Las ant¨ªpodas en 10 kil¨®metros
La historia de dos quincea?eras de S?o Paulo evidencia la lacra de la desigualdad en Brasil
Kimberly Cristina Barbosa y Mariana Grimaldi, ambas de 15 a?os, viven a solo 10 kil¨®metros la una de la otra, en S?o Paulo. La distancia f¨ªsica no es grande: algo menos de 30 minutos en coche. No obstante, un abismo social separa los barrios de Parais¨®polis (sur) y Perdizes (oeste), donde viven ambas, respectivamente. Mariana estudia en el colegio S?o Lu¨ªs, en la avenida Paulista, que cuesta varios salarios m¨ªnimos por mes. Kimberly estudia en una escuela estatal, pegada a la favela donde vive. La joven nunca ha ido a la Avenida Paulista. Y Mariana nunca ha estado en una favela. Sus vidas y h¨¢bitos retratan los datos del Mapa de la Desigualdad 2018, divulgado el mi¨¦rcoles por Rede Nossa S?o Paulo.
Vila Andrade, donde est¨¢ Parais¨®polis, lidera el ranking de distritos con m¨¢s favelas seg¨²n el mapa, con casi el 50% de las viviendas en situaci¨®n irregular. La casa de Kimberly es una de ellas: con dos habitaciones y un ba?o aloja a ocho personas (cinco hermanos, una t¨ªa y su madre). El padre es una figura ausente: ¡°Perd¨ª el contacto con ¨¦l cuando yo ten¨ªa cuatro a?os¡±. El barrio de Perdizes, donde vive Mariana, est¨¢ en el otro extremo del indicador con un 0% de domicilios en favelas. Vive en un piso de cuatro habitaciones con sus padres y su hermano mayor. El cuarto que sobra lo convirtieron en despacho.
El d¨ªa a d¨ªa de ambas tambi¨¦n es diferente. Kimberly sale del colegio pasado el mediod¨ªa y se va a casa, donde ayuda a hacer la comida y se encarga de la casa. ¡°Al final consigo hacer los deberes, pero esas tareas dom¨¦sticas me llevan parte del tiempo. El que me queda lo paso con el m¨®vil y la tele¡±, confiesa. Le gustar¨ªa estudiar ingl¨¦s, pero no hace ning¨²n curso o actividad extraescolar despu¨¦s de clase.
En cambio, Mariana se queda en el colegio hasta pasadas las ocho de la tarde, en ingl¨¦s, practicando deportes o pasando el rato con sus amigas, con quienes suele ir al centro comercial vecino para comer o a la cafeter¨ªa para repasar los apuntes. ¡°Podemos quedarnos hasta tarde. Hay muchas pistas, as¨ª que uno puede coger una pelota y ponerse a jugar con los dem¨¢s. Juego al balonmano y participo en los campeonatos contra otros colegios, pero tambi¨¦n jugu¨¦ al baloncesto y al voleibol¡±, cuenta la joven, a la que su padre lleva al colegio en coche: regresa ella sola en metro. ¡°En casa solo estoy por la noche, no hay muchas cosas que hacer¡±.
Los ingresos de ambas familias tambi¨¦n ocupan polos opuestos. Seg¨²n el Mapa de la Desigualdad, mientras Perdizes tiene una tasa de empleo formal de 4,5 personas por diez habitantes (en poblaci¨®n econ¨®micamente activa), en Vila Andrade esta cifra cae casi hasta la mitad: 2,3 personas de cada diez, lo que explica la disparidad econ¨®mica entre ambas familias. La madre y la t¨ªa de Kimberly est¨¢n en paro. ¡°Actualmente dependemos del programa Bolsa Familia y de una pensi¨®n del padre de uno de mis hermanos¡±, cuenta la joven, que ya trabaj¨® como dependienta en una helader¨ªa y vendedora en un colmado. ¡°Pero tengo que volver a trabajar¡±, dice.
La situaci¨®n de la familia de Mariana es m¨¢s c¨®moda. ¡°Mi padre es perito en una f¨¢brica y mi madre trabaja en Nokia. Los dos son ingenieros el¨¦ctricos, empiezan a trabajar por la ma?ana y no terminan hasta la noche¡±, cuenta. Adem¨¢s, el empleo de su madre le da derecho al seguro m¨¦dico del hospital Albert Einstein. Una trabajadora dom¨¦stica les cocina y limpia la casa todos los d¨ªas, de lunes a viernes, para que cuando la familia llegue a casa tras una jornada entera de trabajo y estudios la comida est¨¦ preparada y todo est¨¦ organizado. Al trabajar ambos progenitores, tanto la chica como su hermano, a punto de terminar la educaci¨®n secundaria, siempre han pasado el d¨ªa entero en el colegio, desde peque?os.
La desigualdad tambi¨¦n se hace patente en el acceso a la cultura y el deporte. Perdizes ocupa el puesto 24? en centros culturales y espacios de cultura, pero Mariana se mueve por barrios como S¨¦, Pinheiros, Bela Vista, Consola??o, Rep¨²blica o Jardim Paulista, que copan las seis primeras posiciones de la lista. Estos y otros sitios de la zona oeste y el centro son los que concentran m¨¢s museos, cines, teatros, auditorios o equipamientos culturales p¨²blicos, seg¨²n el mapa. ¡°Mi madre nos lleva a museos y a musicales en el teatro¡±, cuenta Mariana.
Vila Andrade, en cambio, ocupa la 79? posici¨®n en la lista de centros culturales y espacios de cultura. El distrito de Kimberly tambi¨¦n es el peor de la ciudad en n¨²mero de ¨¢reas deportivas. ¡°La ¨²nica diversi¨®n que tenemos aqu¨ª es jugar en la pista de f¨²tbol, las fiestas funk en la calle, a las que mi madre solo me deja ir una vez por mes, y salir a bailar pagode [subg¨¦nero de la samba]¡±, cuenta la adolescente, que raramente sale de Parais¨®polis.
Esperanza de vida
Kimberly sue?a con convertirse en ¡°azafata de vuelo o administradora de empresas¡±, pero sabe que el camino ser¨¢ duro. ¡°De momento me contentar¨ªa con poder pagarme un curso de ingl¨¦s, porque s¨¦ que eso es importante para mi formaci¨®n¡±, explica. Para ella, su futuro puede estar lejos del barrio donde naci¨® y creci¨®. ¡°Quiero salir de Parais¨®polis. No conozco a ninguna chica que se haya labrado un futuro qued¨¢ndose aqu¨ª¡±, dice sobre varias amigas del barrio que tuvieron que dejar los estudios tras un embarazo no deseado. Vila Andrade tiene uno de los mayores ¨ªndices de embarazos adolescentes de la capital: 11,45 por 100.000 habitantes. Perdizes, s¨®lo el 1,82. ¡°En mi colegio nunca he visto a ninguna chica quedarse embarazada. La hermana de una amiga m¨ªa tuvo un hijo con 17 a?os, pero es el ¨²nico caso que conozco¡±, cuenta Mariana.
La muchacha, a la que se le dan bien las matem¨¢ticas y la f¨ªsica y nunca ha tenido que hacer ex¨¢menes de recuperaci¨®n, desea estudiar ingenier¨ªa en la Universidad de S?o Paulo. Pero antes, a mitad de segundo de bachillerato, quiere hace un intercambio de un a?o en Estados Unidos, como su hermano, y graduarse all¨ª. ¡°Y, despu¨¦s, cuando vuelva, hago seis meses de cursinho [curso preparatorio para los ex¨¢menes de acceso a la universidad]¡±, sostiene. Hasta que llegue ese momento, aprovecha sus ratos libres para ir con sus amigos a fiestas y restaurantes, pasar algunos fines de semana en la casa de campo que su familia tiene en Ara?ariguama (Estado de S?o Paulo), viajar ¡ªen julio pas¨® unos d¨ªas en Par¨ªs¡ª, hacer running con sus padres o, espor¨¢dicamente, andar en bicicleta e ir de picnic al parque Villa-Lobos.
Otra de sus rutinas es comer pizza los viernes en casa de su abuela, que tiene 75 a?os. Incluso eso es un reflejo del lugar donde vive: mientras que en la zona oeste de S?o Paulo la esperanza de vida puede f¨¢cilmente superar los 80 a?os ¡ªen Perdizes, la media es de 80,50¡ª, en los barrios de la periferia no siempre se alcanza esa edad. En Vila Andrade, donde vive Kimberly, el promedio es de 65,56. La media m¨¢s baja se encuentra en Cidade Tiradentes, con 58,45 a?os. En pleno S?o Paulo.
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