Un varapalo al paradigma neoliberal
La emergencia augura una segunda vida para el Estado de bienestar frente a los intentos de liquidarlo
La crisis del coronavirus va camino de convertirse en un hecho hist¨®rico que, como la Gran Depresi¨®n o la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, provocar¨¢ cambios pol¨ªticos, sociales y econ¨®micos. Con los Gobiernos luchando por controlar la extensi¨®n de la covid-19 y aprobando ayudas para relanzar la actividad econ¨®mica, se reabre el debate sobre el papel del Estado de bienestar, sobre su adaptaci¨®n y l¨ªmites en la era pospandemia.
De entrada, la salud de la poblaci¨®n se convertir¨¢ en una nueva se?a de prosperidad, anticipan los analistas de Bank of America, que consideran tambi¨¦n que se acentuar¨¢ la necesidad de un nuevo contrato social en el que los Estados tendr¨¢n un renovado mandato econ¨®mico y social.
Claro que una cosa es fortalecer el Estado del bienestar, generalizado en Europa occidental tras la Segunda Guerra Mundial, y otra es dar manos libres al intervencionismo estatal al estilo chino, por ejemplo. Pero la demanda de seguridad sanitaria llevar¨¢ previsiblemente a las opiniones p¨²blicas a reclamar un mayor papel del Estado y mayor gasto p¨²blico, vaticinan los expertos de Bank of America. Pero, como en muchos debates sobre las consecuencias de la pandemia, los expertos discrepan sobre el alcance y la forma que adoptar¨¢ un renovado Estado del bienestar.
Para Jean de Munck, fil¨®sofo y soci¨®logo de la Universidad cat¨®lica de Lovaina, ¡°el Estado de bienestar est¨¢ saliendo de la crisis de la covid-19 relegitimizado¡±. ¡°Europa occidental ha podido afrontar la crisis de manera un poco m¨¢s justa y eficaz que en otros lugares (Brasil, Estados Unidos) gracias a su sistema de salud y asistencia altamente inclusivo¡±, a?ade. Sin embargo, la covid-19 ha pillado a Europa ¡°con un Estado de bienestar elefanti¨¢sico, con las funciones preventivas b¨¢sicas del Estado liberal ¡ªpolic¨ªa, defensa, hospitales¡ª en m¨ªnimos¡±, objeta el catedr¨¢tico de Organizaci¨®n de Empresas de la Universidad Pompeu Fabra Benito Arru?ada. ¡°En Espa?a, por ejemplo, han funcionado mejor las partes del Estado m¨¢s recortadas (las prestadoras de servicios, desde el Ej¨¦rcito a los hospitales) y peor las nuevas (igualdad) o las menos recortadas¡±.
En cualquier caso, ¡°el Estado de bienestar, que es un lujo de ricos que solo se da en Europa, no hay quien lo mueva ya¡±, tercia el historiador econ¨®mico Gabriel Tortella. ¡°Hay ciertas franjas de derechas que querr¨ªan recortarlo, pero eso en estos momentos ser¨ªa un suicidio pol¨ªtico y quien haga eso perder¨¢ las elecciones. Es intocable en materia de pensiones, seguro de paro, educaci¨®n y sanidad p¨²blicas¡±, recalca. Antes de la pandemia y pese a la crisis financiera de 2008, la UE en su conjunto destinaba ya casi el 28% del PIB a gasto social y no cabe duda de que con las medidas de los ¨²ltimos meses ¡ªprestaciones por desempleo, ayudas a empresas y aut¨®nomos, presupuestos sanitarios¡ª esa partida aumentar¨¢.
Pero, ?c¨®mo y hacia d¨®nde evolucionar¨¢ el sistema? La tendencia en la era pospandemia apunta en la direcci¨®n contraria al neoliberalismo impulsado hace cuatro d¨¦cadas por l¨ªderes como Margaret Thatcher y Ronald Reagan, adoptado en cierta forma tambi¨¦n por algunos partidos socialdem¨®cratas. ¡°El paradigma neoliberalizador que ha regido las ¨²ltimas d¨¦cadas en la econom¨ªa, que ya se vio muy golpeado en la anterior crisis, ha llegado a un cierto final¡±, apunta desde Washington el economista serboestadounidense Branko Milanovic, autor de libros como Global Inequality. ¡°La principal raz¨®n de ser de los Estados es proteger la vida de la gente y a partir de ah¨ª todo lo dem¨¢s. Y no podemos decir que se hayan obtenido resultados razonables en esa misi¨®n, lo que en buena medida se explica por todos los a?os en que se ha puesto el ¨¦nfasis en la austeridad¡±, recalca.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), muchos a?os despu¨¦s de la crisis financiera, admiti¨® que el efecto multiplicador de la austeridad sobre la econom¨ªa era mucho mayor, para mal, de lo previsto en t¨¦rminos de crecimiento. En concreto, apunt¨® que por cada d¨®lar de recorte de gasto, el PIB se reduc¨ªa 1,5 d¨®lares y no 0,5 como hab¨ªan calculado inicialmente. Ese coste se traslad¨® sobre los Gobiernos entonces al mando en forma de derrotas en las urnas. Sin distinguir su color pol¨ªtico, la Gran Recesi¨®n se llev¨® por delante a buena parte de los Gobiernos de la UE, entre ellos, los de Espa?a, Grecia, Francia, el Reino Unido y Pa¨ªses Bajos.
La pandemia del coronavirus ha expuesto con crudeza las debilidades de los sistemas sanitarios, golpeados en parte por los a?os de austeridad, y obligado a los Estados a asumir el papel de ¡°protector de ¨²ltima instancia¡±, como lo denominan los economistas del banco suizo de inversi¨®n Julius B?r. ¡°No solo habr¨¢ una mayor demanda para aumentar la financiaci¨®n de los servicios sanitarios, sino que la presi¨®n de los votantes llevar¨¢ a los Gobiernos a convertir en permanentes medidas adoptadas con car¨¢cter temporal¡±, sostiene Vicky Redwood, asesora econ¨®mica de Capital Economics en Londres. Pero no se trata ¨²nicamente de a?adir ceros a la inversi¨®n sanitaria: EE UU tiene el mayor gasto sanitario per c¨¢pita del mundo, pero unos 28 millones de estadounidenses carecen de seguro m¨¦dico y el 90% de los que s¨ª lo tienen, no tienen una cobertura suficiente para dejar de trabajar en caso de enfermedad.
Resetear el sistema
Por eso el sistema necesita reformas y soluciones imaginativas, como ha se?alado la Comisi¨®n Europea, que aboga por restablecer lo que ha llamado la ¡°soberan¨ªa sanitaria¡±. Por ejemplo, reduciendo la dependencia de productos fabricados en China con vistas a futuras pandemias. ¡°Ante el riesgo global, necesitamos circuitos de producci¨®n local (para m¨¢scaras, medicinas...) en Europa. El capitalismo global deslocaliza la producci¨®n, y nos hace vulnerables. Solo un Estado intervencionista puede reubicar la producci¨®n¡±, sostiene el soci¨®logo De Munck.
A la espera de una vacuna, algunos expertos creen que el virus va a resetear el sistema. La receta pasar¨ªa por ver los servicios p¨²blicos como un activo y no como un pasivo, afianzar el mercado laboral para que no sea tan precario y redistribuir mejor la riqueza con iniciativas, tenidas por ut¨®picas hasta hace poco, como la renta b¨¢sica universal. Pero tambi¨¦n en este punto hay discrepancias. As¨ª, Tortella, entre otros, cree que esa receta ¡°debe ser algo coyuntural en una situaci¨®n de emergencia¡± porque hay riesgos desincentivadores sobre el empleo.
Pero si la austeridad parece descartada y los ciudadanos reclaman m¨¢s gasto, el desaf¨ªo est¨¢ en c¨®mo financiar ese nuevo Estado del bienestar. En parte con un aumento de la deuda p¨²blica hacia la que existe ahora una mayor tolerancia, pero tambi¨¦n con un incremento de los ingresos.
¡°Ese es el debate que se abre ahora, porque el Estado no puede pagar los salarios de los trabajadores de empresas privadas, como se contempla en los planes de rescate de algunos pa¨ªses [por ejemplo, EE UU], para siempre. Yo apostar¨ªa por un impuesto temporal sobre la riqueza, una especie de tasa de solidaridad como sucede despu¨¦s de una situaci¨®n de guerra¡±, apunta Milanovic. Redwood descarta un aumento de la fiscalidad sobre los ingresos de los hogares, porque afectar¨ªa a las familias m¨¢s golpeadas por la crisis, y abre la puerta a un impuesto extraordinario sobre las empresas m¨¢s beneficiadas por la pandemia, como las tecnol¨®gicas o las empresas de alimentaci¨®n. El coronavirus ha precipitado la discusi¨®n, la modernizaci¨®n del Estado del bienestar est¨¢ sobre la mesa.
?Y esto c¨®mo se paga?
El debate sobre la financiaci¨®n del Estado del bienestar tras la pandemia enlaza con otro abierto antes sobre la fiscalidad que debe aplicarse a las empresas tecnol¨®gicas y la econom¨ªa digital. Francia o Espa?a est¨¢n dispuestas a imponer el impuesto digital. El soci¨®logo Jean de Munck subraya: ¡°Hay que poner fin a la competencia fiscal entre los Estados europeos, que est¨¢ destruyendo el sistema de seguridad social¡±. Otros ven una salida en la econom¨ªa verde. ¡°El Estado de bienestar debe convertirse en un Estado social-ecol¨®gico para darle la vuelta a las consecuencias sociales de las crisis medioambientales. Estamos ante una doble revoluci¨®n: devolver la salud al coraz¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas, poniendo el medio ambiente en el coraz¨®n de las pol¨ªticas sanitarias¡±, dice ?loi Laurent, economista del Observatorio franc¨¦s de Coyunturas Econ¨®micas.
El coronavirus ha precipitado un debate que afianza la legitimidad del Estado de bienestar, al tiempo que obliga a plantear su modernizaci¨®n. Tal vez sea un Keynes verde el icono de la nueva normalidad.
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