La gente en casa est¨¢ salvando a Latinoam¨¦rica de lo peor de la pandemia (por ahora)
Con salvedades, la situaci¨®n en el continente latinoamericano es por ahora menos grave que en EE UU, Espa?a o Italia
La curva latinoamericana de muertes acumuladas por la covid-19 es, por ahora, menos pronunciada que las de EEUU y Europa. Aunque empez¨® con un ritmo casi id¨¦ntico, incluso un poco m¨¢s acelerado (la inclinaci¨®n en una escala logar¨ªtmica indica la rapidez con la que se multiplican los casos), el ritmo comenz¨® a reducirse en la regi¨®n antes de alcanzar los mil fallecimientos, encontr¨¢ndose ahora en una fase menos acuciante que la de sus vecinos occidentales. ?Por qu¨¦? Y, ?cabe esperar que se mantenga as¨ª de forma permanente?
Para responder a estas preguntas fundamentales es necesario observar el comportamiento de cada pa¨ªs. Ni las din¨¢micas de la epidemia ni las decisiones que la afectan han sido las mismas en todo el continente. Destaca, para empezar, que las dos naciones m¨¢s habitadas no hayan implantado cuarentenas obligatorias nacionales. A Brasil y M¨¦xico se le suma Chile entre los m¨¢s poblados en su decisi¨®n de, por el momento, no introducir aislamientos generalizados. Lo interesante es que a este ¨²ltimo le ha ido tan bien o incluso mejor que a algunos lugares con cuarentenas tempranas: Colombia, Ecuador, Per¨² (sobre todo el segundo, con la dif¨ªcil situaci¨®n en la provincia de Guayas) han sufrido para ralentizar sus crecimientos.
Brasil y M¨¦xico s¨ª se han mantenido por regla general como las naciones con ritmos m¨¢s acelerados de la pandemia en la regi¨®n. Sin embargo, estos niveles se quedan lejos del v¨¦rtigo sentido en Espa?a, Italia, Ir¨¢n, Nueva York o Wuhan. Al menos por el momento. En el caso de Chile, la existencia de un plan de acci¨®n que comprende cuarentenas locales, distanciamiento social, la posibilidad expl¨ªcita de entrar en cuarentena nacional si fuera necesario y, sobre todo, una capacidad de realizar pruebas diagn¨®sticas por encima de otros muchos pa¨ªses del mundo, ayuda a explicar su situaci¨®n. Pero en los gigantes latinoamericanos no existen dichos planes, ni capacidades. M¨¢s al contrario, tanto L¨®pez Obrador como Bolsonaro se han destacado por un comportamiento m¨¢s bien err¨¢tico al enfrentar el virus: en el caso del segundo, enfrent¨¢ndose incluso a las decisiones de gobernadores estatales y locales que s¨ª impusieron medidas m¨¢s intensas de aislamiento social. De hecho, la existencia de un subregistro de casos y muertes es una duda leg¨ªtima ante estos datos. Seguro existe, pero de momento no disponemos de indicios que nos permitan concluir que es mayor que el de los mentados casos extremos. As¨ª, nos vemos obligados a buscar explicaciones que vayan m¨¢s all¨¢.
Un rasgo definitorio de la respuesta latinoamericana a la pandemia es la prontitud. No solo entre las autoridades que decidieron implantar cuarentenas con n¨²meros de casos confirmados relativamente bajos en pa¨ªses tan dispares como Argentina, Colombia, Costa Rica, Cuba, Per¨² o Venezuela. Tambi¨¦n, y quiz¨¢s sobre todo, entre la poblaci¨®n. Ya comprobamos al principio de la curva epidemiol¨®gica que la gente se estaba quedando en casa en Latinoam¨¦rica. Ahora, pasado un tiempo, podemos comprobar gracias a los datos descargables de movilidad que Apple recoge de sus dispositivos m¨®viles que, efectivamente, en las naciones m¨¢s grandes del continente las personas simplemente empezaron a guardarse antes en casa. ¡°Antes¡±, en este caso, se mide por la cantidad de casos detectados (un indicador que, con un retraso de una o dos semanas, indica el tama?o aproximado de la epidemia en el pa¨ªs).
Lo crucial es que esto es igualmente cierto para los lugares sin aislamiento nacional obligatorio. S¨ª: Brasil muestra las menores intensidades en reducci¨®n de tr¨¢fico, pero incluso estas son sustancialmente mayores a las que presentaban Espa?a o Italia con id¨¦nticos vol¨²menes de contagio. Esta decisi¨®n temprana por tanto no obedece ¨²nicamente a las decisiones de las autoridades, sino tambi¨¦n (y quiz¨¢s sobre todo) a las que han tomado los hogares. Empujados probablemente por la precauci¨®n ante la crecida de alarma desde el sur de Europa primero y EEUU despu¨¦s, las decisiones individuales cambiaron en Latinoam¨¦rica hacia quedarse en casa con mayor frecuencia. Cuando la circulaci¨®n de personas es menor, tambi¨¦n lo es la del virus: todos los modelos epidemiol¨®gicos basan la estimaci¨®n de crecimiento del pico de contagios en las posibilidades efectivas del pat¨®geno para moverse de persona a persona. Si, de media, cada individuo entra en contacto directo con un n¨²mero menor de sus pares, el virus lo tendr¨¢ m¨¢s dif¨ªcil para saltar de uno a otro.
En consecuencia, podemos observar que en el mundo entero existe una relaci¨®n m¨¢s o menos clara entre la cantidad de gente que hab¨ªa en la calle al principio del brote epid¨¦mico en cada pa¨ªs, y cu¨¢ntos muertos por la covid-19 acumulaba tres semanas despu¨¦s: la curva que finaliza en su peor extremo en Espa?a.
No disponemos del detalle para observar qu¨¦ segmentos de la poblaci¨®n tomaron esta decisi¨®n con mayor prontitud. Pero s¨ª es f¨¢cil intuir qui¨¦nes podr¨¢n aguantarla por menos tiempo: aquellos que no dispongan de ahorros, red familiar, o que no puedan generar ingresos desde sus domicilios. Es decir: los colectivos m¨¢s vulnerables y con menor nivel de ingresos de la poblaci¨®n. Algo que, en una regi¨®n tan desigual como Latinoam¨¦rica, abarca a un n¨²mero sustancial de personas.
Lo que s¨ª podemos observar es que en muchos pa¨ªses el porcentaje de reducci¨®n del tr¨¢fico en las calles respecto al periodo de referencia se ha ido relajando, al menos seg¨²n los datos que ofrece Waze junto al Banco Interamericano de Desarrollo.
Probablemente, en muchos casos esta decisi¨®n obedezca a un c¨¢lculo entre necesidad y riesgo basado en el avance percibido de la pandemia. Se dar¨ªa entonces una paradoja que, en cualquier caso, los epidemi¨®logos conocen bien: el propio efecto positivo de las medidas de precauci¨®n para evitar el contagio pueden llegar a producir una falsa sensaci¨®n, si no de tranquilidad, s¨ª de menor peligro. Ello, mezclado con el mentado margen escaso con el que cuentan multitud de hogares en la regi¨®n, podr¨ªa combinarse para deshacer el camino andado. Si adem¨¢s a?adimos la ausencia de apoyo material combinada con mensajes mixtos o directamente contraproducentes por parte de las autoridades en lugares como M¨¦xico o Brasil, el peligro de un rebrote se vuelve muy real. Al fin y al cabo, la reducci¨®n del pico de la epidemia hoy significa necesariamente que una gran parte de la poblaci¨®n sigue siendo susceptible de contagio ma?ana. Las curvas, que hoy pueden aparecer como relativamente domesticadas en comparaci¨®n con los epicentros de la pandemia, ma?ana podr¨ªan desbocarse con relativa facilidad.
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