La UE se replantea su futuro tras la sacudida del Brexit y la pandemia
Bruselas ultima la puesta en marcha de un foro institucional y ciudadano, a partir de este oto?o, que puede desembocar en la refundaci¨®n del club comunitario
La UE tiene previsto iniciar este oto?o un ejercicio de introspecci¨®n sin precedentes, tanto por la envergadura del proyecto como por el dram¨¢tico escenario sanitario, social y econ¨®mico en el que se va a producir. La llamada Conferencia sobre el Futuro de Europa, pospuesta como tantas iniciativas por culpa de la covid-19 y que ahora gana relevancia a ra¨ªz precisamente de la emergencia sanitaria, arrancar¨¢ en medio de la mayor pandemia sufrida por el Viejo Continente en los ¨²ltimos 100 a?os. El objetivo es abrir un gran espacio de debate a largo plazo, de hasta dos a?os, en el que participen pol¨ªticos, expertos y ciudadanos de a pie, con temas posibles sobre la mesa como las listas transnacionales en las elecciones al Parlamento Europeo y la creaci¨®n de un Tesoro comunitario.
La Comisi¨®n Europea, la Euroc¨¢mara y la presidencia alemana de la UE negocian ya una declaraci¨®n conjunta para poner en marcha, en septiembre u octubre, las deliberaciones para una gran transformaci¨®n del club comunitario. El objetivo de la vasta operaci¨®n de consulta, deliberaci¨®n y propuesta de reforma, es adaptar la UE a un escenario marcado por su primera escisi¨®n (Brexit), por los desaf¨ªos globales como el cambio clim¨¢tico o las pandemias y por una inestabilidad mundial que afecta particularmente a las inmediaciones del continente (Rusia y Turqu¨ªa, Oriente Pr¨®ximo, el Magreb o el Sahel).
¡°Ahora m¨¢s que nunca debemos ofrecer a los ciudadanos de todos los rincones de la UE y de cualquier condici¨®n un espacio para un debate abierto, inclusivo, transparente y estructurado sobre los asuntos europeos que consideren importantes¡±, se?ala a EL PA?S la croata Dubravka ?uica, vicepresidenta de la Comisi¨®n Europea y m¨¢xima responsable dentro del organismo comunitario de la puesta en marcha de la Conferencia. ?uica, del Partido Popular Europeo, se?ala que ¡°la conferencia se basar¨¢ en una combinaci¨®n de eventos presenciales, digitales e h¨ªbridos¡±. Y la novedosa log¨ªstica incluir¨¢ ¡°una plataforma digital paneuropea y multiling¨¹e que facilitar¨¢ el acceso a la Conferencia y permitir¨¢ maximizar la participaci¨®n de los ciudadanos y la aportaci¨®n de propuestas y datos destinados al an¨¢lisis¡±.
Bruselas prev¨¦ que la conferencia se prolongue durante casi dos a?os (hasta 2022), con una primera etapa destinada, en principio, a las medidas necesarias a corto plazo porque afectar¨ªan a las elecciones europeas de 2024, como la posible introducci¨®n de listas transnacionales y la clarificaci¨®n del proceso (el llamado spitzenkandidat) para elegir a la presidencia de la Comisi¨®n Europea.
Los cambios a medio y largo plazo tendr¨ªan mucho m¨¢s alcance. Y en funci¨®n de la voluntad pol¨ªtica que se movilice, podr¨ªan alcanzar el salto a una pol¨ªtica econ¨®mica y fiscal com¨²n o compartida, la incorporaci¨®n de un protocolo de derechos sociales o la creaci¨®n de un ministerio europeo de Exteriores.
El ambicioso ejercicio de renovaci¨®n no est¨¢ exento de riegos pol¨ªticos, como ya se comprob¨® con el precedente de la convenci¨®n puesta en marcha en 2002. Aquella iniciativa cogi¨® tanto vuelo que desemboc¨® en un proyecto de Constituci¨®n europea. Pero el costalazo de 2005, con los referendos en contra del salto constitucional en Francia y Pa¨ªses Bajos, oblig¨® a rebajar la ambici¨®n y a conformarse con un tratado al uso, firmado en Lisboa en 2007. Algunas capitales a¨²n no han olvidado el batacazo.
Trauma
¡°Es verdad que existe un trauma, pero con un mundo radicalmente distinto, no podemos seguir prisioneros del trauma franc¨¦s de 2005¡±, opina el eurodiputado Dom¨¦nec Ruiz Devesa, portavoz de los socialistas en la Comisi¨®n de Asuntos Constitucionales del Parlamento. Ruiz Devesa, uno de los representantes de su grupo para la conferencia, dice que, en cualquier caso, ¡°la convenci¨®n no fue una mala experiencia en s¨ª misma, produjo un texto muy bueno, con participaci¨®n de los parlamentos nacionales y de la sociedad civil, que acab¨® siendo el actual Tratado de Lisboa¡±.
El actual tratado redujo sustancialmente el derecho de veto de las capitales, imponiendo o ampliando el voto por mayor¨ªa cualificada en 68 ¨¢reas, seg¨²n el recuento del Parlamento Europeo. Fue la base adem¨¢s para la creaci¨®n del Servicio Europeo de Acci¨®n Exterior, un gran paso aunque incompleto hacia una verdadera pol¨ªtica exterior com¨²n.
Pero una d¨¦cada despu¨¦s de su entrada en vigor, el tratado acusa carencias, como la ausencia de cualquier alusi¨®n a la lucha contra el cambio clim¨¢tico o la falta de un poderoso pilar de derechos sociales. La UE tambi¨¦n ha sufrido desde la entrada en vigor de Lisboa una cadena de crisis (financiera, de deuda, migratoria, Brexit, sanitaria) tan fuertes y consecutivas que han minado la confianza mutua entre los socios y han llegado, en alg¨²n momento, a poner en duda la viabilidad a medio plazo del proyecto europeo.
Las sacudidas se han visto ampliadas por el impacto en la opini¨®n p¨²blica de unas campa?as de desinformaci¨®n e intoxicaci¨®n de una intensidad desconocida hasta ahora y alimentadas en ocasiones desde rivales geoestrat¨¦gicos como Rusia o China.
Pero la UE ha resistido contra viento y marea. Y tras el fiasco de la crisis del euro, supo responder con unidad a la salida del Reino Unido, que el 31 de diciembre se descolgar¨¢ por completo del club. Y los primeros compases ante la pandemia, marcados por la descoordinaci¨®n y falta de solidaridad, dejaron paso r¨¢pidamente a un hist¨®rico acuerdo para financiar con deuda com¨²n un fondo de recuperaci¨®n de hasta 750.000 millones de euros.
Federico Fabbrini, director del Instituto Brexit en la Dublin City University, cree que el acuerdo sobre el fondo ¡°ha demostrado que la UE es capaz de reaccionar en momentos de crisis¡±. Y a?ade que ese salto hacia el endeudamiento compartido y gestionado por la Comisi¨®n ¡°requerir¨¢ necesariamente reformas constitucionales para respaldar esos nuevos poderes con los ajustes institucionales adecuados¡±. Ruiz Devesa coincide en que ha habido ¡°un gran avance federal, que debe hacerse permanente y no es concebible que los Gobiernos decidan en exclusiva¡±.
Los ciudadanos esperan resultados
Los socios m¨¢s reacios a la integraci¨®n se resisten a un cambio de tratado para facilitar avances como la creaci¨®n de un Tesoro europeo o la instauraci¨®n de una suerte de ¡°ministro europeo de Finanzas¡±. La posici¨®n pactada por el Consejo Europeo indica expresamente que la Conferencia sobre el Futuro de Europa no entra en el ¨¢mbito del art¨ªculo 48 del tratado, que es el que regula la reforma de ese texto.
Pero el Parlamento insiste en que el salto ser¨¢ imprescindible. Y la Comisi¨®n Europea se mantiene prudente, pero no descarta ning¨²n desenlace. La vicepresidenta ?uica cree que ¡°no ser¨ªa ¨²til restringir de entrada los temas que se pueden discutir ni predeterminar desde el principio el resultado de la conferencia¡±. ?uica aboga por ¡°escuchar a los ciudadanos y que las instituciones den seguimiento al resultado dentro de sus respectivas competencias¡±. La vicepresidenta croata advierte de que ¡°despu¨¦s de un debate de tal magnitud, los ciudadanos esperar¨¢n que haya un movimiento real y resultados tangibles¡±.
El profesor Fabbrini cree que ¡°es muy deseable que la Conferencia aborde el cambio de Tratado, m¨¢s a¨²n despu¨¦s de una pandemia que ha rebelado la fragilidad institucional en algunos puntos¡±. La Uni¨®n sanitaria se apunta ya como una de las necesidades futuras. Para Ruiz Devesa el salto adelante es imprescindible ¡°incluso si es a costa de que alg¨²n socio se quede atr¨¢s¡±.
La ambici¨®n de la conferencia depender¨¢ en gran parte de la persona que se elija para presidirla. El favorito del Parlamento es el eurodiputado liberal Guy Verhofstadt, federalista empedernido que en su etapa como primer ministro de B¨¦lgica fue uno de los grandes impulsores de la Declaraci¨®n de Laeken (2001), que abri¨® el camino hacia la frustrada Constituci¨®n europea. El empuje del liberal belga causa pavor entre muchos miembros del Consejo.
¡°La consigna es que sea cualquiera menos Verhofstadt¡±, apunta una fuente diplom¨¢tica. Para frenarle, el Consejo exige que la presidencia recaiga en una personalidad independiente de las instituciones comunitarias, una condici¨®n que, de llegar a aplicarse, cerrar¨ªa el paso al candidato Verhofstadt. Salvo que el belga decida renunciar al esca?o en el Parlamento Europeo con tal de culminar uno de los sue?os pol¨ªticos que tiene pendientes: llevar a la Uni¨®n Europea hacia una verdadera uni¨®n pol¨ªtica.
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