EE UU abre el di¨¢logo con Irak para reducir la presencia de sus tropas en ese pa¨ªs
Bagdad intenta resguardar su relaci¨®n bilateral con la primera potencia de la enemistad entre Washington y Teher¨¢n
Irak y Estados Unidos han iniciado esta semana un ¡°di¨¢logo estrat¨¦gico¡± para definir el futuro de sus relaciones bilaterales, muy deterioradas durante el ¨²ltimo a?o. Pero, aunque formalmente el debate alcance tambi¨¦n a la econom¨ªa y la pol¨ªtica, su eje central es la seguridad, en especial la reducci¨®n de las tropas estadounidenses desplegadas en el pa¨ªs en 2014 para frenar al autodenominado Estado Isl¨¢mico (ISIS, en sus siglas en ingl¨¦s). Sobre la negociaci¨®n se proyecta inevitablemente la sombra de Ir¨¢n, cuyo empe?o en la salida de las fuerzas estadounidenses ha convertido el territorio iraqu¨ª en campo de batalla de su enemistad con Washington.
¡°La amenaza ha cambiado. Tenemos que reconfigurar el tipo de asistencia, tal vez con menos fuerzas, que el entrenamiento quede en manos de la OTAN (el mismo formador, pero bajo insignia de esta organizaci¨®n) y con mayor ¨¦nfasis en nuestra soberan¨ªa para eliminar la imagen de tropas de ocupaci¨®n¡±, explican fuentes cercanas al Gobierno iraqu¨ª.
Lograr ese cambio manteniendo el equilibrio de las relaciones con Washington y Teher¨¢n constituye uno de los principales retos para el nuevo primer ministro iraqu¨ª, Mustafa al Kadhimi. La palabra clave es soberan¨ªa: que EE UU no lleve a cabo ataques no autorizados y limitar la inmunidad total de sus tropas. De momento, Washington ha dicho que en los pr¨®ximos meses ¡°va a seguir reduciendo efectivos en Irak y negociar¨¢ con su Gobierno el r¨¦gimen de las fuerzas restantes¡± y que ¡°no busca una presencia militar permanente¡±, seg¨²n el comunicado de la primera sesi¨®n.
La incomodidad con el contexto actual se hizo evidente el pasado enero cuando el Parlamento iraqu¨ª aprob¨® una resoluci¨®n pidiendo ¡°la retirada de las fuerzas extranjeras¡±, es decir de Estados Unidos. Se trataba de una pataleta de los partidos chi¨ªes proiran¨ªes por la operaci¨®n estadounidense que mat¨® al general iran¨ª Qasem Soleimani y a su mano derecha en Irak, Abu Mahdi al Mohandes. La votaci¨®n, no vinculante y boicoteada por los representantes de las comunidades ¨¢rabe sun¨ª y kurda, evidenci¨® no obstante la ausencia de un marco legal apropiado para la presencia de las tropas estadounidenses y, por extensi¨®n, de la coalici¨®n internacional, en la que participa Espa?a.
Los militares de EE UU llegaron a Irak en 2014, cuando el ISIS se hizo con el control de casi un tercio del pa¨ªs, a petici¨®n del Gobierno de Nuri al Maliki, pero en la petici¨®n no se estipulaba ni fecha ni condiciones de retirada. A pesar de las reticencias que el regreso de los uniformados estadounidenses (que se hab¨ªan ido en 2011, tras ocho a?os de ocupaci¨®n) suscit¨® en Teher¨¢n y sus socios iraqu¨ªes, el frente com¨²n contra los yihadistas se tradujo en una alianza de facto entre los dos pa¨ªses. Hasta que Donald Trump lleg¨® a la Casa Blanca, sac¨® a EE UU del acuerdo nuclear y reimpuso sanciones a la Rep¨²blica Isl¨¢mica. Enseguida empezaron los ataques a las tropas.
La incapacidad de los responsables iraqu¨ªes de impedir que milicias en teor¨ªa bajo control estatal lanzaran cohetes contra las bases que alojaban a fuerzas estadounidenses o contra su Embajada en Bagdad, llevaron las relaciones bilaterales a su punto m¨¢s bajo. De ah¨ª que el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, propusiera el pasado abril un di¨¢logo para reevaluar su futuro.
Washington tiene dos objetivos principales en Irak: Reducir la amenaza que a¨²n plantea el ISIS y evitar que Bagdad ayude a Ir¨¢n a evadir las sanciones. Para seguir cooperando en la lucha contra los yihadistas, EE UU quiere neutralizar el debate sobre la presencia de sus tropas y tener garant¨ªas contra los ataques de las milicias que escapan al control estatal. Los sectores m¨¢s conservadores incluso piden la retirada total tanto por el coste del despliegue como por el escaso aprecio que la misi¨®n suscita.
La posici¨®n iraqu¨ª es m¨¢s complicada. Aunque la expulsi¨®n de los soldados norteamericanos se ha convertido en una fijaci¨®n para Ir¨¢n y sus aliados locales, no lo es tanto para los iraqu¨ªes y la mayor¨ªa de los grupos pol¨ªticos. ¡°No existe consenso entre la poblaci¨®n¡±, aseguraba la embajadora Rend al Rahim, cofundadora y presidenta de la Iraqi Foundation, en un reciente seminario.
Consciente de la disparidad de opiniones, Al Kadhimi se reuni¨® la semana pasada con representantes de los principales grupos pol¨ªticos. Significativamente, todos apoyan el di¨¢logo, aunque esperan resultados distintos. ¡°?rabes sun¨ªes y kurdos desean un acuerdo que permita la permanencia de las fuerzas de la coalici¨®n bajo un marco bien definido. Los grupos chi¨ªes, por su parte, est¨¢n divididos entre los que desean su salida inmediata y los que opinan que debieran quedarse¡±, resume una fuente con acceso a los participantes. Quienes apoyan su presencia ven en ella una ayuda importante frente al resurgir del ISIS, pero tambi¨¦n una forma de equilibrar la influencia iran¨ª.
?C¨®mo cuadrar ese c¨ªrculo? La clave est¨¢ en la econom¨ªa. Irak est¨¢ con el agua al cuello. El golpe de la pandemia de la covid-19 y el desplome de los precios del petr¨®leo han encontrado vac¨ªo el erario debido a la malversaci¨®n de sus pol¨ªticos. El pa¨ªs necesita ayuda urgente para hacer frente a la crisis financiera. Tan urgente que los pensionistas ya han sentido el recorte en su ¨²ltima paga y no hay suficientes fondos para hacer frente a la pr¨®xima mensualidad de los salarios p¨²blicos. Los negociadores iraqu¨ªes buscan que EE UU siga permitiendo la importaci¨®n de electricidad iran¨ª, inversiones en infraestructuras energ¨¦ticas, apoyo en su solicitud de ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI) y respaldo a su integraci¨®n regional.
¡°Irak va a ver c¨®mo puede seguir benefici¨¢ndose de la asistencia de Estados Unidos, incluida la econ¨®mica, y conseguir garant¨ªas de que Washington no va a da?ar su relaci¨®n con Ir¨¢n. Si logra un compromiso para los pr¨®ximos dos o tres a?os, podr¨¢ decir que ha tenido ¨¦xito¡±, asegura a EL PA?S el polit¨®logo iraqu¨ª Sajad Jiyad.
Algunos observadores atribuyen a la crisis econ¨®mica el hecho de que Teher¨¢n, que carece de medios para rescatar a su vecino, haya dado un paso atr¨¢s, con la esperanza de que Estados Unidos pague la factura. ¡°Ir¨¢n apoya el concepto de di¨¢logo sin imponer condiciones a Irak¡±, escribi¨® el analista Hisham Alhashemi, tras la visita del sucesor de Soleimani a Bagdad a principios de mes. Por supuesto, algunos de sus aliados locales siguen haciendo ruido.
Dos cohetes cayeron cerca del aeropuerto de la capital iraqu¨ª y de la Embajada estadounidense en v¨ªsperas del inicio del di¨¢logo, tras varias semanas sin ataques. Y el portavoz de la agrupaci¨®n proiran¨ª Fatah (Conquista), Ahmad al Asadi, insiste en fijar una fecha l¨ªmite de seis meses para la salida de las tropas. Aunque no se espera que EE UU abandone de repente Irak, en los ¨²ltimos meses ya ha reducido su presencia de 12 a tres bases y ahora ha confirmado que va a seguir haci¨¦ndolo. De momento, las restricciones de viaje debido a la covid-19 obligaron a organizar la primera sesi¨®n del di¨¢logo por videoconferencia. El objetivo era fijar la agenda y el calendario de un proceso que previsiblemente culminar¨¢ con una visita de Al Kadhimi a Washington dentro de unos meses.
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