El virus y la mutaci¨®n de las clases sociales
La pandemia desdibuja las categor¨ªas tradicionales y amenaza la cohesi¨®n social, rasgo definitorio de la Europa de posguerra
Junto a las alteraciones que provoca en cuerpos y almas, la pandemia tambi¨¦n parece impulsar una mutaci¨®n gen¨¦tica de las clases sociales: cambios de posici¨®n, de conciencia, de interrelaci¨®n entre ellas que alumbran una metamorfosis colectiva.
La din¨¢mica principal es probablemente una acci¨®n polarizadora. Las clases menos pr¨®speras ¡ªm¨¢s expuestas al riesgo en t¨¦rminos sanitarios y laborales¡ª se caen por la pendiente pand¨¦mica con m¨¢s facilidad que las ricas. Ellas son las que cogen con m¨¢s frecuencia el transporte p¨²blico y est¨¢n en primera l¨ªnea de fuego ante el colapso econ¨®mico.
Una derivada de esta din¨¢mica polarizadora es la ca¨ªda hacia abajo de importante segmentos de la clase media. Due?os de negocios de hosteler¨ªa y ocio o personas empleadas en sectores pulverizados por la pandemia como el transporte, el turismo o la actividad cultural avanzan rumbo abajo en una trayectoria de v¨¦rtigo.
En esa din¨¢mica, la exposici¨®n de los cuerpos al riesgo tambi¨¦n parece hermanar algunos sectores de la clase media con la baja m¨¢s que con la alta a la que suele mirar: los profesores, por ejemplo, deben exponerse ahora igual que los empleados de un supermercado. M¨¢s en general, mucha clase media urbana necesita el transporte p¨²blico para ir al trabajo.
A medida en que se avanza en esta reflexi¨®n, se percibe que una visi¨®n maniquea conduce a una lectura muy imprecisa de la crisis. Hay clivajes de toda ¨ªndole: urbe o campo constituyen dos realidades m¨¢s alejadas que antes. Pero tambi¨¦n tener hijos peque?os o no ¡ªcon la enorme disrupci¨®n en el sector educativo¡ªaltera por completo el escenario. Personas de clase media afrontan esto de manera muy diferente con prole o sin.
Estos y otros factores alteran y reconfiguran el mapa social. Las advertencias de la OMS de que hasta 2022 no es razonable confiar en vacunaciones masivas abren un tiempo y un espacio para una peligrosa profundizaci¨®n y consolidaci¨®n de estos cambios.
Europa se define, probablemente por encima de otros rasgos, por su ideal de cohesi¨®n social. Los pa¨ªses de nuestro continente figuran por lo general en el pelot¨®n de cabeza de la clasificaci¨®n global seg¨²n el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad sobre la base de la distribuci¨®n de la renta. La redistribuci¨®n de recursos para garantizar igualdad de oportunidades v¨ªa s¨®lidos servicios p¨²blicos y prestaciones sociales amortiguadoras ¡ªaun con las claras diferencias entre conservadores y progresistas¡ª es un quid definitorio de nuestro entorno.
Mantener esa cohesi¨®n requerir¨¢ no solo esfuerzos masivos en tama?o: tambi¨¦n una extraordinaria fineza para captar la mutaci¨®n que se produce y ofrecer respuestas adecuadas, precisas, efectivas. Manique¨ªsmos, trazo grueso, aplicaci¨®n acr¨ªtica de esquemas de tiempos ya pasados corren el serio riesgo de conducir a pol¨ªticas desequilibradas. Puede que los seres humanos logremos sobreponernos pronto a la pandemia, y por tanto evitar que la mutaci¨®n social en acto cristalice. Pero no conviene confiarse. Conviene aparcar esquemas antiguos y lanzar una mirada virgen a la realidad.
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