Mar¨ªa Ressa, la c¨¦lebre periodista filipina a la que Duterte quiere ver en prisi¨®n
La reportera se ha convertido en la mayor cr¨ªtica de los desmanes del l¨ªder filipino en la lucha antidroga
Mar¨ªa Ressa (Manila, 1963) podr¨ªa disfrutar de una vida apacible en Estados Unidos, que le ha reconocido su labor period¨ªstica con prestigiosos galardones como el Premio Knight de Periodismo Internacional y el Gwen Ifill a la Libertad de Prensa. Pero esta mujer menuda y vivaz con doble nacionalidad filipina y estadounidense ni se lo plantea. ¡°Ojal¨¢ pudiera dedicarme a viajar y leer libros, pero si lo hiciera mi carrera no habr¨ªa servido de nada¡±, asegur¨® a EL PA?S el pasado diciembre. Entonces Ressa ya se mostraba pesimista sobre el curso de un proceso judicial en su contra -uno de varios- por ¡°difamaci¨®n cibern¨¦tica¡±. El tiempo dio la raz¨®n a su presentimiento, y un juzgado de Manila la declar¨® culpable el pasado lunes, conden¨¢ndola a una pena m¨¢xima de seis a?os de c¨¢rcel.
Ressa sali¨® del juzgado fiel a su estilo: aparentemente tranquila, elocuente y combativa. ¡°Seguiremos luchando, no es algo inesperado teniendo en cuenta que vamos a levantar la voz contra cualquier ataque a la libertad de prensa¡±, asegur¨® a los medios a las puertas de la corte. La periodista, nombrada persona del a?o en 2018 por la revista Time, defiende su inocencia y su equipo legal, en el que participa la abogada Amal Clooney, ha afirmado que apelar¨¢n en un caso que se podr¨ªa demorar a?os hasta llegar al Supremo de Filipinas.
La periodista y un colega de Rappler, el medio cofundado por la reportera en 2012, fueron denunciados por un art¨ªculo publicado en mayo de ese a?o que vincula al empresario filipino Wilfredo Keng con el tr¨¢fico de drogas y la trata de personas. No obstante, la ley de ¡°ciberdifamaci¨®n¡± supuestamente violada fue aprobada sin car¨¢cter retroactivo cuatro meses despu¨¦s de que saliera a la luz el reportaje. Es solo una de las incongruencias por las que Ressa y grupos de defensa de la libertad de prensa consideran que tanto este como otros siete procesos judiciales iniciados contra la periodista y su medio, entre ellos por evasi¨®n fiscal, son ¡°motivados pol¨ªticamente¡±.
La animosidad del presidente filipino, Rodrigo Duterte, hacia Rappler en concreto, y hacia la prensa libre en general, no es un secreto. Poco despu¨¦s de ganar las elecciones de 2016, lo dej¨® claro. ¡°Solo porque eres un periodista, no est¨¢s exento de ser asesinado si eres un hijo de puta¡±, proclam¨® el dirigente, quien arrancaba una guerra contra las drogas que ha dejado 27.000 muertos desde entonces, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional, aunque la polic¨ªa filipina solo admite 6.600.
Si hay alg¨²n medio que ha denunciado los desmanes de la batalla contra los estupefacientes de Duterte ha sido Rappler. Enojado, el presidente prohibi¨® a su plantilla cubrir las actividades gubernamentales oficiales, adem¨¢s de revocar en una ocasi¨®n su licencia. En 2018, mientras hablaba con una reportera de este medio, Duterte la increp¨®: ¡°Si intent¨¢is echarnos mierda, entonces lo m¨ªnimo que podemos hacer es intentar averiguar. ?Y qu¨¦ hay de vosotros? ?Est¨¢is limpios?¡±.
Ressa ha sido el principal objetivo de esas ¡°averiguaciones¡±. La periodista, quien emigr¨® con su familia a Estados Unidos de ni?a, cuando el dictador Ferdinand Marcos declar¨® la ley marcial a comienzos de los setenta, tiene un largo recorrido con Duterte, al que conoci¨® poco despu¨¦s de su regreso en 1986. El retorno de Ressa a su pa¨ªs natal, tras estudiar biolog¨ªa molecular en la Universidad de Princeton, coincidi¨® con las revueltas populares que derrocaron a Marcos. En plena vor¨¢gine, la joven ¨Cque no se sent¨ªa ¡°ni filipina ni estadounidense¡±, seg¨²n asegur¨® a la cadena BBC, se inici¨® en el periodismo para aprender de un pa¨ªs del que pensaba se hab¨ªa distanciado.
Y as¨ª fue como, empezando su carrera como reportera, entrevist¨® por primera vez a Duterte a finales de los ochenta, cuando ¨¦l se estrenaba como alcalde de Davao (en la isla meridional de Mindanao), donde se gan¨® el sobrenombre de Harry El Sucio por sus m¨¦todos violentos. Los dos se volvieron a ver las caras en 2015, en plena campa?a electoral de Duterte para las elecciones presidenciales. Entonces, el procaz futuro mandatario filipino confes¨® a la periodista, con m¨¢s de tres d¨¦cadas de experiencia en CNN y la cadena filipina ABS-CBN, haber asesinado a tres personas. La confesi¨®n, publicada en Rappler, dispar¨® la popularidad del medio digital, que no ha dejado de escudri?ar las acciones del presidente.
Ella considera que lo que le ha convertido en ¡°enemiga n¨²mero uno¡± del presidente, como han llegado a identificarla, es haber disputado ¡°su impunidad en la guerra contra las drogas y en su campa?a de propaganda¡±. Rappler, uno de los medios m¨¢s influyentes del pa¨ªs, ha publicado laureados reportajes en los que sicarios confiesan haber sido contratados por la polic¨ªa para asesinar a drogadictos, adem¨¢s de sacar a la luz las cuentas falsas supuestamente utilizadas por el entorno del presidente en las redes sociales para ganar popularidad manipulando el espacio informativo.
Coberturas que han causado innumerables problemas a Rappler y Ressa, algo que asegura que nunca la disuadi¨®. ¡°Es por momentos as¨ª que los periodistas nos hacemos periodistas¡±. Por ¡°momentos as¨ª¡± se refiere sobre todo a la situaci¨®n en Filipinas, donde, en solo cuatro a?os en el poder, Duterte se ha hecho pr¨¢cticamente con la totalidad del control de los ¨®rganos ejecutivo, legislativo y judicial de una de las democracias m¨¢s antiguas de Asia.
Es uno de los motivos por los que Ressa ya se mostraba c¨ªnica cuando hace unos meses este peri¨®dico le preguntaba si esperaba un proceso justo. ¡°Perm¨ªteme explicarlo de este modo. Cuando Duterte abandone el cargo dentro de dos a?os y medio, habr¨¢ nombrado a 13 de los 15 jueces del Supremo. Es el presidente m¨¢s poderoso que hemos tenido, quiz¨¢s m¨¢s incluso que Ferdinand Marcos (1965-1986)¡±, lamentaba.
Aunque pesimista sobre su suerte, Ressa no ha dejado de querer luchar para defender su inocencia y advertir por las amenazas que penden sobre la democracia filipina. Mientras contin¨²a su batalla en las cortes y pelea desde la redacci¨®n de Rappler, ha asegurado que se prepara tambi¨¦n ¡°mentalmente¡± para la posibilidad de ir a la c¨¢rcel. Y tiene claro ¨Cha contado al hongkon¨¦s South China Morning Post- qu¨¦ forma parte de esa preparaci¨®n: ¡°Tenemos que tener un plan. No podemos permitir que el miedo nos pare¡±.
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