Miles de personas protestan en Washington contra el racismo tras la muerte de George Floyd
Los ciudadanos expresan su sentimiento de hartazgo ante una brutalidad policial que no deja de repetirse y ensa?arse con los afroamericanos
Amanda cierra el pu?o derecho y lo levanta con el saludo del poder negro que dio la vuelta al mundo en los Juegos Ol¨ªmpicos de M¨¦xico en 1968. Amanda tiene a sus espaldas una Casa Blanca fortificada tras una verja negra y una camiseta que cuelga de ella que dice ¡°mi cuerpo no es una diana¡±. Ha pasado m¨¢s de medio siglo desde que dos atletas negros, John Carlos y Tommie Smith, utilizaran el podio en el que recib¨ªan las medallas de oro y bronce en los 200 metros alzando su pu?o envuelto en un guante negro mientras sonaba el himno nacional y Estados Unidos se ve obligado a seguir viviendo protestas raciales.
El pasado 25 de mayo, George Floyd muri¨® asfixiado bajo la rodilla de un polic¨ªa blanco que hoy enfrenta cargos de asesinato en segundo grado. Durante ocho minutos y 46 segundos, Floyd suplic¨® por su vida asegurando que no pod¨ªa respirar. ¡°Si no hubiera sido porque se grab¨® lo sucedido [durante la custodia policial de Floyd] su muerte habr¨ªa pasado desapercibida, porque las vidas de los negros en este pa¨ªs no importan¡±, asegura indignada la joven Amanda.
Para miles de personas en muchas ciudades de Estados Unidos, importan. El lema Black Lives Matter se escuch¨® durante todo el d¨ªa del s¨¢bado en las protestas de Washington. Imposible estimar el n¨²mero de personas que acudieron a las manifestaciones. Grupos y m¨¢s grupos de personas, j¨®venes, mayores, familias con ni?os, ciudadanos en bicicleta, sanitarios que siguen su lucha contra la covid-19, miles de individuos que marchaban por la ciudad desde el norte, el sur, el este y el oeste para congregarse en un punto: la plaza recientemente renombrada por la alcaldesa de la ciudad como Black Lives Matter, desde donde antes de que fuera fortificada por una valla negra se ve¨ªa perfectamente la fachada frontal de la Casa Blanca.
Desde detr¨¢s de esa valla, el presidente de Estados Unidos expresaba en su residencia oficial lo que sent¨ªa y lo que pensaba de lo que suced¨ªa en la capital del pa¨ªs. Con un simple tuit resum¨ªa su pensamiento: ¡°LEY Y ORDEN¡±, escrito en may¨²sculas por si a alguien le quedaban dudas de lo que tiene y ten¨ªa en mente cuando lleg¨® a plantear sacar el Ej¨¦rcito a las calles de las ciudades de la Uni¨®n para reprimir las manifestaciones.
El asesinato de Floyd en Minneapolis, ya siempre grabado en la memoria nacional como un episodio m¨¢s de la violencia policial que sufre de manera desigual la comunidad negra del pa¨ªs, es considerado para Anthonius Durrell, 47 a?os, ¡°un genocidio que poco a poco est¨¢ acabando con la comunidad afroamericana¡±. ¡°Estoy asqueado y cansado de ver morir a nuestros j¨®venes, de andar con miedo por la noche en la calle y que me pare la polic¨ªa por el simple hecho de ser negro¡±, relata. ¡°?C¨®mo le explico a mis hijos que su vida vale menos que la de un blanco en el supuestamente pa¨ªs m¨¢s desarrollado del mundo?¡±. Durrell deja la pregunta sin respuesta y prosigue su marcha lanzando sobre su cabeza un cartel con solo dos palabras: ¡°Justicia e Igualdad¡±.
El calor y la humedad que impregnaba Washington no asustaron a Felicia Perry. No se qued¨® en casa. Perry es lo suficiente mayor para recordar los disturbios que durante cuatro d¨ªas convulsionaron el Distrito de Columbia tras el asesinato de Martin Luther King en abril de 1968. ¡°Hoy no tengo miedo de manifestarme, es una congregaci¨®n pac¨ªfica por mucho que hay quien quiere pintar a los negros como saqueadores e incendiarios¡±, declara Perry, que no parece tener los 75 a?os que asegura. Una de sus hijas, varias nietas y alguna bisnieta han acudido a la protesta con ella. Son todas mujeres y creen que habr¨¢ un antes y un despu¨¦s de Minneapolis. ¡°Tiene que haberlo¡±, enfatiza. Pero en su opini¨®n, es imperativo que cambie el inquilino de la Casa Blanca. Perry se despide recordando a Barack Obama.
Desde primera hora de la ma?ana, cuando el sol ya amenazaba con pegar duro en Washington, los manifestantes comenzaron sus marchas por distintas zonas de la ciudad. Frente al monumento de Lincoln, las consignas eran ¡°sin justicia no hay paz¡± y ¡°poder para el pueblo¡±, entre otras. Desde lo alto de las escalinatas que preside Lincoln, el presidente que dirigi¨® al pa¨ªs durante la guerra de secesi¨®n, efectivos de la Guardia Nacional contemplaban la llegada de los pac¨ªficos manifestantes. Muchos se tomaban fotos para el recuerdo.
¡°No quiero vivir con miedo¡±
En el Capitolio, la fotograf¨ªa era parecida. Familias, muchas de ellas afroamericanas, con sus hijos para hacerse o¨ªr en las calles. Para expresar su sentimiento de hartazgo ante una brutalidad que no deja de repetirse y ensa?arse con los afroamericanos. Ni?os peque?os negros cuyos padres decidieron que este s¨¢bado formaran parte de la historia en lugar de ser testigos indirectos de ella desde la televisi¨®n. ¡°Igualdad¡±; ¡°No m¨¢s violencia¡±; ¡°Justicia¡±. ¡°No quiero vivir con miedo¡±, aseguraba Kayla, una peque?a de 8 a?os, de la mano de su madre.
Bares y restaurantes abiertos para ofrecer agua a quien la necesitase. Puestos que vend¨ªan mascarillas. Un hombre ofrece pa?uelos para cubrirse la boca como si fuera una mascarilla con la fotograf¨ªa de Joe Biden y Barack Obama, bajo el lema de una candidatura imposible para 2020. Seg¨²n se acumulaban los manifestantes, cada vez se ve¨ªan menos las enormes letras del cartel amarillo pintado sobre el asfalto al que dio luz verde la alcaldesa de la ciudad, Muriel Bowser, y que asegura que la vida de los negros importan. Bowser ha plantado cara a Trump. Le ha enviado el mensaje de que las calles de Washington son suyas y son pac¨ªficas.
Aunque la presencia policial era m¨ªnima, pero no deja de impresionar ver veh¨ªculos blindados y Guardia Nacional cortando las calles para impedir pasar al tr¨¢fico. ¡°?Qu¨¦ hacen aqu¨ª?¡±, les gritaba Sharon Bailley, una mujer blanca de 47 a?os indignada por la presencia de los uniformados. ¡°Somos americanos, somos ciudadanos libres, no queremos militares de ocupaci¨®n en nuestras calles¡±. Bailley sigue avanzando por Connecticut Avenue. Lleva consigo su indignaci¨®n y la expresa gritando: ¡°?Black Lives Matter!¡±. Cruzan la gran Avenida una pareja de afroamericanos. Se paran un segundo ante los soldados -que sobrellevan con toda la dignidad que pueden el implacable sol-, les miran desafiantes y alzan su pu?o frente a ellos. Conocedores de que hay una reportera observando la escena repiten el gesto frente a ella, de espaldas a los soldados. ¡°Black Power¡±, proclaman mientras alzan orgullosos al aire sus pu?os. Es Washington, 6 de junio de 2020.
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