Pero la yihad no acaba aqu¨ª
Al Bagdadi no era Bin Laden, y se equivoca Trump al insistir en que su amenaza ha sido mucho mayor de la que en su d¨ªa supuso el saud¨ª
El final de Abubaker al Bagdadi, que un d¨ªa no tan lejano de 2014 se proclam¨® nada menos que califa en la venerable aljama de Mosul, tiene m¨¢s que ver con el espect¨¢culo medi¨¢tico en que se ha convertido la pol¨ªtica estadounidense que con un aut¨¦ntico vuelco de la situaci¨®n sobre el terreno. El discurso del presidente Donald Trump confirmando su muerte es digno de pasar a los anales de la m¨¢s bobalicona egolatr¨ªa.
De boca de Trump el mundo ha conocido detalles de una intervenci¨®n de m¨¢xima seguridad, tal vez incluso secretos de Estado, como si ¨¦l, en persona, hubiera presenciado la persecuci¨®n y muerte "como un perro" de Al Bagdadi y fuera el director de una reality movie. La comparaci¨®n con la captura de Osama bin Laden es evidente, y as¨ª lo ha destacado Trump para mayor gloria de su haza?a. Pero, sobre todo, su alocuci¨®n desvela sin tapujos, como es propio de ¨¦l, las razones de por qu¨¦ justo ahora cae Al Bagdadi. El fin de quien tanto da?o ha hecho al islam y a los musulmanes es una gran noticia, sin duda, pero poco m¨¢s, y si no, que les pregunten a los sirios.
Trump ha recuperado el protagonismo por un d¨ªa, justo cuando la retirada de las tropas de Estados Unidos de Siria relegaba a Washington a un papel menor en el conflicto. Su reconocimiento del apoyo recibido de Rusia, Irak, Turqu¨ªa y el mismo r¨¦gimen de El Asad, pero excluy¨¦ndolos de la operaci¨®n in situ, provocar¨ªa una sonrisa si no fuera porque son precisamente estos actores los que, de forma implacable, marcan el ritmo de los acontecimientos, que se saldan con cientos de miles de muertos y desplazados. Tras m¨¢s de ocho a?os de guerra en Siria y la proclamaci¨®n y ca¨ªda de un nuevo pa¨ªs, el Estado Isl¨¢mico, en territorios sirio e iraqu¨ª, nada hace prever que vayan a cambiar las pol¨ªticas de decidida sectarizaci¨®n del mundo ¨¢rabe que naturaliz¨® la ocupaci¨®n norteamericana de Irak y de las que se aliment¨® el ISIS. Al Bagdadi y su califato fueron la excusa perfecta para que la contrarrevoluci¨®n avanzara en Siria y se justificara en Egipto, en Libia o en Yemen, con la connivencia de la miope mirada centrada en la seguridad de Occidente.
Al Bagdadi no era Bin Laden, y se equivoca Trump al insistir en que su amenaza ha sido mucho mayor de la que en su d¨ªa supuso el saud¨ª. Olvidar que el ISIS naci¨® de Al Qaeda puede resultar otro tr¨¢gico error que lleve a no prever la nueva mutaci¨®n del yihadismo. Porque si algo ha demostrado a lo largo de su medio siglo de historia es su capacidad de metabolizar la indignaci¨®n local en sucesos globales, y viceversa, para reproducirse como cosmovisi¨®n. Como ha comentado un militante del ISIS: "El islam no acaba con la muerte de Al Bagdadi, la yihad tampoco".
Luz G¨®mez es profesora de Estudios ?rabes de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Su libro m¨¢s reciente es Entre la shar¨ªa y la yihad. Una historia intelectual del islamismo (Catarata, 2018).
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