O¨ªr y escuchar en la nueva Colombia
La sociedad lanz¨® un mensaje a Iv¨¢n Duque y el presidente tiene en sus manos elegir: atrincherarse o abrir un di¨¢logo de fondo y hacer concesiones
La guerra con las FARC mantuvo atrapada a la sociedad colombiana en un cortocircuito durante d¨¦cadas. Esa aver¨ªa fue pol¨ªtica, por culpa de una cantidad de tab¨²es y complejos atribuibles al conflicto armado, y tambi¨¦n ret¨®rica, porque el terror desfigur¨® el mismo concepto de di¨¢logo. La violencia no ha desaparecido, en parte se ha reciclado. Sin embargo, las discrepancias, incluso profundas, las reclamaciones y el deseo de paz pueden manifestarse hoy en un clima de normalidad democr¨¢tica y, por primera vez en el pasado reciente, tienen la capacidad de desbordar a las autoridades. Lo que se vio este jueves en las principales ciudades de Colombia, con la salvedad de una minor¨ªa de exaltados y violentos, es una muestra del alcance de un pa¨ªs que tiene nuevas prioridades. De los sindicatos a los estudiantes, pasando por los activistas o cientos de miles de ciudadanos sin intereses concretos que decidieron expresar su malestar.
El paro nacional era una prueba decisiva para la gesti¨®n del Gobierno de Iv¨¢n Duque, que ha recibido cr¨ªticas de sectores opositores y tambi¨¦n de las franjas m¨¢s derechistas de su propio partido, el Centro Democr¨¢tico. Los colombianos le lanzaron un mensaje n¨ªtido. En definitiva, le trasladaron un aviso, pidi¨¦ndole di¨¢logo y concesiones que van de la econom¨ªa a la pol¨ªtica de seguridad. El presidente no pudo no o¨ªrlos, no pudo pasar por alto ese cacerolazo masivo que retumb¨® en Bogot¨¢ ya entrada la noche, pero los manifestantes a¨²n no saben si les escuch¨® de verdad. ?l asegur¨® que s¨ª.
"Los estudiantes, los trabajadores, los artistas y la gran mayor¨ªa de personas que se movilizaron lo hicieron con la intenci¨®n leg¨ªtima de hacer sentir su voz, y los escuchamos", dijo el mandatario al final de la jornada, poniendo especial ¨¦nfasis en la condena de los actos de vandalismo. "Somos un Gobierno que escucha y construye. Entendemos que la protesta pac¨ªfica es leg¨ªtima en una democracia", continu¨® antes de insistir: "El di¨¢logo social ha sido la bandera principal de este Gobierno. Debemos profundizarlo".
Duque, en efecto, tiene ante s¨ª dos caminos m¨¢s all¨¢ de las declaraciones de intenciones. Puede cumplir esa promesa y optar por la concertaci¨®n con sectores pol¨ªticos y sociales diversos, incluso con los que se encuentran muy lejos de su Ejecutivo. O puede acomodarse en un proyecto que, al final de su mandato, corre el riesgo de avivar la desuni¨®n de la sociedad ¡ªjusto lo contrario a lo que se propuso al asumir el cargo¡ª y, al mismo tiempo, parecer¨¢ demasiado tibio con el uribismo, el movimiento impulsado por el expresidente ?lvaro Uribe.
La actitud de atrincheramiento es probablemente lo m¨¢s f¨¢cil en un contexto pol¨ªtico polarizado, que no propicia las negociaciones. Sin embargo, ser¨ªa tambi¨¦n la opci¨®n m¨¢s irresponsable en un pa¨ªs que acaba de salir de una guerra de m¨¢s de 50 a?os, con la aplicaci¨®n de los acuerdos de paz rodeada de dudas, las comunidades ind¨ªgenas movilizadas, un goteo incesante de muertes de exguerrilleros y l¨ªderes sociales. Y un pa¨ªs que, tras d¨¦cadas de autocensura, no se conforma con protestar y hacerse o¨ªr. Quiere ser escuchado hasta el final.
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