gobierno surgido de una moci¨®n de censura. La l¨ªder del Partido Liberal Dem¨®crata, Jo Swinson, no quiere ni o¨ªr hablar de un Gobierno Corbyn, por muy provisional que sea.
Ya han surgido nombres alternativos. La laborista moderada Margaret Beckett, respetada por ambas bancadas, encabeza la lista. Pero tambi¨¦n se incluyen en ellas nombres como el exministro conservador y Padre del Parlamento (es el diputado m¨¢s veterano), Kenneth Clark. La ¨²ltima propuesta ha sido el speaker (presidente) de la C¨¢mara de los Comunes, John Bercow. No parece que esta idea vaya a cobrar vuelo, porque junto a su popularidad ¡ªsobre todo al otro lado del Atl¨¢ntico¡ª, Bercow provoca una fuerte divisi¨®n entre los partidos que le restar¨ªa apoyos.
Solo hay una convicci¨®n generalizada estos d¨ªas en Westminster. El Reino Unido se encamina hacia unas elecciones generales. La duda est¨¢ en saber si se har¨¢ finalmente de un modo ordenado o si ser¨¢ el desenlace de una crisis constitucional que emponzo?e durante muchos a?os el clima pol¨ªtico del pa¨ªs.
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