Madrid como excepci¨®n de derechas en Europa Occidental
La capital espa?ola es la ¨²nica de las grandes ciudades de la regi¨®n regida por los conservadores
Las ciudades de Europa occidental son terreno hostil, casi vedado, para la derecha. Las recientes elecciones locales en Francia han subrayado en esta nueva ¨¦poca pand¨¦mica la tendencia, asignando las tres principales urbes del pa¨ªs ¡ªPar¨ªs, Marsella y Lyon¡ª a candidatos del ¨¢rea progresista-verde. Un vistazo a las principales ciudades del oeste del continente dibuja un panorama bastante expl¨ªcito, con una gran excepci¨®n: Madrid. Veamos.
Si se consideran las principales capitales, veremos que Londres, Par¨ªs, Berl¨ªn, Bruselas, Viena y Lisboa son dirigidas por regidores de corte progresista; Roma, por una alcaldesa del Movimiento Cinco Estrellas, dif¨ªcilmente clasificable en el eje ideol¨®gico tradicional, pero desde luego no de derechas.
Si se observan otras ciudades de peso en Alemania (M¨²nich y Hamburgo), Italia (Mil¨¢n, N¨¢poles y Tur¨ªn), el Reino Unido (Liverpool y Manchester) u otras como ?msterdam y Barcelona, el patr¨®n se reafirma: ninguna en manos de la derecha.
Por supuesto, hay alguna urbe relevante en manos de los populares en Europa occidental ¡ªcomo La Haya¡ª, pero entre las m¨¢s pobladas Madrid es la gran excepci¨®n.
Es evidente que en las conurbaciones de esta parte de Europa las sensibilidades progresistas, verdes y liberales son mayoritarias. Es posible que se conviertan en laboratorios de un nuevo tipo de propuestas pol¨ªticas que trasciendan los moldes tradicionales, y que de ah¨ª estos prototipos salten a las palestras nacionales o continental. En estas dos arenas, la vocaci¨®n de las grandes urbes plantea una doble dial¨¦ctica: por un lado, frente a las provincias dentro de sus propios pa¨ªses; y por otro, frente a los puestos de mando principales en la UE, copados por los conservadores (presidencias de la Comisi¨®n Europea, del BCE, del Eurogrupo).
El escenario es parcialmente diferente en el norte y en el sureste de Europa, donde los populares controlan importantes ciudades, como Atenas, Varsovia, Estocolmo o Helsinki. En el muy conservador cuadril¨¢tero de Visegrado (Polonia, Hungr¨ªa, Eslovaquia y Rep¨²blica Checa) las ciudades, a menudo en manos de regidores j¨®venes y ajenos a los tradicionales aparatos partidistas, funcionan como basti¨®n de resistencia frente al ultraconservadurismo.
En medio de este escenario, Madrid destaca como una historia aparte. Con la excepci¨®n del mandato de Manuela Carmena (2015-2019), la capital espa?ola lleva tres d¨¦cadas en manos de la derecha. Pueden aventurarse m¨²ltiples claves de lectura.
Sin duda, deben contribuir a este estado de cosas la escasez de candidatos carism¨¢ticos en las filas de la oposici¨®n, la fuerte implantaci¨®n hist¨®rica de una muy conservadora Iglesia cat¨®lica o la propia segmentaci¨®n socioecon¨®mica de la ciudad. Junto a estos y otros elementos, cabe destacar uno que s¨ª es realmente exclusivo de Madrid en Europa occidental: la fuerte tensi¨®n centr¨ªfuga que marca la Espa?a democr¨¢tica. Este hecho, junto con la amplia historia unitaria e imperial del pa¨ªs, puede haber creado un clima especial y consecuencias en la sensibilidad pol¨ªtica en la capital. Aunque esto no tenga relaci¨®n con la gesti¨®n municipal, los cuajos ideol¨®gicos tienden a influenciar tambi¨¦n elecciones que no tienen a que ver con las cuestiones de las que brota la ideolog¨ªa.
Sean cuales sean las causas, entre las consecuencias de esta heterogeneidad de Madrid respecto a sus pares de Europa occidental puede se?alarse su reticencia ante pol¨ªticas ambientales y de transporte que se desarrollan a ritmo mucho m¨¢s decidido en otros lares.
Las ciudades atraviesan una etapa especialmente oscura en la pandemia. La estrecha interacci¨®n de las personas ha sido el motor de la m¨¢s poderosa fuerza innovadora de la historia, y ahora es un riesgo. Veremos qu¨¦ impacto tendr¨¢ eso en su futuro y en su sentir pol¨ªtico. Y veremos si Madrid ¡ªcon su dinamismo, su fuerza integradora y su conmovedor patrimonio cultural¡ª sigue la misma senda o se mantendr¨¢ en una senda propia.
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