Los veteranos de las guerras coloniales ganan una batalla simb¨®lica en el Parlamento portugu¨¦s
La Asamblea de la Rep¨²blica aprueba un estatuto para los excombatientes por primera vez en casi medio siglo que incluye una distinci¨®n por sus servicios al pa¨ªs
Los veteranos de las guerras coloniales que libr¨® Portugal entre 1961 y 1975 en ?frica han ganado este jueves en el Parlamento una batalla simb¨®lica tras una espera de casi medio siglo. La Asamblea de la Rep¨²blica ha aprobado un estatuto que fija reconocimientos simb¨®licos y retribuciones adicionales en las pensiones para los excombatientes, que hasta hoy se sent¨ªan despreciados por el Estado pese a haberse dejado la piel por el pa¨ªs en un conflicto para el que fueron reclutados, en su inmensa mayor¨ªa, a la fuerza. La falta de consenso pol¨ªtico sobre el relato del pasado imperial portugu¨¦s hizo que el estatuto tardara 45 a?os en concretarse.
¡°Me llevaron con la tropa a Guinea-Bissau con 16 a?os¡±, cuenta este jueves Jos¨¦ Maria Monteiro, un abogado de 69 a?os, mientras espera frente al Parlamento a que se termine la votaci¨®n. ¡°Estuve cuatro a?os all¨ª. Las cosas que nosotros vivimos nadie se las puede imaginar. Pas¨¢bamos d¨ªas enteros con los cuerpos de nuestros compa?eros tirados al lado, no hab¨ªa c¨®mo evacuarlos¡±, recuerda junto a un grupo de excombatientes que va enumerando una a una sus propias desgracias.
Las guerras coloniales portuguesas, que se libraron durante m¨¢s de una d¨¦cada en Angola, Mozambique y Guinea-Bissau, y en las que chocaron adem¨¢s los intereses de los dos bloques enfrentados en la Guerra Fr¨ªa (la participaci¨®n cubana fue determinante en la victoria angole?a), movilizaron entre 850.000 y un mill¨®n de soldados de Portugal a lo largo del conflicto. De estos, m¨¢s de 8.000 murieron y alrededor de 100.000 resultaron heridos. Las cicatrices en la sociedad portuguesa son enormes.
El reconocimiento a los combatientes hab¨ªa quedado enjaulado en una disputa entre la derecha y la izquierda sobre cu¨¢l deb¨ªa ser el relato acerca de los veteranos de guerra y su papel. El presidente socialista M¨¢rio Soares, por ejemplo, se opuso en su momento a la construcci¨®n del Monumento a los Combatientes de Ultramar en Lisboa por considerar que era una forma de ensalzar las guerras de Portugal en ?frica. La obra se llev¨® finalmente a cabo y el presidente fue abucheado durante la inauguraci¨®n en 1994. El consenso pol¨ªtico tard¨® casi medio siglo en llegar.
¡°Los que fueron tenidos como los perpetradores de la violencia, de la guerra colonial, son los h¨¦roes que hicieron la revoluci¨®n [de 1975 que depuso la dictadura salazarista] y, por otro lado, v¨ªctimas tambi¨¦n de dicha guerra¡±, explica la doctora Elsa Peralta, especialista en memoria colonial e investigadora principal del Centro de Estudios Comparados de la Universidad de Lisboa. ¡°Por lo tanto, ha sido dif¨ªcil que haya consenso sobre estas posiciones ambivalentes desde un punto de vista partidario e ideol¨®gico. Durante mucho tiempo los combatientes fueron ¡®traducidos¡¯ simb¨®licamente como los h¨¦roes de una guerra abstracta. El Estado Novo [que cre¨® Salazar] se neg¨® a llamarla guerra y la consideraba una respuesta a acciones terroristas¡±, apunta la experta. ¡°La transici¨®n democr¨¢tica fue profundamente anticolonialista, en la medida en que concedi¨® la independencia a las antiguas colonias, pero mantuvo la vieja lectura de que la naci¨®n portuguesa era grande debido a su pasado imperial¡±, a?ade.
En el estatuto que ha aprobado el Parlamento destacan las medidas simb¨®licas: la consagraci¨®n del 9 de abril como el D¨ªa del Combatiente (fecha de la Batalla de La Lys, de la Gran Guerra, una de las peores derrotas en la historia de Portugal); la creaci¨®n de un carnet en el que constar¨¢ que el portador es ¡°titular del reconocimiento de la naci¨®n¡±; y el derecho a recibir honores f¨²nebres con la bandera portuguesa.
¡°No nos podemos olvidar de que estos hombres fueron arrancados de sus hogares en la flor de la vida para combatir en la guerra¡±, recalca en una conversaci¨®n telef¨®nica la secretaria de Estado de Recursos Humanos y Excombatientes, Catarina Sarmento e Castro. ¡°Hace d¨¦cadas que ellos esperaban una se?al de reconocimiento por el cumplimiento de sus deberes, la dedicaci¨®n a su pa¨ªs, su abnegaci¨®n, su valent¨ªa, pero sobre todo por el sufrimiento y las marcas profundas con las que quedaron¡±, agrega.
El nuevo estatuto incluye un aumento en la bonificaci¨®n que reciben los veteranos del ej¨¦rcito colonial beneficiarios de la pensi¨®n social, que hasta ahora se calculaba sobre el 3,5% por cada a?o de servicio y que ahora pasar¨¢ a ser del 7%. Dicha pensi¨®n es de 211,79 euros y se paga 14 veces al a?o, con lo cual alguien que haya combatido dos a?os en las colonias ¡ªla situaci¨®n m¨¢s com¨²n¡ª recibir¨¢ ahora unos 415 euros adicionales cada a?o. Adem¨¢s los combatientes podr¨¢n usar gratuitamente el transporte p¨²blico, quedar¨¢n exentos del pago de tasas por cada consulta m¨¦dica en la sanidad p¨²blica, las viudas podr¨¢n heredar la pensi¨®n y habr¨¢ un plan de apoyo a los veteranos sin techo (que tendr¨¢n preferencia en los programas de vivienda social), entre otras medidas. Varias de estas disposiciones ya exist¨ªan, pero no estaban reunidas de forma org¨¢nica y faltaba el componente simb¨®lico.
¡°La parte simb¨®lica est¨¢ bien, podemos decir que en ese sentido estamos satisfechos¡±, afirma Monteiro, que tambi¨¦n es miembro del Movimiento Pro Dignidad. ¡°Pero la parte econ¨®mica es una humillaci¨®n¡±, a?ade entre la aprobaci¨®n de los compa?eros mientras aguardan la aprobaci¨®n del estatuto cerca de un pend¨®n en el que se lee ¡°Combatientes de ultramar humillados y abandonados¡± colgado entre dos postes frente al edificio del Parlamento. La Liga de los Combatientes, la mayor organizaci¨®n de exmilitares del pa¨ªs, se muestra en cambio de acuerdo con los t¨¦rminos del nuevo estatuto. ¡°No es lo que propon¨ªamos inicialmente, sobre todo en lo que tiene que ver con la parte financiera, pero el reconocimiento simb¨®lico por fin ha salido de la Asamblea de la Rep¨²blica, que es la que expresa la voluntad del pueblo portugu¨¦s¡±, explicaba este mi¨¦rcoles por tel¨¦fono el teniente general Joaquim Chito Rodrigues, de 85 a?os, presidente de la Liga.
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