Un mensaje de un esclavo en la tarjeta navide?a
Tesco, obligada a retirar las postales vinculadas a trabajos forzados en una prisi¨®n china tras hallar una ni?a un pedido de socorro
Una postal navide?a, una ni?a londinense de seis a?os y un mensaje desesperado de ayuda, oculto por un preso de una c¨¢rcel de China, semejan los arquetipos de una f¨¢bula moral moderna. Sin embargo, estos ingredientes propios de una versi¨®n contempor¨¢nea de Cuento de Navidad, de Charles Dickens, constituyen la realidad que ha golpeado a la cadena brit¨¢nica de supermercados Tesco, la mayor del pa¨ªs, tras el hallazgo de una nota manuscrita por supuestos trabajadores forzados en un centro penitenciario pr¨®ximo a Shangh¨¢i.
La demanda de auxilio fue encontrada por la peque?a Florence Widdicombe, entre la sexta y la octava tarjeta que escrib¨ªa hace poco m¨¢s de una semana para felicitar las fiestas. La caja, que conten¨ªa 20 de ellas, fue elegida por la familia tanto por el precio, 1,50 libras (1,75 euros), como porque le hab¨ªa gustado el dise?o, pero tras la inocente imagen de un gato con un gorro de Pap¨¢ Noel subyac¨ªa el submundo de la esclavitud en la segunda econom¨ªa mundial, la falta de control sobre las condiciones laborales y la responsabilidad de las empresas de Occidente sobre sus proveedores.
El mensaje, escrito en ingl¨¦s y en letra may¨²scula, no pod¨ªa ser m¨¢s elocuente, pero para los Widdicombe, inicialmente, fue un shock: ¡°Somos trabajadores extranjeros en la prisi¨®n de Shangh¨¢i Qingpu. Forzados a trabajar contra nuestra voluntad. Por favor, ayudadnos y notificad a la organizaci¨®n de derechos humanos. Usad el enlace para contactar a Peter Humphrey¡±. El nombre, no obstante, constitu¨ªa una primera pista y el padre, Ben, un funcionario especializado en justicia criminal, no tard¨® en encontrar el v¨ªnculo por Internet y de contactar a trav¨¦s de LinkedIn: Humphrey, un investigador de fraude corporativo de nacionalidad brit¨¢nica, hab¨ªa pasado dos a?os, entre 2015 y 2017, en la c¨¢rcel de la que, supuestamente, proced¨ªa la petici¨®n de socorro.
El resto es historia y, de momento, ha obligado a Tesco a suspender la venta de las postales, destinadas a recaudar fondos para tres ONG, un golpe a su reputaci¨®n en plena campa?a navide?a. Pero, sobre todo, una alarma sobre su proceder cuando prioriza la mano de obra barata de China por encima de las preocupaciones que, desde hace a?os, numerosas organizaciones denuncian sobre los abusos en las prisiones del pa¨ªs, que actuar¨ªan como centro de trabajos forzados para saciar la demanda del mundo desarrollado de productos cada vez m¨¢s rebajados.
El gigante brit¨¢nico se ha defendido diciendo que la auditor¨ªa realizada hace tan solo un mes no detect¨® ninguna irregularidad en la producci¨®n, desarrollada por la firma de impresi¨®n Zhejiang Yuanguang, a casi cien kil¨®metros del centro penitenciario. Sus garant¨ªas de que, de haber identificado el uso de presos, habr¨ªa roto inmediatamente el contrato apenas han servido para justificar un problema que afecta a numerosas compa?¨ªas occidentales.
Incluso si desean seguir pautas de comercio justo, resulta imposible determinar qu¨¦ ocurre tras los muros de una c¨¢rcel de China. El hallazgo de Florence, sin embargo, y sobre todo la experiencia de Humphrey, quien la comparti¨® en primera persona este domingo en The Sunday Times?, ha contribuido a arrojar luz ante una realidad en la que, para empezar, las prisiones del pa¨ªs asi¨¢tico no permiten la entrada de auditores independientes.
Encarcelado junto a su mujer, norteamericana, bas¨¢ndose en ¡°cargos falsos, que nunca se expusieron ante un tribunal¡±, el eslab¨®n de esta historia fue condenado por haber ¡°molestado¡± al Gobierno chino, lo que le permiti¨® ser testigo en primera persona de la absoluta v¨ªa libre para la explotaci¨®n laboral. Seg¨²n Humphrey, hay una red ¡°secreta de arreglos empresariales que han convertido el sistema penitenciario en un lucrativo centro de beneficios para el Estado¡± y, por si fuera poco, la producci¨®n de bienes baratos depende notablemente de subcontratas, lo que dificulta todav¨ªa m¨¢s la detecci¨®n de mano de obra forzada.
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