El s¨ªndrome Garc¨ªa Luna
La ca¨ªda del exsecretario de Seguridad deber¨ªa ser el acicate que destierre el desprecio a la verdad del sistema judicial mexicano
Si una figura encarna los a?os de plomo que M¨¦xico ha vivido a lo largo del siglo XXI, es ese sujeto corpulento y arisco, de rostro un tanto abotagado, andar nervioso y un tanto tartamudo que hace unos d¨ªas fue arrestado en Dallas por sus supuestos v¨ªnculos con el cartel de Sinaloa: Genaro Garc¨ªa Luna. Quien fuera el todopoderoso secretario de Seguridad P¨²blica de Felipe Calder¨®n, se form¨® como esp¨ªa en el Centro de Investigaci¨®n y Seguridad Nacional, desde donde pas¨® al equipo del almirante Wilfrido Robledo Madrid, en la Polic¨ªa Federal, a cuyo lado form¨® el n¨²cleo de amigos ¡ªapodados los Geranios¡ª que, a partir del a?o 2001, articularon las pol¨ªticas de seguridad p¨²blica que dieron lugar a la guerra contra el narco.
Con el ideal de transformar la actuaci¨®n de la polic¨ªa mexicana, muy desprestigiada en esos d¨ªas, Garc¨ªa Luna convenci¨® a Vicente Fox de crear la Agencia Federal de Investigaciones, prometiendo que la convertir¨ªa en un modelo de profesionalismo. Acompa?ado por otras piezas de su c¨ªrculo, como Luis C¨¢rdenas Palomino o Francisco Javier Garza, el antiguo ingeniero construy¨® un nuevo sistema de inteligencia que apenas tard¨® en corromperse. La personalidad de Garc¨ªa Luna qued¨® asentada en la AFI desde el inicio: para ¨¦l lo ¨²nico relevante era demostrar la eficacia de la nueva corporaci¨®n, aun si para conseguirlo hab¨ªa que inventar pruebas, manipular o crear testigos y culpables, valerse de la tortura o cooptar y manipular a los medios de comunicaci¨®n. El fin siempre justificaba los medios. Y mejor todav¨ªa si los medios lo secundaban en su empresa.
Esta perversa l¨®gica qued¨® plasmada desde el secuestro del entrenador Rub¨¦n Omar Romano, pero alcanz¨® su punto culminante en el caso de Florence Cassez e Israel Vallarta. C¨®mplice de la venganza personal de un empresario aliado, Garc¨ªa Luna aprovech¨® la detenci¨®n arbitraria de la pareja para crear el mayor espect¨¢culo de fake news imaginable: un largo y desaforado operativo, del todo falso, transmitido en vivo por las dos principales cadenas de televisi¨®n del pa¨ªs. Poco importaba que Cassez y Vallarta hubiesen sido detenidos el d¨ªa previo o que ¨¦l hubiese sido torturado para que confesase sus cr¨ªmenes: lo ¨²nico que le importaba a Garc¨ªa Luna era asentar, con este alud de mentiras superpuestas, el ¨¦xito de su lucha contra el secuestro.
Muy pronto, la valent¨ªa de la reportera Yuli Garc¨ªa y de la periodista Denise Maerker pusieron a Garc¨ªa Luna contra las cuerdas: comprobaron, sin asomo de dudas, que la transmisi¨®n del 9 de diciembre de 2005 hab¨ªa sido un montaje y permitieron que Florence Cassez increpase en directo al jefe de la AFI, quien en su fuero interno jur¨® vengarse de quien se atrevi¨® a humillarlo en p¨²blico. No es otra la raz¨®n de la sa?a que exhibi¨®, a lo largo de los a?os posteriores ¡ªy aun desencadenando un grave conflicto diplom¨¢tico con Francia¡ª, contra la ciudadana francesa y en particular contra la familia de Vallarta. Vale la pena recalcar lo ocurrido ese d¨ªa: en cadena nacional, el jefe de la polic¨ªa mexicana reconoci¨® la existencia del montaje. Y, aun as¨ª, meses despu¨¦s Calder¨®n lo premi¨® confi¨¢ndole la Secretar¨ªa de Seguridad P¨²blica.
A partir de diciembre de 2006, Garc¨ªa Luna al fin pudo poner en pr¨¢ctica su aprendizaje como esp¨ªa: el que Calder¨®n bautizase como guerra su estrategia de seguridad obedec¨ªa a la educaci¨®n recibida por su colaborador estrella. De este modo, la acci¨®n m¨¢s irresponsable cometida por cualquier presidente mexicano ¡ªlanzar al ej¨¦rcito a tareas de seguridad p¨²blica sin prever las consecuencias¡ª encontr¨® a su operador ideal: alguien a quien no le importaba la verdad, sino la apariencia. Las pr¨¢cticas ensayadas en el caso Cassez-Vallarta se transformaron en las reglas b¨¢sicas de la guerra contra el narco: un desorbitado despliegue b¨¦lico que provoc¨® justo lo contrario de lo que se quer¨ªa. El inusitado incremento de la violencia, que al d¨ªa de hoy se ha cobrado unas 250.000 v¨ªctimas ¡ªy decenas de miles de desaparecidos¡ª es responsabilidad de Garc¨ªa Luna y, por supuesto, del presidente que confi¨® ciegamente en ¨¦l.
Detenido por ser una pieza m¨¢s del engranaje del crimen que ¨¦l mismo presum¨ªa perseguir, Garc¨ªa Luna es el mayor s¨ªmbolo del fracaso no solo de la guerra contra el narco, sino de todas las estrategias empleadas desde entonces para combatir al crimen organizado. Pero es sobre todo eso: un s¨ªmbolo detr¨¢s del cual est¨¢n Calder¨®n y los que secundaron su guerra. Y, en buena medida, quienes despu¨¦s han copiado o seguido t¨¢citamente sus consejos, es decir, todos los responsables de seguridad que hemos tenido desde entonces. M¨¢s que una persona concreta, Garc¨ªa Luna es el s¨ªndrome de un estado fallido que durante d¨¦cadas ha simulado ofrecerle justicia a sus ciudadanos, cuando en realidad solo ha permitido y alentado la impunidad.
Parad¨®jicamente, a Garc¨ªa Luna le espera un juicio en el que se beneficiar¨¢ de un justo proceso y la presunci¨®n de inocencia que ¨¦l les neg¨® a Florence Cassez e Israel Vallarta ¡ªpreso desde hace 14 a?os por su culpa¡ª y cientos de detenidos cuyos nombres no conocemos. Su estrepitosa ca¨ªda deber¨ªa ser el acicate que nos lleve a desterrar para siempre la l¨®gica que introdujo, como un virus, en nuestro sistema de justicia ¡ªel absoluto desprecio hacia la verdad y los derechos humanos¡ª y que nos lleve a construir, por fin, uno en verdad independiente, transparente y eficaz.
Jorge Volpi es escritor y autor de Una novela criminal, que desentra?a una fabricaci¨®n policial en los a?os de Garc¨ªa Luna. Su cuenta de Twitter: @jvolpi??
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