Starmer resucita el Nuevo Laborismo de Tony Blair
El virus obliga al l¨ªder de la oposici¨®n brit¨¢nica a exponer su programa ante los militantes en un congreso virtual
Keir Starmer (Southwark, 58 a?os) tiene una doble habilidad que, de momento, juega a su favor. Es capaz de transmitir, con su tono y su imagen, algo diferente a lo que realmente dice. Sin renunciar al legado izquierdista de su antecesor, Jeremy Corbyn, proyecta una voluntad de centrar al Partido Laborista. Y su cabeza estructurada y fr¨ªa se crece en la nueva realidad virtual impuesta por la pandemia. A diferencia de Boris Johnson, cada vez m¨¢s menguado en un escenario donde no hay ni fans ni y hooligans que le jaleen.
En un patio acristalado, sin p¨²blico, el nuevo l¨ªder de la oposici¨®n laborista se ha dirigido este martes a los miles de afiliados del partido por videoconferencia en Doncaster, la localidad donde debi¨® celebrarse el congreso de la formaci¨®n si la pandemia no hubiera alterado todo. Sin aplausos, sin el calor del p¨²blico, sin los debates y actividades paralelas que hacen de estas conferencias anuales un acontecimiento pol¨ªtico irrepetible. Y sin mencionar ni en un solo momento a Corbyn, el discurso ha supuesto una enmienda a la totalidad de los a?os previos de oposici¨®n. ¡°Nunca m¨¢s se presentar¨¢ el laborismo a unas elecciones sin que los votantes conf¨ªen en nuestra capacidad para gestionar la seguridad nacional, o para proteger su comunidad, sus empleos y su dinero¡±, ha dicho Starmer.
El exabogado defensor de los derechos humanos y ex fiscal general del Estado (director del Crown Prosecution Service, o Fiscal¨ªa de la Corona) ha presentado ante los suyos la triple apuesta con la que pretende resucitar al laborismo, que lleva m¨¢s de una d¨¦cada sin gobernar. Patriotismo y valores familiares. Igualdad y justicia social. Y eficacia frente a unos conservadores ineficaces. El Nuevo Laborismo de Tony Blair, cuyo principal acierto fue descubrir que solo se gobierna con el respaldo de la clase media, para el siglo XXI.
Patriotismo para rescatar a los votantes abandonados a su suerte en el declive econ¨®mico del norte de Inglaterra o en la burbuja nacionalista de Escocia: ¡°Quiero ganar porque este es el pa¨ªs que amo, cuyos valores hago m¨ªos. Y para eso debemos volver a ser el partido de todo el Reino Unido. El partido de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte¡±, ha anunciado. ¡°Debemos frenar el intento premeditado de los nacionalistas de desgajar nuestro pa¨ªs¡±.
Valores familiares para los que utiliza como ejemplo su trayectoria personal. Hijo de trabajadores humildes, alumno de Oxford, abogado de ¨¦xito, nombrado caballero por la reina. Todo sin renunciar a los valores de la izquierda: ¡°Quiero un pa¨ªs en el que pongamos a la familia por encima de todo lo dem¨¢s. Un pa¨ªs que represente los valores que m¨¢s defiendo. Decencia, justicia, oportunidad, compasi¨®n y seguridad. Seguridad para nuestra naci¨®n, nuestras familias y nuestras comunidades¡±.
Starmer hace lo que cualquier aspirante a liderar la izquierda (o la derecha) est¨¢ obligado a hacer: se queda con lo bueno del pasado para ocultar los errores m¨¢s cercanos en el tiempo. El laborismo, ha recordado, es el partido del Servicio Nacional de Salud (NHS), el de la universidad abierta, el del salario m¨ªnimo, el del acuerdo de paz en Irlanda del Norte. El de Clement Attlee, Harold Wilson y Tony Blair. No el de Michael Foot, Ed Miliband o Jeremy Corbyn, que en su intento por arrastrar a los votantes brit¨¢nicos hacia el lado m¨¢s a la izquierda del espectro perdieron su confianza. ¡°Solo ganaremos esa confianza si ofrecemos oportunidades y seguridad laboral, si acabamos con los fallos estructurales de una econom¨ªa en la que muchos no han visto subir su salario en una d¨¦cada, si arreglamos la crisis de vivienda que impide que los j¨®venes puedan comprar una casa, si entendemos que la econom¨ªa debe responder a la crisis clim¨¢tica, si garantizamos la seguridad y la integridad de la naci¨®n¡±, ha explicado Starmer a los afiliados, en un discurso que colma todos los anhelos y preocupaciones cotidianas de la clase media.
A esa clase media le ha dejado claro que la batalla del Brexit, por su parte, ya ha terminado. Y que su ¨²nica vara de medir la gesti¨®n del actual Gobierno conservador ser¨¢ la de comprobar si el primer ministro, Boris Johnson, es capaz de alcanzar con la UE el acuerdo comercial que prometi¨® al pa¨ªs y que, ha recordado Starmer, necesitan los empresarios desesperadamente.
Ineficacia
El laborista cuenta en su andadura con una ventaja que procura explotar sin abusar de ella: la aparente ineficacia de Johnson, puesta de manifiesto durante los meses de la pandemia. ¡°Una crisis revela la personalidad de todos como ninguna otra cosa¡±, ha dicho. ¡°Y todos hemos aprendido mucho de este primer ministro. Lo saben los diputados conservadores. Lo saben sus ministros. Todos lo sabemos. No es serio. No est¨¢ a la altura de su puesto¡±.
Starmer se estren¨® como l¨ªder laborista en el momento ¨¢lgido de la primera ola del virus. Y logr¨® realizar un discurso cr¨ªtico sin perder la imagen de oposici¨®n constructiva y responsable. Ha tenido hasta ahora la suerte de que los l¨ªmites no los tiene que poner ¨¦l. Se los brinda cada d¨ªa el voluntarismo de Johnson. Y el pr¨®ximo, ha dicho el laborista, es evitar a toda costa un segundo confinamiento. ¡°No es algo inevitable. Ser¨¢ una se?al del fracaso del Gobierno, no un acto divino (...). Todos necesitamos que el Gobierno tenga ¨¦xito. Es tiempo de liderazgo¡±. El suyo consistir¨¢ en mantener a su lado a las bases que un d¨ªa se entusiasmaron con Corbyn y al votante medio de izquierdas que huy¨® espantado, mientras conf¨ªa en que Johnson se siga cociendo en su propio jugo.
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