De Rossini a Salvini, la forja de los europeos
El sentimiento de identidad europeo se ha expandido de peque?as ¨¦lites culturales a amplias capas de la sociedad, pero afronta un grave reto con el naconalismo en tiempos de pandemia
La vida va en s¨ªstoles y di¨¢stoles. Y as¨ª mismo ha ido, a lo largo de milenios, el proceso de formaci¨®n de un demos europeo al lado de las identidades nacionales, regionales o locales. Fases de expansi¨®n, progreso y fluidez se han turnado con fases de contracci¨®n, retroceso y fricci¨®n. ?En qu¨¦ fase vivimos ahora? ?Acabar¨¢n siendo dominantes la fuerza desgarradora de los colapsos econ¨®micos y sanitarios; el instinto del s¨¢lvese quien pueda? ?O el impulso integrador de cerrar filas y responder de forma solidaria al descomunal reto?
El hist¨®rico acuerdo de la Uni¨®n Europea para endeudarse conjuntamente hace pensar en una fase expansiva. Asumir deuda en com¨²n es un gesto debajo del cual subyace una convergencia de intereses o valores de m¨¢ximo nivel. Pero ser¨ªa ingenuo subestimar el vigor de los instintos nacionalistas en las sociedades a lo largo de la crisis pand¨¦mica. Los l¨ªderes dieron un impulso europe¨ªsta. La historia dir¨¢ si este ser¨¢ superior a los leg¨ªtimos instintos contrarios, cu¨¢l ser¨¢ el balance neto de este tiempo.
El europe¨ªsmo fue, hasta hace poco, cosa de ¨¦lites culturales, pol¨ªticas y comerciales, coaguladas alrededor de ideas, valores e intereses compartidos. Su reto existencial es ampliar el per¨ªmetro de los ciudadanos que perciben su identidad europea como igual ¡ªo m¨¢s¡ª importante que las nacionales o locales. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, el avance ha sido asombroso.
En Los europeos, un interesante libro recientemente traducido al castellano, el historiador brit¨¢nico Orlando Figes se fija en la cultura como im¨¢n pancontinental y en los medios de transporte como potenciadores de esa fuerza agregadora. Figes inicia su relato en 1843, a?o de estreno de la primera l¨ªnea de ferrocarril internacional ¡ªde Amberes a Colonia¡ª. Narra el historiador una triunfal sesi¨®n rossiniana ese a?o en San Petersburgo, ¨²ltima orilla del continente a la que lleg¨® la pasi¨®n por el compositor oper¨ªstico italiano que hab¨ªa conquistado los teatros de gran parte de Europa en los a?os anteriores. Rossini y la ¨®pera, pues, como nexo de uni¨®n entre europeos ¡ªcon los trenes facilitando la movilidad de artistas, ideas y mercanc¨ªas¡ª.
Claro est¨¢, nexo de uni¨®n de ¨¦lite. Esas clases fueron las que aprovecharon m¨¢s los periodos expansivos (quiz¨¢s Imperio Romano, Belle ?poque frente a los regresivos Edad Media, guerras mundiales, etc.). M¨¢s recientemente, la conformaci¨®n de la Uni¨®n Europea tambi¨¦n ha sido un proceso de arriba hacia abajo. Pero ahora el n¨²cleo de los europeos es mucho m¨¢s grande. Muchos millones de europeos viven en un pa¨ªs del continente en el que no nacieron, o aman a personas con otra lengua madre. El movimiento pendular de s¨ªstole y di¨¢stole se sit¨²a ahora en otro nivel.
Hoy, la comuni¨®n de ideas que empez¨® en las ¨¦lites con los Rossini de la vida afronta como obst¨¢culo en su expansi¨®n en otros sectores sociales los Salvini de la misma vida.
Un apego a la identidad nacional o regional mayor que a una paneuropea no solo es leg¨ªtimo, sino que es igual de noble que lo ¨²ltimo. Otra cosa son las derivadas enfermizas de ese apego en t¨¦rminos de nacionalismo, xenofobia o la siembra de insidias que minan el proyecto com¨²n. Una venenosa ret¨®rica de Salvini convirti¨® en completamente t¨®xica en Italia la posibilidad de recurrir al fondo de 240.000 millones que el Eurogrupo activ¨® al principio de la pandemia; ahora, con el de 750.000 de la UE, sigue tratando de convencer a los italianos de que es una gran trampa.
Conviene no subestimar el devastador efecto de los colapsos econ¨®micos que se hacen patentes en los datos de estos d¨ªas. La victoria europe¨ªsta de la cumbre de julio no es garant¨ªa absoluta de victoria para el demos europeo en esta fase. Pero, s¨ª, los ciudadanos que se sienten europeos pueden contextualizar los reveses que vendr¨¢n y extraer confianza de los asombrosos logros alcanzados en el tiempo. Los europeos ya no son una ¨¦lite; son un pueblo.
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