Emmanuel Carr¨¨re, la venganza de la realidad
La exesposa del escritor franc¨¦s, H¨¦l¨¨ne Devynck, le acusa de enga?arla a ella y a los lectores con su nueva novela, ¡®Yoga¡¯. Un contrato entre ambos oblig¨® al creador a cambiar el manuscrito y a novelarlo
La receta es infalible: cuando se mezclan la realidad y la ficci¨®n, la vida ¨ªntima y el relato p¨²blico, hay un riesgo elevado de que salten las chispas. Le ha ocurrido a Emmanuel Carr¨¨re, escritor acostumbrado a manejar este material explosivo, el de las personas de carne y hueso convertidas en personajes de papel. Su ¨²ltimo libro, Yoga, reci¨¦n publicado en Francia con ¨¦xito de p¨²blico y cr¨ªtica, ha abierto una batalla con su exesposa, la periodista H¨¦l¨¨ne Devynck, que le acusa de haberla enga?ado a ella y a los lectores. Carr¨¨re lo niega.
La disputa es uno de esos culebrones sin los cuales la vida literaria francesa no ser¨ªa lo que es. Pero es m¨¢s que eso: un debate sobre los l¨ªmites de la literatura sin ficci¨®n, sobre el poder del escritor para vampirizar vidas ajenas y sobre la capacidad de los personajes para modelar, o censurar, obras literarias.
¡°Emmanuel y yo estamos atados por un contrato que le obliga a obtener mi consentimiento para utilizarme en su obra. Yo no he consentido el texto tal como ha aparecido¡±, escribi¨® Devynck en una carta publicada el martes en la revista Vanity Fair. ¡°Durante los a?os que vivimos juntos, Emmanuel pod¨ªa utilizar mis palabras, mis ideas, sumergirse en mis duelos, mis penas, mi sexualidad¡±. El divorcio de ambos en marzo, despu¨¦s de nueve a?os de matrimonio, lo cambi¨® todo. Carr¨¨re perdi¨® el derecho a usar a Devynck en sus textos si ella se opone. ¡°Por haber dicho s¨ª en el pasado, ?acaso ya no puedo decir no?¡±, se pregunta Devynck, que, en efecto, aparece en Yoga, pero de una manera oblicua, por medio de una cita de un libro anterior de Carr¨¨re, De vidas ajenas (publicado en castellano, como toda su obra, por Anagrama).
La elipsis
A preguntas de EL PA?S, Carr¨¨re remiti¨® a su respuesta publicada en la prensa francesa. ¡°Entiendo lo complicado que es para una persona real salir en un libro, pero tambi¨¦n no salir en ¨¦l¡±, replic¨® el viernes en una carta en Lib¨¦ration. ¡°Todo lo que puedo observar es que, en los 20 a?os que llevo escribiendo este g¨¦nero de libros, ninguna de las personas se ha puesto en mi contra, ni siquiera Sophie, la hero¨ªna de Una novela rusa, a quien, a ella s¨ª, realmente ofend¨ª, y todav¨ªa lo lamento¡±.
El conflicto entre Carr¨¨re y Devynck explica la elipsis ¡ªel inmenso vac¨ªo narrativo¡ª que est¨¢ en el n¨²cleo de las casi 400 p¨¢ginas de Yoga. El libro cuenta la vida del autor entre 2014 y 2019. Carr¨¨re, en primera persona y en el estilo confesional que cultiva desde que abandon¨® la ficci¨®n, relata su ca¨ªda en una depresi¨®n profunda y el ingreso en un hospital psiqui¨¢trico donde le aplicaron electroshocks.
Pero Yoga es como una novela policiaca en la que se escamotease al lector el crimen. En ning¨²n momento se explica uno de los detonantes de la crisis existencial del narrador. Desde que el libro se public¨® en Francia a finales de agosto, la elipsis intrigaba a los lectores y era motivo de especulaciones en los corrillos literarios de Par¨ªs.
El escritor Fr¨¦d¨¦ric Beigbeder levant¨® la liebre a mediados de septiembre, en una tertulia literaria de la cadena de radio France Inter: ¡°[Carr¨¨re] no dice por qu¨¦ est¨¢ depresivo. Nosotros lo sabemos, pero no podemos hablar de ello aqu¨ª. Hay un asunto de amenazas en proceso, un asunto de autocensura en este libro que le lleva a no contarlo todo y que hace que el trabajo autobiogr¨¢fico no sea completo. No desvela el verdadero problema. Estamos ante una autobiograf¨ªa que se miente a s¨ª misma, como los pacientes que mienten al psicoanalista: no puede funcionar¡±.
Devynck y Carr¨¨re, en sus cartas, confirman las palabras de Beigbeder. Al divorciarse, firmaron un contrato que daba a Devynck el derecho de veto sobre los fragmentos de los libros de Carr¨¨re en los que ella apareciese. Devynck ley¨® Yoga antes de publicarse y borr¨® todas las menciones. Entre ellas, afirma, ¡°una fantas¨ªa sexual acompa?ada de revelaciones indeseables sobre [su] vida privada¡±.
Yoga, tal como se ha publicado, no es el libro que Carr¨¨re quiso escribir. La supresi¨®n de los fragmentos oblig¨® a rehacerlo, explica en Lib¨¦ration. La soluci¨®n fue doble. Primero, asumir la elipsis narrativa ¡ª"una mentira por omisi¨®n", dice¡ª como parte esencial del relato, ¡°la manera m¨¢s adecuada de decir el duelo de un amor que [crey¨® que] durar¨ªa para siempre¡±. Y segundo, introducir elementos de ficci¨®n en un autor cuya marca de la casa, desde que public¨® El adversario hace dos d¨¦cadas, era que se ce?¨ªa a la realidad. ¡°De [este libro] ya no puedo decir lo que con orgullo dije de los otros: Todo es verdad¡±, lamenta en la p¨¢gina 186.
Devynck reprocha a su exmarido que, pese al compromiso de no mencionarla, recurra a la argucia de citar un fragmento de De vidas ajenas, publicado en 2009, cuando ella s¨ª daba su consentimiento a aparecer como personaje. Le acusa de manipular el orden cronol¨®gico, como en un montaje cinematogr¨¢fico. Y da a entender que utiliza la ficci¨®n para cortejar al jurado del Goncourt, reacio a premiar autobiograf¨ªas. ¡°Este relato, presentado como autobiogr¨¢fico, es falso, arreglado para servir a la imagen del autor y totalmente extra?o a lo que mi familia y yo vivimos a su lado¡±, dice.
Es el riesgo de la literatura de lo real: que los personajes se rebelen. Al mismo tiempo, las querellas que se desarrollan en la realidad acaban contaminando, o completando, la obra literaria. El ep¨ªlogo de Yoga no ha terminado de escribirse.
La judicializaci¨®n de la vida literaria
Emmanuel Carr¨¨re niega que practique el g¨¦nero de la autoficci¨®n, o ficci¨®n del yo. ¡°[En mi obra] hay bastante auto, pero la parte de ficci¨®n es m¨¢s bien d¨¦bil¡±, dice en Faire effraction dans le r¨¦el, un monogr¨¢fico dedicado a ¨¦l y dirigido por los profesores Dominique Rabat¨¦ y Laurent Demanze. En su ¨²ltima novela, s¨ª hay ficci¨®n. ¡°En Yoga, la ficci¨®n me parece una forma de prudencia moral y casi jur¨ªdica¡±, valora Rabat¨¦. ¡°Me parece leer algo que es una transposici¨®n m¨¢s que una invenci¨®n, algo verdadero pero que no puede decirse directamente¡±. Si el autor camufla la realidad, puede ser por motivos ¨¦ticos: no da?ar al pr¨®jimo. Pero tambi¨¦n por el contrato que otorga a su exmujer un derecho de supervisi¨®n, y que, aunque no se mencione en Yoga, explica la elipsis central de la obra. Demanze ve en la pol¨¦mica la evidencia de la judicializaci¨®n de la vida literaria. ¡°M¨¢s interesante¡±, a?ade, ¡°es que Carr¨¨re y su compa?era anticipasen esta judicializaci¨®n por medio de un contrato con el que el autor act¨²a con astucia. Evidentemente, que sea un hombre el acusado de manipular la representaci¨®n de su exmujer, de su sexualidad y de su nombre, tiene un eco en el contexto post-MeToo: objetivar al otro, incluso al amparo de un gesto ¨¦tico, es dif¨ªcilmente aceptado¡±.
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