Reino Unido, Espa?a y las trincheras de adentro
Abundan en Occidente l¨ªderes polarizantes; la divisi¨®n que provocan en las sociedades tiene un coste muy grave
En una entrevista concedida a este diario hace unos d¨ªas, Michael Bloomberg lamentaba la desgarradora polarizaci¨®n pol¨ªtica que sufre Estados Unidos y se?alaba que el ¨²ltimo presidente de ese pa¨ªs que intent¨® realmente unir a la sociedad fue Clinton. ¡°Trump intenta dividir. Obama no tuvo inter¨¦s en unir a la gente. George W. Bush, un poco. Clinton fue el ¨²ltimo que lo hizo¡±, afirm¨®. La consideraci¨®n del exalcalde de Nueva York y fundador del imperio medi¨¢tico que lleva su apellido toca una llaga extendida en Occidente: las trincheras de adentro, la divisi¨®n de las sociedades. Europa no est¨¢ exenta de ese virus.
La actitud de los l¨ªderes es un elemento clave en la determinaci¨®n del grado de cohesi¨®n de las sociedades. Los dirigentes magn¨¢nimos tienen visi¨®n de largo plazo y buscan unir pese a los posibles costes del corto plazo; los pusil¨¢nimes buscan reforzar su posici¨®n a trav¨¦s de la polarizaci¨®n. Los centristas, por lo general, enfr¨ªan; los radicales suelen inflamar.
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Los pulsos entre naciones obviamente son los m¨¢s peligrosos. Pero las invisibles trincheras internas de las sociedades tambi¨¦n tienen un coste. Porque la pol¨ªtica que se aleja del pragmatismo y se adentra en el territorio emocional e ideol¨®gico, suele ser menos eficaz; y porque las relaciones sociales que se agr¨ªan e intoxican la coexistencia frenan el desarrollo.
En Europa, el Reino Unido es un caso de pa¨ªs con fuerte polarizaci¨®n. El Brexit y su manejo por parte de muchos pol¨ªticos representa una trinchera que ser¨¢ probablemente una herida duradera. Es todo un s¨ªmbolo que el primer ministro Boris Johnson anunciara esta semana su propuesta a los Veintisiete para un acuerdo de salida ¡ªprobablemente el hecho m¨¢s importante para la sociedad brit¨¢nica en siete d¨¦cadas¡ª en la conferencia anual de su partido. En cambio, el Parlamento, la instituci¨®n que representa a todos los brit¨¢nicos, quiso cerrarlo durante cinco semanas cr¨ªticas del proceso.
El caso brit¨¢nico apunta al car¨¢cter de arma de doble filo de los referendos. Por un lado, son un alta expresi¨®n democr¨¢tica. Por el otro, a veces, un arma incendiaria que exalta la divisi¨®n; la pol¨ªtica que, en lugar de buscar soluciones consensuadas y pragm¨¢ticas, abdica y recurre al demos para que se pronuncie de forma binaria sobre cuestiones complej¨ªsimas a veces enferma, en vez de sanar, una sociedad.
Espa?a es otro caso de pa¨ªs con fuerte polarizaci¨®n propiciada por sus l¨ªderes. En la cuesti¨®n catalana, claramente, el deterioro es de tal magnitud que el da?o causado a la coexistencia de ciudadanos de distintas ideas pol¨ªticas en ese territorio es enorme. A nivel nacional, las cuartas elecciones en cuatro a?os escriben el epitafio de una clase dirigente tan r¨ªgida, polarizada y polarizante como para ser incapaz de gestionar la voluntad de los ciudadanos y volver una y otra vez a ellos con un lamentable subtexto: la vez anterior os equivocasteis, a ver si esta vez vot¨¢is mejor.
En el Este del continente, las iniciativas de dirigentes populistas radicales producen tambi¨¦n un g¨¦nero de divisi¨®n interna de la sociedad muy t¨®xica. En ese caso el pulso se libra alrededor de la misma supervivencia de la democracia liberal.
Aunque afortunadamente no se mida en t¨¦rminos de v¨ªctimas mortales ni sea f¨¢cil cuantificarla en funci¨®n de puntos del PIB, las trincheras de adentro da?an.
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