Duque evita dar una respuesta a las reivindicaciones sociales tras las masivas protestas en Colombia
El presidente no ha dado mayores pistas sobre la reacci¨®n gubernamental ante el malestar de la sociedad
En el momento m¨¢s delicado de su mandato, el presidente Iv¨¢n Duque no ha conseguido ofrecer respuestas al creciente malestar social manifestado en las multitudinarias protestas de este jueves en Colombia. Cuando los masivos cacerolazos todav¨ªa resonaban en varias ciudades del pa¨ªs, el mandatario hizo una esperada alocuci¨®n por la noche para referirse a la huelga nacional que congreg¨® a sindicatos, estudiantes, ind¨ªgenas y opositores. ¡°Somos un Gobierno que escucha¡±, repiti¨® Duque hasta en tres ocasiones durante su corto discurso de menos de cuatro minutos. Este ha sido el ¨²nico pronunciamiento que ha tenido hasta el momento y en ¨¦l no ha hecho ninguna referencia directa a las reivindicaciones de diversos sectores a su gesti¨®n.
¡°A pesar de los actos de violencia, atribuibles a v¨¢ndalos que no representan el esp¨ªritu de los marchantes colombianos, demostramos que este pa¨ªs puede ejercer las libertades individuales sin vulnerar las libertades de los dem¨¢s¡±, asegur¨®. Las declaraciones de Duque, que este viernes presid¨ªa un consejo extraordinario con su Gabinete, se centraron m¨¢s en el orden p¨²blico que en las reclamaciones que hicieron el jueves los ciudadanos. ¡°Los hechos sucedidos con posterioridad a la marcha son vandalismo puro y no obedecen a una expresi¨®n de la voluntad popular, ni ser¨¢n legitimados por el derecho a la protesta¡±, manifest¨® sobre los incidentes, principalmente aislados, en ciudades como Bogot¨¢ y Cali.
Los disturbios, que se dieron al final de la jornada en la plaza de Bol¨ªvar de Bogot¨¢, amenazaron con restar protagonismo a la movilizaci¨®n, convocada originalmente por organizaciones obreras que rechazan las reformas laboral y de las pensiones que le atribuyen al Gobierno. Pero los masivos cacerolazos nocturnos, un gesto inusual en el pa¨ªs andino, volvieron a poner el foco en el malestar popular frente al Ejecutivo, al que tambi¨¦n le reclaman el incremento de la desigualdad, el incumplimiento del acuerdo con la extinta guerrilla de las FARC y los incesantes asesinatos de l¨ªderes sociales, ind¨ªgenas y excombatientes que firmaron la paz.
¡°Entendemos que la protesta pac¨ªfica es leg¨ªtima en una democracia. Y que a lo largo de la historia han surgido frustraciones que debemos resolver y que hemos venido atendiendo¡±, concedi¨® Duque sin entrar en detalles. Varios l¨ªderes de la oposici¨®n han criticado las palabras de Duque. Las consideran insatisfactorias y, de hecho, han tenido eco en redes sociales bajo el hashtag #NoDijoNada, que se convirti¨® en tendencia.
¡°Duque no dice que descalifica completamente la protesta, pero tampoco establece mecanismos de conversaci¨®n claros con las organizaciones sociales y pol¨ªticas. De forma muy desarticulada, estaban tratando de decir algo que no comprometiera al Gobierno con ninguna decisi¨®n espec¨ªfica frente a lo que sucedi¨® ayer¡±, valora la analista Sandra Borda, profesora de la Universidad de Los Andes. ¡°Ellos pueden usar la excusa de que es una manifestaci¨®n muy amplia, con muchos sectores que dicen cosas distintas, pero hab¨ªa grupos de temas que eran perfectamente identificables con los que ¨¦l habr¨ªa podido lidiar anoche¡±, se?ala.
A pesar de haber cultivado una imagen de moderado en medio de la polarizaci¨®n que ha caracterizado a Colombia en los ¨²ltimos a?os, Duque, que est¨¢ a punto de cumplir a?o y medio en el poder, no ocult¨® en campa?a sus reparos a los acuerdos entre las FARC ¡ªhoy desarmadas y convertidas en partido pol¨ªtico¡ª y el Gobierno de su predecesor, Juan Manuel Santos. Su imagen ha sufrido un prematuro desgaste a lo largo de este a?o por episodios como sus reparos al sistema de justicia transicional surgido de los di¨¢logos de paz, que naufragaron en un Congreso donde carece de mayor¨ªa. Pero en el ¨²ltimo mes, el debilitado Ejecutivo ha sufrido una serie de golpes a su gobernabilidad que a¨²n no termina de encajar.
En las elecciones locales y regionales del 20 de octubre, el Centro Democr¨¢tico, el partido de Gobierno liderado por el expresidente ?lvaro Uribe, perdi¨® en las principales ciudades del pa¨ªs, donde salieron fortalecidas las fuerzas alternativas. A comienzos de noviembre, la oposici¨®n en el Congreso forz¨® la renuncia del ministro de Defensa, Guillermo Botero, acusado de permitir el regreso del fantasma de las ejecuciones extrajudiciales por parte de las Fuerzas Armadas y de ocultar la muerte de al menos ocho menores de edad en un bombardeo militar contra disidentes de las FARC. En esos mismos d¨ªas se publicaron las ¨²ltimas encuestas en las que el 69% de los consultados desaprueban la gesti¨®n de Duque.
En el frente econ¨®mico, Colombia exhibe un envidiable crecimiento que alcanz¨® el 3,3% del PIB en el tercer trimestre. Pero esas cifras vienen acompa?adas por una tasa de desempleo de dos d¨ªgitos que el Gobierno no ha conseguido atajar, y esa se ha convertido en la mayor preocupaci¨®n de los colombianos en los sondeos de opini¨®n. Todos esos frentes constituyen el caldo de cultivo para el malestar social. Sobre la respuesta a las reivindicaciones de un Gobierno contra las cuerdas no existen, hasta ahora, mayores pistas.
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