El clamor por la justicia racial a¨ªsla a Trump
Estados Unidos est¨¢ sumido en una triple crisis, sanitaria, econ¨®mica y social, y el presidente, a cinco meses de las elecciones, es incapaz de mostrar empat¨ªa


¡°A¨²n estamos peleando con el pecado original de Estados Unidos¡±. La frase no es una consigna de las protestas que, desde que el afroamericano George Floyd falleci¨® asfixiado por un agente de polic¨ªa en Minneapolis el 25 de mayo, recorren el pa¨ªs pidiendo justicia racial. La pronunci¨® Mitch McConnell, l¨ªder de la mayor¨ªa republicana en el Senado, astuto guardi¨¢n de las esencias del Viejo Gran Partido, que ha encargado a Tim Scott, el ¨²nico senador republicano negro, dirigir una iniciativa para decidir c¨®mo actuar contra la mala conducta policial. El expresidente George W. Bush llam¨® a la naci¨®n a terminar con el ¡°racismo sist¨¦mico¡±. El Pent¨¢gono y algunos senadores republicanos estudian renombrar las bases militares bautizadas en honor a oficiales de la Confederaci¨®n. La NASCAR, la popular competici¨®n automovil¨ªstica, ha prohibido exhibir la bandera confederada en sus carreras. Las grandes empresas se posicionan y toman medidas contra la injusticia racial. En las dos ¨²ltimas semanas, administraciones locales y estatales han emprendido cambios tangibles. La C¨¢mara de Representantes, de mayor¨ªa dem¨®crata, impulsa una iniciativa legislativa sin precedentes para combatir lo que la mayor¨ªa de estadounidenses ve como un racismo latente en la polic¨ªa. Ensayos sobre la raza copan los primeros puestos en las listas de ventas. Nunca antes en la historia las encuestas han mostrado un consenso mayor sobre la necesidad de actuar contra la prevalencia del racismo en la sociedad. El pa¨ªs atraviesa un momento de cambio. Pero el presidente parece ajeno a ¨¦l.
Atrincherado en la Casa Blanca durante el pico de las protestas, tuiteando teor¨ªas conspiratorias, el presidente Trump se muestra m¨¢s aislado que nunca de la corriente social y pol¨ªtica dominante en el pa¨ªs. Estados Unidos est¨¢ sumido en una triple crisis, sanitaria, econ¨®mica y social, y el presidente, a cinco meses de las elecciones, es incapaz de mostrar empat¨ªa.
¡°Cualquiera que preste atenci¨®n a Donald Trump se da cuenta de que no es un individuo con una capacidad normal para la empat¨ªa, y habitualmente los presidentes tienen un sentido de la empat¨ªa hiperdesarrollado¡±, defiende Russell Riley, presidente del programa de Historia Oral de la Presidencia, de la Universidad de Virginia. ¡°La empat¨ªa siempre ha sido una parte esencial de la descripci¨®n del empleo de presidente. Desde la revoluci¨®n de los derechos civiles de los a?os 60, adem¨¢s, tambi¨¦n forma parte de la descripci¨®n del empleo un sentido de la de defensa de la igualdad racial. Es parte del credo americano. Este presidente ha roto muchas normas pol¨ªticas, y esta es una m¨¢s. Lo dif¨ªcil es saber si es una representaci¨®n m¨¢s de ese desaf¨ªo a las convenciones, o si hay algo especifico en la raza que lo hace m¨¢s dif¨ªcil para ¨¦l. No podemos analizar su psique, solo leer sus acciones. Y en ellas es evidente que no ha mostrado que sienta esa empat¨ªa, ni ha aceptado esa norma can¨®nica de abogar por la justicia racial¡±.
Tuite¨® por primera vez sobre Floyd dos d¨ªas despu¨¦s de su muerte. Expres¨® sus condolencias y habl¨® de una muerte ¡°triste y tr¨¢gica¡±. El 30 de mayo hizo sus primeras declaraciones p¨²blicas sobre el suceso, al inicio de su discurso en el Centro Espacial Kennedy, tras el exitoso lanzamiento de un cohete de SpaceX. ¡°Comprendo el dolor que siente la gente¡±, dijo. Pero la palabra racismo no sali¨® de su boca.
Tampoco lo mencion¨® dos d¨ªas despu¨¦s, en su discurso en el jard¨ªn de rosas de la Casa Blanca, el de m¨¢s alto perfil que ha realizado hasta la fecha sobre el tr¨¢gico episodio que ha conmocionado al mundo. ¡°Todos los estadounidenses est¨¢n, con raz¨®n, asqueados por la brutal muerte de George Floyd¡±, dijo. ¡°Se har¨¢ justicia¡±, a?adi¨®. A partir de ah¨ª, dedic¨® el resto de su intervenci¨®n a atacar a los manifestantes y a las autoridades locales y estatales incapaces de frenar las protestas. ¡°Anarquistas profesionales¡±, ¡°matones violentos¡±, ¡°pir¨®manos¡±, ¡°saqueadores¡±, son algunas de las lindezas que ha dedicado Trump a las personas que, en su mayor¨ªa de manera pac¨ªfica, han salido a las calles por todo el pa¨ªs. Desde la muerte de Floyd, ha tuiteado ¡°ley y orden¡± m¨¢s de una docena de veces.
¡°Trump est¨¢ en una posici¨®n pol¨ªtica dif¨ªcil¡±, resume Tracey Brame, decana de la escuela de Derecho de la Universidad de Michigan Occidental, y que particip¨® en la redacci¨®n de la legislaci¨®n de justicia racial del Estado de Alabama. ¡°Gan¨® en 2016 reuniendo una coalici¨®n extra?a. Pol¨ªticamente, debe tener cuidado para no alienar a una parte de su electorado que se siente ofendida por las protestas. Su ¨²nica estrategia de cara a la poblaci¨®n negra es defender que ha creado una econom¨ªa ventajosa para todos, pero ese argumento se tambalea con el impacto econ¨®mico de la pandemia del coronavirus. En estas protestas es dif¨ªcil jugar en los dos equipos. Cualquiera que vea los ocho minutos del v¨ªdeo de la muerte de Floyd tendr¨¢ complicado posicionarse en el otro lado¡±.
La lectura pol¨ªtica de la postura de Trump es tan evidente como arriesgada. Defender de los ataques a la polic¨ªa y rechazar entrar en una revisi¨®n del legado racista de los Estados Confederados puede energizar a sus bases blancas de cara a las elecciones. Trump ha explotado con ¨¦xito en el pasado las tensiones raciales en su beneficio pol¨ªtico. No hay que olvidar que inici¨® su carrera presidencial, hace ya cinco a?os, con la acusaci¨®n de que M¨¦xico enviaba violadores a trav¨¦s de la frontera. Pero muchos republicanos, incluso dentro del c¨ªrculo de consejeros de Trump, temen que seguir con ese juego tras la muerte de Floyd constituya un grave error estrat¨¦gico y un alarde de miop¨ªa pol¨ªtica. Consideran que puede contribuir a seguir alejando a los votantes menos forofos que ya han empezado a darle la espalda, una vez que el coronavirus ha neutralizado el argumento del vigor econ¨®mico que eclipsaba todo lo dem¨¢s, y que movilice en contra del republicano a las minor¨ªas cuya participaci¨®n puede ser decisiva en noviembre.
¡°Uno de los principales misterios de Trump es que, al contrario que la mayor¨ªa de presidentes, una vez elegido no ha movido un solo dedo para ampliar su base electoral¡±, explica Riley. ¡°Y los sondeos indican que ahora hay una erosi¨®n de esa base mayor de la que se ha visto nunca. En parte ser¨¢ por su gesti¨®n del coronavirus, en parte por su rechazo a abrazar el mensaje de justicia racial y, sobre todo, por el deterioro econ¨®mico. Muchos republicanos moderados toleraban todo el ruido siempre que las gr¨¢ficas fueran hac¨ªa arriba¡±.
El 76% de los estadounidenses, seg¨²n una encuesta de la Universidad de Monmouth de esta semana, considera que el racismo es ¡°un gran problema¡± en el pa¨ªs. Incluido un 71% de los blancos. Eso supone una subida de 26 puntos porcentuales desde 2015. Tambi¨¦n entre los votantes que se definen como conservadores, el 65% considera que la frustraci¨®n de los manifestantes est¨¢ justificada. Otro sondeo, este de la radio p¨²blica PBS, revela que el 67% de los estadounidenses cree que la respuesta de Trump ha aumentado las tensiones, lejos de mitigarlas. Pero el presidente parece impermeable a la evidencia. El jueves, en Dallas, dijo que las soluciones llegar¨¢n ¡°r¨¢pida y muy f¨¢cilmente¡±. Tambi¨¦n dijo en febrero que el coronavirus desaparecer¨ªa ¡°como un milagro¡±, y sigue cobr¨¢ndose cientos de vidas de estadounidenses cada d¨ªa.
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