El baile funk que mueve las favelas de Brasil
Nueve j¨®venes murieron hace 15 d¨ªas en una de estas fiestas que triunfan en los barrios pobres de S?o Paulo
Son las dos de la madrugada del domingo 8. El baile en el Dz7 (l¨¦ase diecisiete) est¨¢ a reventar. Los ritmos graves vienen de todos lados. Docenas de altavoces montados en garajes de casas, en carritos de bebidas y en maleteros de coches forman una polifon¨ªa musical que hace vibrar el pecho y reverbera por las callejuelas de Parais¨®polis, que pese a ese nombre es la segunda mayor favela de S?o Paulo. Rodeados de esa tremenda potencia ac¨²stica, miles de adolescentes y j¨®venes bailan desenfrenados al ritmo del funk brasile?o levantando botellas de whisky y fumando porros de marihuana. En algunos lugares, es dif¨ªcil caminar sin toparse con mujeres que perrean hasta el suelo y chavos que siguen el ritmo t¨ªmidamente.
Son unos 3.000 j¨®venes blancos y negros pobres que toman las calles de la favela los fines de semana para divertirse. La muerte siete d¨ªas antes en estos mismos callejones de nueve j¨®venes aplastados por la multitud al irrumpir la polic¨ªa en este mismo lugar ha puesto el foco en un estilo de m¨²sica que causa furor en las favelas y que sus fans consideran criminalizado por la polic¨ªa y las ¨¦lites.
La fiesta se celebra en la calle, nadie paga entrada. Ese es un gran atractivo de estas juergas que duran varias noches cada fin de semana para la juventud de algunas favelas de S?o Paulo y otros barrios pobres. Luan Ara¨²jo, de 22 a?os, ha recorrido 22 kil¨®metros para llegar al baile. Tuvo que tomar dos autobuses desde las afueras de su ciudad, Osasco, para disfrutar del Dz7. ¡°Esta es mi ¨²nica alternativa de ocio¡±, dice. Con solo 40 reales (8,7 euros) en el bolsillo y 10 (1,2 euros) ya reservados para la vuelta a las seis de la ma?ana, ¨¦l y un amigo se divierten toda la noche en lo que muchos consideran el mejor baile de funk de S?o Paulo. ¡°?En qu¨¦ fiesta, aparte de esta, puedo disfrutar con este dinero?¡±, pregunta. A modo de comparaci¨®n, en algunas discotecas de los barrios de clase media solo la entrada puede rondar los 300 reales, lo que excluye a una parte significativa de la poblaci¨®n.
El otro gran atractivo del Dz7 es el clima de caos organizado. Incluso con miles de personas bebiendo y consumiendo mar¨ªa, lol¨® (un disolvente l¨ªquido de efecto leve que se inhala) y coca ¡ªcomo ocurre en cualquier fiesta, ya sea en Parais¨®polis o Higien¨®polis, un exclusivo barrio de S?o Paulo¡ª, en siete horas de baile EL PA?S no presenci¨® ning¨²n tumulto o pelea entre los presentes. Algo raro para un evento de esta dimensi¨®n. ¡°Esto va as¨ª: si vienes a disfrutar del baile tranquilamente y te portas bien, no te pasa nada¡±, explica la joven K. A., 24 a?os, que pide preservar su identidad. ¡°Pero si la cagas, si vienes buscando bronca, acosas a las chicas, tendr¨¢s que v¨¦rtelas con los hermanos¡±, dice.
Por hermanos se refiere a los miembros del Primer Comando de la Capital (PCC), el mayor grupo criminal de Brasil, que naci¨® para reivindicar los derechos de los presos en las infames c¨¢rceles de Brasil y ahora tiene conexiones con la Camorra napolitana y la ¡¯Ndrangheta calabresa. Adem¨¢s de alimentar al segundo mayor mercado de consumo de coca¨ªna del mundo, Brasil, hace que el polvo blanco llegue, desde Bolivia, a los puertos de Italia, Espa?a y Portugal, y de ah¨ª, a las narices europeas.
Parais¨®polis es uno de los mayores reductos de los hermanos en S?o Paulo, su gran feudo. Como el baile es un mercado considerable, al narco le interesa que el Dz7 sea un lugar seguro que atraiga clientela a sus productos: marihuana y coca¨ªna. Sin violencia, las quejas caen y la polic¨ªa se asoma menos por aqu¨ª. Esta l¨®gica mercantil del crimen organizado se refleja positivamente en la comunidad, y especialmente entre la chavaler¨ªa. Muchos de ellos simpatizan m¨¢s con los narcotraficantes que con la polic¨ªa: ¡°Ser¨¦ sincera contigo, y mira que soy una currante, estudio y trabajo, salgo de casa a las cinco y media de la ma?ana y vuelvo casi a medianoche: los delincuentes nos respetan m¨¢s que la polic¨ªa¡±, se desahoga la veintea?era K. A.
Las operaciones de dispersi¨®n de bailes como este son frecuentes y siguen un mismo patr¨®n: la polic¨ªa llega y dispara botes de humo a un lado de la calle, permitiendo que la multitud corra hacia el otro. Sin embargo, testigos del 1 de diciembre cuentan que los agentes bloquearon ambos extremos antes de lanzar gases lacrim¨®genos y pelotas de goma a una multitud que, sin salida, se agolp¨® en los rincones y result¨® letal. Los relatos de los supervivientes y los v¨ªdeos de los excesos policiales hicieron que el gobernador Jo?o Doria apartara de las calles cautelarmente a los 38 polic¨ªas involucrados en la operaci¨®n.
Tras unos minutos en silencio para honrar a los muertos, empezaron a cantar a capela uno de los funks m¨¢s famosos de Brasil, el Rap da Felicidade. ¡°Solo quiero ser feliz / caminar tranquilamente en la favela donde nac¨ª / y poder estar orgulloso / de ser consciente de que los pobres tienen su lugar¡±. Nada m¨¢s emblem¨¢tico para una barriada acostumbrada a lidiar con la violencia policial y sufrir todo tipo de necesidades.
Enseguida, los altavoces ¡ªincluida una enorme pared sonora montada en la parte trasera de una pick up¡ª vuelven a bramar, dejando el luto a un lado.
¡°Perd¨ª a un amigo aqu¨ª, Dennys Guilherme, de 16 a?os¡±, dice Samir Marques, de 18. ¡°Pens¨¦ en no venir, estaba un poco asustado. Pero pens¨¦ que a Dennys le gustar¨ªa que lo recordara aqu¨ª. Creo que quer¨ªa que yo fuera feliz y lo honrara¡±, dice mientras baila sosteniendo un enorme paraguas rosa y azul con el logo de Puma. Otra peculiaridad del Dz7: llevar paraguas de marcas famosas pirateadas, una versi¨®n brasile?a del bling-bling de los raperos estadounidenses. Aunque no cae una gota de lluvia, decenas de chavales balancean sus paraguas de falsos Oakley, Ferrari y Lacoste. El original cuesta 1.500 reales, pero aqu¨ª se consigue uno pirata por cien. Listo para las coreograf¨ªas.
Un ritmo discriminado
El funk brasile?o naci¨® en las favelas de R¨ªo de Janeiro a finales de los ochenta y se populariz¨® en los noventa. Con ritmos electr¨®nicos graves y letras controvertidas, siempre ha sido discriminado por las ¨¦lites y la polic¨ªa, tambi¨¦n por su origen perif¨¦rico. Especialmente el subg¨¦nero conocido como proibid?o, que glorifica a los narcotraficantes y la confrontaci¨®n con las autoridades. En S?o Paulo, en la d¨¦cada de 2000, sustituy¨® al rap como el ritmo que triunfaba en las barriadas pobres, pero tambi¨¦n entr¨® en las mejores discotecas de clase alta. Si en R¨ªo la mayor¨ªa de las fiestas son en escuelas de samba, en S?o Paulo son en la calle.
Aunque los ritmos perseguidos cambian a lo largo de la historia de Brasil, persiste la represi¨®n sistem¨¢tica y violenta de las manifestaciones culturales de origen africano y negro o de las zonas pobres.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.