Los temporeros invisibles afloran en la pandemia
Borgo Mezzanone, en Italia, simboliza durante la crisis sanitaria la aguda necesidad de los jornaleros, en muchos casos inmigrantes irregulares, y a la vez el maltrato que sufren
Un par de ladrillos blancos, unas tablas de madera, un neum¨¢tico, la puerta del congelador de una nevera, unas piedras... Todo est¨¢ dispuesto en un peque?o c¨ªrculo, el l¨ªmite improvisado de una min¨²scula huerta en la que crecen unas plantitas. Entre las hojas, punteadas de peque?as flores amarillas, se entreven unos tomates. Est¨¢n a¨²n verdes pero quien los plant¨® no podr¨¢ verlos madurar. Mohamed Ben Al¨ª era senegal¨¦s, ten¨ªa 37 a?os y muri¨® a unos metros de aqu¨ª el 12 de junio en el incendio de la choza en la que viv¨ªa, en los m¨¢rgenes de lo que aqu¨ª se conoce como ¡°la pista¡± de Borgo Mezzanone...
Un par de ladrillos blancos, unas tablas de madera, un neum¨¢tico, la puerta del congelador de una nevera, unas piedras... Todo est¨¢ dispuesto en un peque?o c¨ªrculo, el l¨ªmite improvisado de una min¨²scula huerta en la que crecen unas plantitas. Entre las hojas, punteadas de peque?as flores amarillas, se entreven unos tomates. Est¨¢n a¨²n verdes pero quien los plant¨® no podr¨¢ verlos madurar. Mohamed Ben Al¨ª era senegal¨¦s, ten¨ªa 37 a?os y muri¨® a unos metros de aqu¨ª el 12 de junio en el incendio de la choza en la que viv¨ªa, en los m¨¢rgenes de lo que aqu¨ª se conoce como ¡°la pista¡± de Borgo Mezzanone, uno de los mayores asentamientos de temporeros africanos de Europa. Ben Al¨ª es la cuarta v¨ªctima en un incendio en esta zona en los ¨²ltimos 18 meses.
Alrededor de la que fue una pista de aterrizaje de los aviones de los Aliados durante la II Guerra Mundial se levanta ahora un enorme poblado de chabolas desde donde sale parte de la mano de obra que trabaja en los campos de la Capitanata, esta zona agr¨ªcola de la provincia de Foggia, en Apulia, el tac¨®n de la bota italiana. Mano de obra barata, sin capacidad de negociaci¨®n, a menudo, sin papeles y sin m¨¢s opciones que trabajar de sol a sol en el Tavoliere, el tablero, la inmensa llanura de esta regi¨®n sembrada de cultivos desde ¨¦poca romana.
El poblado, colindante con un centro de acogida para solicitantes de asilo, est¨¢ en plena ebullici¨®n. En unos d¨ªas empezar¨¢ la campa?a de recogida del tomate: m¨¢s de dos millones de toneladas, el 40% de toda la producci¨®n italiana. Es el oro rojo destinado principalmente a las industrias de transformaci¨®n para la fabricaci¨®n de salsas y conservas, que cubren el 50% de todo el mercado europeo, con un volumen de negocio de unos 3.000 millones de euros al a?o.
¡°Aqu¨ª viv¨ªa mi amigo. Entre las seis y las siete de la ma?ana prendi¨® el fuego. ?l no ten¨ªa electricidad, no ten¨ªa nada... No sabemos qu¨¦ pas¨®¡±. Lamin Touray se encoge en hombros mientras ense?a los restos de ceniza en el lugar donde muri¨® carbonizado Ben Al¨ª. De la que fue su ¨²ltima morada quedan tres o cuatro metros cuadrados de tierra ennegrecida. Touray lleg¨® a Italia en 2016. Es gambiano. Lleva dos a?os y medio en Borgo Mezzanone. ¡°Trabajo en la campa?a de los tomates, las aceitunas, la uva, el calabac¨ªn, los br¨®colis... Trabajo labrando la tierra. No nos pagan por d¨ªa, sino por caja. 3,5 euros la caja. En un d¨ªa puedo llenar 10-11. Es muy poco dinero y es trabajo en negro porque nosotros no tenemos papeles¡±. Touray es uno de los invisibles que s¨®lo los efectos colaterales de la pandemia de covid-19 han permitido que volvieran a ser visibles en un pa¨ªs donde el auge de la ultraderecha ha envenenado el debate sobre inmigraci¨®n.
Una cuesti¨®n europea
En toda Europa, la falta de temporeros por las limitaciones de los desplazamientos de los trabajadores, comunitarios y no comunitarios, ha encendido las alarmas, obligando a Alemania a abrir corredores con pa¨ªses como Ruman¨ªa, o empujando a Portugal a aprobar una regularizaci¨®n expr¨¦s de todos los inmigrantes que ten¨ªan pendiente la autorizaci¨®n de residencia. Pero en Italia ha logrado algo impensable hace tan solo unos meses. A mediados de mayo la ministra de Agricultura, Teresa Bellanova, exjornalera y con una larga carrera como sindicalista, anunci¨® una regularizaci¨®n de los trabajadores del campo y del servicio dom¨¦stico y de cuidados. Se habl¨® de 200.000 personas. En el primer mes, seg¨²n el ¨²ltimo balance del Ministerio de Interior, han llegado unas 80.000 solicitudes, solo un 12% desde el sector de la agricultura.
¡°La regularizaci¨®n tiene requerimientos muy estrictos y no responde a las exigencias de este territorio y de los ciudadanos extranjeros presentes en Italia en este momento. Hay gente que se encuentra en situaci¨®n irregular tambi¨¦n por los decretos de seguridad [firmados por el anterior ministro de Interior Matteo Salvini, que han abrogado el permiso de residencia por motivos humanitarios] y esta medida no da una respuesta a estas situaciones. Muy pocos podr¨¢n beneficiarse de ella¡±, explica Erminia Rizzi, de la Asociaci¨®n de Estudios Jur¨ªdicos sobre Inmigraci¨®n.
Rizzi recorre desde hace a?os los asentamientos donde malviven los inmigrantes en situaci¨®n irregular. No s¨®lo Borgo Mezzanone o el llamado exgueto de Rignano Garg¨¢nico, otro poblado un poco m¨¢s al norte, tambi¨¦n los asentamientos m¨¢s peque?os que se encuentran esparcidos entre los campos de la provincia. Guetos es el nombre que se les da aqu¨ª. Donde no hay chabolas, hay caserones en ruinas o viejas construcciones que, en medio de extensiones inmensas sembradas de trigo o de tomate, sirven de alojamiento para los que no que no pueden permitirse otro lugar. ¡°El hombre que muri¨® hace unos d¨ªas en la expista de Borgo es solo el ¨²ltimo caso¡±, recuerda Rizzi.
Las condiciones de precariedad extremas que se alcanzan en Borgo Mezzanone no son, sin embargo, un caso aislado en Europa. ¡°Todos los a?os en Lleida hay centenares de personas viviendo en situaciones de inseguridad, con los Ayuntamientos sin capacidad para acogerlas¡±, recuerda Ernest Urtasun, eurodiputado de En Com¨²n Podem y vicepresidente de los Verdes europeos. Urtasun es uno de los firmantes de la resoluci¨®n aprobada hace unos d¨ªas por el Parlamento Europeo sobre la protecci¨®n de los trabajadores transfronterizos y temporeros en la emergencia de covid-19. En el texto ratificado por la Euroc¨¢mara, instituci¨®n que ha financiado este reportaje, se piden condiciones laborales y de alojamiento dignas para los que son empleados, sobre todo, en el sector agroalimentario. Trabajadores comunitarios, principalmente, pero tambi¨¦n extracomunitarios. ¡°En algunos casos, las condiciones en las que trabajan estas personas son claramente contrarias a la Carta de Derechos Fundamentales de la Uni¨®n, por lo tanto s¨ª que hay cierta base legal para que la Comisi¨®n por lo menos pueda interesarse¡±, comenta.
Explotados y explotadores
Touray vive a pocos metros del lugar en el que muri¨® Ben Al¨ª, en una caseta hecha con tablas de madera, puertas rotas, paneles de hojalata, que comparte con otro hombre. En el suelo, sobre la tierra, han logrado poner unos azulejos. No tienen electricidad ni agua corriente. ¡°Tengo que comprarme un cable largo, para poderme enganchar a uno de los postes que hay m¨¢s all¨¢¡±, dice, mientras extiende el brazo para indicar un punto a lo lejos en medio del entramado de casetas, cables, mont¨ªculos de basura que forman el poblado.
¡°Una de las medidas para limitar los contagios en la pandemia ha sido el confinamiento. Estos guetos son el mejor ejemplo de aislamiento¡±, comenta Sergio Cotugno, m¨¦dico de la ONG Intersos, que ofrece aqu¨ª la atenci¨®n m¨¦dica de base. Hasta ahora no ha habido casos de covid registrados. ¡°Y menos mal porque son lugares hacinados. El Gobierno respondi¨® a la emergencia con algoritmos que no prev¨¦n situaciones como esta¡±, a?ade Cotugno. La peque?a autocaravana de la organizaci¨®n se convierte a diario en el lugar donde buscar cuidados m¨¦dicos y sosiego, y tambi¨¦n encontrar la fuerza de pedir ayuda. ¡°Llegan a menudo mujeres por razones ginecol¨®gicas. Hay diagnosis de embarazo pero tambi¨¦n amenorreas causadas por el estr¨¦s, por las condiciones de vida y por ser sometidas a la prostituci¨®n¡±, comenta el m¨¦dico.
Si en muchos casos la suspicacia hacia los reporteros for¨¢neos que preguntan por la situaci¨®n del Borgo deriva de la convicci¨®n de que, se cuente lo que se cuente, todo seguir¨¢ igual, en algunas zonas del asentamiento las c¨¢maras no son bienvenidas. En la cabeza queda grabada la imagen de algunas j¨®venes con mucho maquillaje y largas pesta?as que aparecen y desaparecen entre las casetas. Por haber escrito sobre el sistema de explotaci¨®n sexual gestionado aqu¨ª por grupos vinculados con la mafia nigeriana, en relaci¨®n con los clanes locales, Leonardo Palmisano recibi¨® por Facebook amenazas de muerte. Palmisano, soci¨®logo, editor y escritor, lleva a?os documentando los abusos que se esconden detr¨¢s de los lugares como la pista: ¡°Borgo Mezzanone es el mayor asentamiento de trabajadores centroafricanos de Europa. Es un asentamiento que no es espont¨¢neo. Se levanta en un terreno que era zona militar y luego se convierte en ¨¢rea demanial. Est¨¢ al lado del centro de acogida de solicitantes de asilo y se puede pasar de un sitio a otro, una relaci¨®n de simbiosis entre un lugar gestionado por el Estado y este otro¡±. Un lugar que ha cambiado con el paso de los a?os. En los noventa sus moradores eran sobre todo b¨²lgaros y rumanos, luego pasaron a ser afganos y magreb¨ªes, y ahora centroafricanos.
¡°Los capataces se aprovechan de la presencia de estos j¨®venes adultos y a trav¨¦s del boca a boca, el poblado ha crecido¡±, explica Palmisano. Ahora durante todo el a?o en Borgo Mezzanone puede haber 1.500-2.000 personas, y el n¨²mero se duplica cuando empieza la temporada del tomate.
Capataz en italiano se dice caporale, una palabra antigua como la explotaci¨®n a la que hist¨®ricamente aqu¨ª han sido sometidos los temporeros. ¡°El caporalato [el sistema de reclutamiento basado en los caporales] ha existido siempre en nuestra organizaci¨®n del trabajo. Pero hoy se ha convertido en un elemento extremadamente violento. Y los trabajadores pagan al capataz para poder trabajar...¡±, comenta Daniele Iacovelli, del sindicato Flai-Cgil de Foggia.
El problema, explica, es que los capataces se convierten en un anillo insustituible en un mercado de empleo transparente y eficaz, en el que abunda el llamado trabajo gris, solo en parte cubierto por un contrato formalmente legal, con muchas menos jornadas registradas de la que efectivamente se han trabajado. ¡°Hay tanto gris que se nubla el cielo¡±, comenta con un chiste amargo Iacovelli. Seg¨²n el sindicalista, son unos 15.000 los temporeros africanos presentes en Foggia, pero en los registros oficiales los que tienen al menos un d¨ªa de trabajo notificado son unos 7.000. En total, en la provincia trabajan en agricultura unas 45.000 personas. Muchos productores, explica, reconocen abiertamente que recurren a estas pr¨¢cticas porque el precio al que venden los productos no les deja m¨¢rgenes.
¡°Borgo Mezzanone es el centro de reclutamiento del ¨²ltimo anillo de una cadena productiva que sencillamente no funciona¡±, comenta Fabio Ciconte, director de Terra, una asociaci¨®n ecologista que en los ¨²ltimos a?os ha emprendido la batalla contra la explotaci¨®n laboral y las disfunciones del sector agroalimentario. El problema, subraya Ciconte, es el poder que han adquirido los conglomerados de la gran distribuci¨®n organizada para imponer los precios de los productos a la industria de transformaci¨®n, que a su vez rebaja el precio pagado a los agricultores. Y en esta rebaja en cadena, el ¨²ltimo eslab¨®n son los jornaleros. ¡°El 72%-75% de las compras pasan por la gran distribuci¨®n¡±, a?ade.
El empobrecimiento progresivo de los jornaleros es lo que ha hecho que lugares como Borgo Mezzanone hayan pasado de ser asentamientos temporales a permanentes. En los alrededores de la expista aparecen construcciones de ladrillos de tufo, como la que est¨¢ levantando Madou Koma. ¡°Antes viv¨ªa en una casa de madera pero se quem¨®¡±, cuenta este senegal¨¦s de 24 a?os mientras se seca el sudor de la frente con el rev¨¦s de la mano empolvada. ¡°Vivo aqu¨ª desde 2015. Trabaj¨¦ en la recogida de tomates, alcachofas... Sin contrato y sin papeles. Cinco euros la hora. En mi pa¨ªs yo era alba?il y ahora en Borgo este trabajo hace falta. Las chabolas, como la del chico que muri¨® hace poco, se queman siempre. Y la gente ha empezado a tener la valent¨ªa de construir casas de ladrillo¡±. Koma trabaja sin parar bajo el sol inclemente de un d¨ªa de finales de junio. Tiene prisa por terminar la construcci¨®n. El calor es agotador, pero nada comparado al que se sufrir¨¢ en unas semanas en los campos de tomates.
Vigilancia contra la explotaci¨®n laboral
Fabio Ciconte, de la asociaci¨®n ecologista italiana Terra, cree que tendr¨ªa que abrirse un debate en el marco de las negociaciones sobre la futura Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n para introducir garant¨ªas contra la explotaci¨®n de los trabajadores: ¡°La cuesti¨®n del caporalato es europea porque este mismo fen¨®meno se da tambi¨¦n en Espa?a o en Grecia¡±. El eurodiputado y vicepresidente de los Verdes Europeos, Ernest Urtasun -uno de los firmantes de la resoluci¨®n sobre la protecci¨®n de los trabajadores transfronterizos y temporeros aprobada hace unos d¨ªas por el Parlamento europeo- es, sin embargo esc¨¦ptico sobre la posibilidad de que la cuesti¨®n se aborde en la discusi¨®n sobre la nueva PAC: ¡°Lo que est¨¢ m¨¢s encima de la mesa es lo que pueda hacer la Autoridad Laboral Europea, que es una especie de Organizaci¨®n Internacional del Trabajo a escala europea y que, cuando se ponga en marcha, podr¨¢ controlar estas situaciones de explotaci¨®n que se producen dentro la Uni¨®n¡±.
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