La detenci¨®n de un colaborador de Bolsonaro debilita su apoyo militar y aumenta el precio de las alianzas pol¨ªticas
El presidente brasile?o analiza su estrategia para permanecer en el cargo acosado por las investigaciones contra los presuntos lazos de su hijo con las milicias criminales de R¨ªo de Janeiro
La peor semana para Jair Bolsonaro desde que asumi¨® el Gobierno de Brasil hace 18 meses termin¨® con dos alertas para el presidente. La primera: la c¨²pula de las Fuerzas Armadas ya no lo apoya tan firmemente y espera los pr¨®ximos movimientos para saber qu¨¦ direcci¨®n tomar. De momento, est¨¢ a la expectativa. La segunda: el llamado Centr?o, una coalici¨®n de partidos con presencia parlamentaria pero sin programa ni ideolog¨ªa, cobrar¨¢ un precio cada vez m¨¢s alto para detener cualquier proceso de impeachment contra el presidente. Eso significa que los ministerios que est¨¢n con titulares provisionales, como Sanidad y Educaci¨®n ¡ªdos de los que tienen los mayores presupuestos¡ª, se convierten en posibles fichas de negociaci¨®n, que podr¨ªan generar unos 200 votos de los 513 votos de la C¨¢mara de los Diputados. Para evitar una eventual destituci¨®n, se necesitan 171.
Desde el lunes pasado, la administraci¨®n de Bolsonaro est¨¢ sufriendo un violento ataque. Ha visto como arrestaban a algunos de sus partidarios por participar en actos antidemocr¨¢ticos que exig¨ªan el cierre del Congreso y del Supremo Tribunal Federal. Se ha enfrentado al Poder Judicial, que autoriz¨® que se levantara el secreto bancario de once parlamentarios del Gobierno sospechosos de financiar estos actos. Y ha tenido que aceptar que el Supremo decretara la legalidad de la investigaci¨®n sobre noticias falsas, cuyo principal blanco son los bolsonaristas que difaman a los opositores pol¨ªticos. Para rematar la semana, ha presenciado el arresto de Fabr¨ªcio Queiroz en casa del abogado de la familia Bolsonaro, Frederick Wasseff. Queiroz fue asesor del senador Fl¨¢vio Bolsonaro y est¨¢ siendo investigado por participar en un sistema de desv¨ªo de parte de los sueldos de los empleados de su gabinete en la Asamblea Legislativa cuando era diputado del Estado de R¨ªo de Janeiro. Pero a¨²n es peor: la investigaci¨®n ha evidenciado el v¨ªnculo de Queiroz con las milicias criminales, lo que ha representado un fuerte golpe para el presidente. Y fue el abogado de su familia, Frederick Wassef, quien ocult¨® al exasesor de su primog¨¦nito.
En la misma semana, el presidente tambi¨¦n ha destituido al ministro de Educaci¨®n, Abraham Weintraub, algo que su claque no ha recibido demasiado bien. En las redes de los militantes m¨¢s extremistas, llaman h¨¦roe al ahora exministro y dicen que el presidente se ha equivocado al ceder ante la presi¨®n del Poder Judicial. Ofensivo y malhablado, Weintraub pertenec¨ªa al ala ideol¨®gica del Gobierno y, en m¨¢s de una ocasi¨®n, defendi¨® que se arrestara a los magistrados ¡°canallas¡± del Supremo.
Este escenario solo ha hecho aumentar el apetito del Centr?o. Desde el pasado mi¨¦rcoles, el grupo ocupa el resucitado Ministerio de Comunicaciones, liderado por el diputado F¨¢bio Faria. Antes, ya estaba en al menos una docena de cargos de segundo y tercer nivel, con presupuestos superiores a 73.000 millones de reales (13.000 millones de d¨®lares). Ahora, adem¨¢s de Educaci¨®n y Sanidad, tiene en su punto de mira las carteras de Infraestructura y Agricultura, aunque la posibilidad de conseguirlas es menor, porque los dos titulares gozan de una buena relaci¨®n con el presidente. Independientemente de los cargos que ocupen, los pol¨ªticos profesionales del Centr?o ya se han manifestado: ¡°Mientras destine fondos a nuestras bases electorales, estaremos con el presidente¡±, declar¨® un representante del grupo a este diario.
A la expectativa
Por otro lado, los militares opinan que todav¨ªa hay que esperar para ver c¨®mo reacciona Bolsonaro ante el arresto de Fabr¨ªcio Queiroz. ¡°Ya se le ha pedido al presidente que no se radicalice m¨¢s. Vamos a ver qu¨¦ hace¡±, dijo uno de los militares con acceso al Palacio del Planalto. La principal preocupaci¨®n de Bolsonaro es que Queiroz haga un acuerdo con la Fiscal¨ªa para revelar posibles v¨ªnculos entre su familia y las milicias criminales de R¨ªo de Janeiro.
Dos especialistas consultados ofrecieron opiniones distintas sobre si la c¨²pula militar seguir¨¢ apoyando al mandatario. ¡°En mi opini¨®n, los militares esperan un golpe de gracia. La base del ¨¢rbol se est¨¢ pudriendo y solo hace falta un peque?o empuj¨®n para que caiga¡±, afirma el doctor en Relaciones Internacionales David Almstadter Magalh?es, profesor de la Fundaci¨®n Armando ?lvares Penteado y de la Pontificia Universidad Cat¨®lica de S?o Paulo.
¡°A menos que ocurra algo extremadamente catastr¨®fico, alg¨²n esc¨¢ndalo relacionado con las Fuerzas Armadas, no creo que los militares cambien su opini¨®n sobre apoyar al Gobierno¡±, opina el doctor en Ciencias Pol¨ªticas Lucas Rezende, profesor de la Universidad Federal de Santa Catarina. Pero Rezende tambi¨¦n se?ala que el movimiento de los militares tambi¨¦n es calculado, porque, ante un eventual impeachment, quien ocupar¨¢ el Palacio del Planalto ser¨¢ otro militar, el general de la reserva Hamilton Mour?o, actual vicepresidente.
En lo que coinciden tanto Rezende como Magalh?es es que Bolsonaro nunca tuvo una unanimidad entre los militares. Desde el inicio de su mandato, se ha repartido entre los m¨¢s pragm¨¢ticos y legalistas y aquellos que aceptaron aproximarse al brazo ideol¨®gico, influenciado por el gur¨² Olavo de Carvalho. La estrategia para comprar este apoyo es similar a la que utiliza con los pol¨ªticos del Centr?o: dar cargos. De los 23 ministerios, 10 est¨¢n ocupados por militares o exmilitares. Un estudio realizado por el medio digital Poder 360 publicado esta semana muestra que hay 2.930 militares en el Gobierno. Es el mayor n¨²mero desde la dictadura militar.
Lo que parece haberse enfriado por el momento es una especie de autogolpe de Estado que el presidente hab¨ªa estado alentando en las ¨²ltimas semanas. ¡°El prestigio social del presidente est¨¢ entrando en proceso de descomposici¨®n. De ahora en adelante, cualquier intento por su parte de utilizar a los militares para chantajear con un golpe ser¨¢ un farol¡±, ponder¨® Magalh?es. Pero seg¨²n Rezende, a¨²n no se podr¨ªa descartar una confrontaci¨®n civil armada entre partidarios y opositores del presidente. Todo depende de los pr¨®ximos movimientos en el tablero pol¨ªtico-jur¨ªdico-militar.
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