Daniel Mart¨ªnez, el ingeniero afable
El candidato presidencial del Frente Amplio uruguayo tiene como desaf¨ªo continuar con el legado de dirigentes como Jos¨¦ Mujica y Tabar¨¦ V¨¢zquez
Daniel Mart¨ªnez, candidato del oficialista Frente Amplio, es la quintaesencia del ingeniero montevideano de izquierdas: con excelente formaci¨®n, conciencia social, militancia, p¨¦sima dicci¨®n y casi nulo carisma. Rodeado de un equipo de excelencia, ha propuesto un programa continuista que, gracias a un trabajo t¨¦cnico en todas las ¨¢reas, lleve al pa¨ªs a un nuevo nivel de desarrollo. M¨¢s ingeniero que pol¨ªtico, Mart¨ªnez est¨¢ empe?ado en un Uruguay que todav¨ªa no existe.
A sus 62 a?os, este socialista proveniente de una familia de clase media ha sido sindicalista, empresario, administrador de la estatal petrolera ANCAP, senador, ministro de Industria y alcalde de Montevideo. Sin embargo, con toda esta trayectoria, sigue siendo un enano pol¨ªtico frente a los dos gigantes de la izquierda uruguaya: Jos¨¦ Mujica y Tabar¨¦ V¨¢zquez. Y en los vericuetos de la renovaci¨®n, no ha logrado la ventaja de sus antecesores?frente a una derecha derrotada en la primera vuelta, pero que?se ha unido alrededor de la figura del m¨¢s votado del sector, Luis Lacalle Pou.
En la compleja coalici¨®n de partidos que es el Frente Amplio, Mart¨ªnez logr¨® una haza?a: convertirse en candidato y relevo de manera casi inevitable. Por razones de edad, era necesaria la progresiva retirada del expresidente Mujica, el presidente V¨¢zquez y el otro hombre fuerte del FA, Danilo Astori. Mart¨ªnez, socialista con buena imagen ante la opini¨®n p¨²blica, fue la soluci¨®n mayoritaria y quiz¨¢ la opci¨®n por defecto para los sectores m¨¢s a la izquierda del frente.
Contribuy¨® a esta paz el car¨¢cter afabil¨ªsimo de Daniel Mart¨ªnez, un pol¨ªtico que cae bien a todo el mundo. De hecho, pocos han logrado terminar su biograf¨ªa autorizada debido al mortal aburrimiento. Se puede pensar que el esfuerzo colectivo del FA fue inmenso, y quiz¨¢ por el camino se les olvid¨® mirar a su alrededor para calibrar bien el pa¨ªs al que iba a lanzar a su flamante candidato.
En 15 a?os y tres Gobiernos consecutivos de la izquierda, Uruguay se hab¨ªa enriquecido, el FA se hab¨ªa convertido en un partido urbano y en el interior del pa¨ªs se miraba con desconfianza la agenda de derechos de la izquierda, que implic¨® la legalizaci¨®n de la marihuana, la despenalizaci¨®n del aborto, el matrimonio homosexual, y m¨¢s recientemente, la protecci¨®n de las personas trans. Mientras la econom¨ªa se ralentizaba, crec¨ªa un rencor hacia el establishment frentista, sus errores y sus peque?os y grandes abusos de poder. Con toda la atenci¨®n medi¨¢tica puesta en la inseguridad p¨²blica, tema preferido de la derecha, surg¨ªa el miedo al desempleo y necesidades no atendidas, como el acceso a la vivienda.
Y en esto aparecieron Daniel Mart¨ªnez y la campa?a electoral, que vino acompa?ada de p¨¦simos sondeos. El ingeniero y su equipo inundaron a la poblaci¨®n de mensajes con los datos de los logros del FA: disminuci¨®n de la pobreza y reparto de la renta ¨²nicos en Am¨¦rica Latina, 15 a?os de crecimiento econ¨®mico, aumento del salario real. La respuesta desde el otro lado fue pol¨ªtica, sin mayor pelea de datos.
Su contrincante, Luis Lacalle Pou, asegur¨® que la gente quer¨ªa sentimientos y no tantas cifras, una realidad llena de electores hartos del Frente Amplio que quer¨ªan un cambio. Los ingenieros quedaron estupefactos. Entonces, Mart¨ªnez ensay¨® una campa?a m¨¢s agresiva pero err¨¢tica, a veces mostr¨¢ndose respetuoso con Lacalle Pou, otras veces atac¨¢ndolo en lo personal. Ah¨ª donde a Tabar¨¦ V¨¢zquez le bast¨® una frase en 2014 ¡ªcuando bautiz¨® a Lacalle Pou ¡°pompita de jab¨®n¡±¡ª Mart¨ªnez no logr¨® calar al adversario.
Los resultados de la primera vuelta supusieron un golpe, con un retroceso importante para el FA, mientras la derecha se un¨ªa para derrotarlos. Entonces, Mart¨ªnez pidi¨® a la militancia que convenciera a los indecisos voto a voto, mand¨® a Jos¨¦ Mujica a recorrer el interior del pa¨ªs, nuevamente se subieron y bajaron los decibelios de la agresividad pol¨ªtica.
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