El premio que descubri¨® un nuevo continente literario
El galard¨®n m¨¢s prestigioso de las letras francesas, el Goncourt, marc¨® un hito con ¡®A la sombra de las muchachas en flor¡¯, obra que propuls¨® a Proust y a Gallimard
No siempre el talento y el esfuerzo bastan para fabricar un cl¨¢sico. A veces un buen premio en el momento adecuado ayuda.
Es el caso de Marcel Proust. Hace un siglo, el 10 de diciembre de 1919, A la sombra de las muchachas en flor, segundo volumen del ciclo novelesco En busca del tiempo perdido, recibi¨® el Goncourt. La elecci¨®n, que desat¨® una pol¨¦mica virulenta, propuls¨® a Proust a la condici¨®n de cl¨¢sico vivo. Consagr¨® al Goncourt como el premio de los premios, estatus que todav¨ªa ostenta. Y coloc¨® a Gallimard como el sello de calidad que en las d¨¦cadas siguientes contribuir¨ªa como ninguna otra en Francia a confeccionar el canon.
¡°La fecha de 1919 es hist¨®rica para la historia literaria francesa¡±, resume el escritor Pierre Assouline en un caf¨¦ cerca del Arco del Triunfo en Par¨ªs. ¡°Fue el a?o que lanz¨® a Proust, hasta entonces desconocido. Lanz¨® el Goncourt, el autor?premio? m¨¢s prestigioso del palmar¨¦s. Y lanz¨® a Gallimard, que hasta entonces hab¨ªa sido una editorial peque?a¡±.
A la sombra de las muchachas en flor vendi¨® 23.100 ejemplares; la obra finalista de Dorgel¨¨s, 85.158
Assouline es un proustiano reconocido, bi¨®grafo de Simenon y Herg¨¦, y autor, entre otras novelas, de Regreso a Sefarad, que la editorial Navona acaba de publicar en castellano, en traducci¨®n de Phil Camino. Adem¨¢s, es uno de los 10 miembros de la Academia Goncourt.
Despu¨¦s de la conversaci¨®n con Babelia, un primer martes de octubre, Assouline preve¨ªa asistir al almuerzo mensual del Goncourt. Era un d¨ªa especial, porque deb¨ªa reducirse a nueve la lista de obras finalistas. Todas son novelas publicadas durante el a?o, la mayor¨ªa durante la rentr¨¦e, el inicio de curso en el que, de golpe, aterrizan en las librer¨ªas 336, la cifra de 2019. El ganador se decidir¨¢ el 4 de noviembre.
El poder de estos jueces vitalicios y no remunerados era y es inmenso. En la ¨¦poca de Proust, el premio, cuya dotaci¨®n proced¨ªa de la herencia de los hermanos Jules y Edmond de Goncourt y que se conced¨ªa desde 1903, constaba de 5.000 francos. Hoy es un cheque de 10 euros. El verdadero premio son las ventas, que superan los 100.000 ejemplares; traducciones a decenas de lenguas, las adaptaciones al cine. Y el reconocimiento. Desde Proust, lo han obtenido Malraux, Beauvoir, Modiano, Duras, Houellebecq, por citar a unos pocos. Pero muchos m¨¢s son los nombres que nadie recuerda. Hubo errores flagrantes, como el de 1932, cuando el jurado prefiri¨® Los lobos, de Guy Mazeline, a Viaje al final de la noche, de Louis-Ferdinand C¨¦line. Hoy el premio es multinacional. Existen 18 goncourts extranjeros, con jurados formados por estudiantes de franc¨¦s en cada pa¨ªs, adem¨¢s del Goncourt de los estudiantes de instituto en Francia y el Goncourt de la primera novela, del relato corto, de la poes¨ªa y de la biograf¨ªa. Desde el Femina al Renaudot, los premios que nacieron tras el Goncourt siguen definiendo gustos y tendencias.
Hoy el galard¨®n es multinacional. Existen 18 goncourts extranjeros. Sus jurados son estudiantes
¡°No hay que olvidar que recompensamos un libro, no toda una obra. Y somos responsables ante los lectores y los libreros. Si recompensamos un libro muy dif¨ªcil, o malo, la sanci¨®n llega en seguida. No funciona¡±, subraya Assouline. ¡°Aunque puede haber libros como Br¨²jula, de Mathias Enard, premiado en 2015, muy bueno y muy exigente. ?ramos conscientes de ello. Algunos estaban en contra, yo estaba a favor. Dec¨ªamos: ¡®Elevaremos a los lectores¡¯. Al mismo tiempo, la cuesti¨®n de saber si el premiado ser¨¢ un escritor o no, cuando se trata de un joven o de una primera novela, es algo en lo que pensamos y de lo que hablamos, pero nadie sabe nada¡±.
En 1919, Francia sal¨ªa de la Gran Guerra y todo conspiraba contra Proust: no era joven, era rico y su novela retrataba un mundo obscenamente remoto tras cuatro a?os de carnicer¨ªa. Thierry Laget, estudioso de la obra proustiana, reconstruye el episodio en Proust, Premio Goncourt. Un mot¨ªn literario, que Ediciones del Subsuelo publicar¨¢ el 13 de noviembre en castellano, en traducci¨®n de Laura Claravall.
Aquel 10 de diciembre de 1919, las discusiones en el jurado ¡ªentonces, como hoy, reunido en el restaurante Drouant¡ª fueron encendidas. ¡°Un Balzac degenerado¡±, le llam¨® L¨¦on Hennique. ¡°Y lo viejo que es¡¡±, dijo. El argumento era que, en su testamento, Edmond de Goncourt hab¨ªa expresado la voluntad de premiar a autores j¨®venes. Proust ten¨ªa 48 a?os y viv¨ªa de rentas. ?Para qu¨¦ necesitaba el dinero? L¨¦on Daudet contraatac¨®: ¡°Ustedes no tienen ni idea del testamento de los hermanos Goncourt. Yo lo conozco y voy a sacarlo y leerlo. La cl¨¢usula no precisa que hayan dejado el premio para un hombre joven. No, se trata de un talento joven. Lo cual es exactamente el caso del se?or Proust; porque, se lo digo, es un escritor adelantado a su ¨¦poca en cien a?os¡±.
Proust obtuvo seis votos. El finalista, Roland Dorgel¨¨s, cuatro. Dorgel¨¨s era excombatiente en la Gran Guerra y su novela, Las cruces de madera, relataba las experiencias b¨¦licas. En una Francia traumatizada por la guerra reci¨¦n terminada, para muchos era una injuria que el Goncourt recayese en un hombre que retrataba un mundo de balnearios y condesas de la belle ¨¦poque, y que no hab¨ªa conocido las trincheras.
Dorgel¨¨s se vio recompensado dos d¨ªas despu¨¦s por el Femina, que hab¨ªa nacido como r¨¦plica al Goncourt con un jurado de mujeres. ¡°Ayer la Academia de las Mujeres (¡) dio a la Academia Goncourt una lecci¨®n de virilidad¡±, celebr¨® un periodista. M¨¢s hiriente, Robert de Montesquiou, en quien Proust se inspir¨® para el personaje del bar¨®n de Charlus, escribi¨®: ¡°La sombra de las muchachas en flor derrot¨® a la sombra de los h¨¦roes en sangre¡±.
A Proust le acusaba la izquierda porque le ve¨ªa como el hombre de Daudet, fundador del diario ultra L¡¯Action Fran?aise. Desde la derecha le acusaban de ¡°onanismo sentimental¡±. O escrib¨ªan: ¡°No, no pensaban, sent¨ªan, so?aban ni viv¨ªan as¨ª los hombres que hicieron la Gran Guerra. Nuestra generaci¨®n no se reconoce en estos infantilismos pretenciosos¡±. M¨¢s all¨¢ de las ideolog¨ªas, se le reprochaban las ¡°frases de seis leguas, pegajosas y sosas como macarrones demasiado cocidos¡±. Causaba extra?eza el g¨¦nero inclasificable. Sus libros, escribi¨® un cr¨ªtico, ¡°no son novelas, aunque su autor se enfada cuando se le pregunta si son sus memorias¡±.
Lo llamativo no son estas valoraciones, sino que tantas voces contempor¨¢neas detectasen su genio, comenzando por el Goncourt. Algunas l¨ªneas divisorias de 1919 perviven en 2019: la tensi¨®n entre la novela que documenta la sociedad contempor¨¢nea y la novela introspectiva o con la mirada en el pasado (Houellebecq o Modiano), las interpretaciones presentistas (la idea de la victoria de Proust como la del partido reaccionario de Daudet) o los debates sobre la frontera entre g¨¦neros (el a?o pasado, El colgajo, de Philippe Lan?on, se descart¨® en seguida por no ser novela).
Es dif¨ªcil encontrar herederos de Proust entre los escritores franceses, pero tambi¨¦n a quien escape a su sombra. Su vigencia se hace evidente en las conmemoraciones, m¨¢s a¨²n al ser un autor que requiere tiempo y concentraci¨®n en la ¨¦poca de la brevedad y la aceleraci¨®n. ¡°Es la calidad de la obra la responsable de este estado de las cosas. Y el contraste entre el genio de esta obra y una cierta mediocridad de la literatura francesa contempor¨¢nea¡±, dice en su apartamento del proustiano distrito XVI de Par¨ªs Jean-Yves Tadi¨¦, responsable de la edici¨®n cr¨ªtica de Proust en la selecta colecci¨®n La Pl¨¦iade y autor de su biograf¨ªa en dos vol¨²menes. ¡°Nadie alcanza este nivel. Proust concibi¨® a la vez todo un mundo, con m¨¢s de 500 personajes y casi todos los temas que dominan la existencia: la enfermedad, la muerte, la injusticia social, la guerra. Lo hizo no content¨¢ndose de explicar historias, sino incluyendo una filosof¨ªa¡±, a?ade Tadi¨¦, lector de escritores contempor¨¢neos como Modiano, Mar¨ªas o Le Carr¨¦. ¡°Y todo esto¡±, contin¨²a, ¡°con un estilo que forj¨® a partir de los ejemplos cl¨¢sicos. En el caso de Proust, la frase latina, que se encuentra en los discursos de Cicer¨®n, y la gran frase de Madame de S¨¦vign¨¦ y de Saint-Simon, nuestro gran memorialista que fue embajador en Espa?a. Este estilo tiene algunos secretos: es a la vez la l¨®gica y la poes¨ªa¡±.
El Goncourt a Proust en diciembre de 1919 infl¨® las ventas de A la sombra de las muchachas en flor: 3.300 ejemplares antes del premio y un total de 23.100 hasta final de 1920. Pero fueron modestas y muy inferiores a las de Las cruces de madera, la novela derrotada, en el mismo periodo: 85.158. Todo esto lo documenta Laget, que ahora revela, en un caf¨¦ junto a la Asamblea Nacional, lo que m¨¢s le ha sorprendido en su investigaci¨®n. ¡°Yo no hab¨ªa entendido hasta qu¨¦ punto este acontecimiento tuvo una importancia casi metaf¨ªsica para Proust¡±, dice. ¡°Ante el ¨¦xito, a veces uno se dice que se acerca a algo que le sobrepasa: no es amo de su destino, el destino se acelera aunque lo haya deseado. Es lo que le ocurri¨®¡±.
Proust morir¨ªa tres a?os despu¨¦s. Cuando conoci¨® la noticia del Goncourt, ya estaba enfermo y viv¨ªa encerrado en su apartamento de Par¨ªs. Por ¨²nica respuesta, resalta Laget, el hombre de las frases interminables ofreci¨® su frase m¨¢s breve: ¡°?Ah?¡±.
Nombres de ¨¦poca
1903. El primero. John-Antoine Nau fue, con Fuerza enemiga, el primer laureado con un galard¨®n que premi¨® a Marcel Proust en 1919, pero que en 1932 prefiri¨® Los lobos, de Guy Mazeline frente a Viaje al fin de la noche, de Louis-Ferdinand C¨¦line.
1951. El que lo rechaz¨®. Julien Gracq se lo llev¨® por El mar de las Sirtes pero lo rechaz¨®. En 1956 lo obtuvo Romain Gary por Las ra¨ªces del cielo. Repiti¨® en 1975 con La vida por delante, firmado con el seud¨®nimo de ?mile Ajar. La revelaci¨®n de ese dato caus¨® un gran esc¨¢ndalo.
1984. Globalizado. Marguerite Duras, nacida en la Indochina francesa, se convirti¨® en un ¨¦xito planetario con El amante. En la d¨¦cada de los ochenta el premio se abri¨® definitivamente a autores franc¨®fonos no nacidos en Francia, como el marroqu¨ª Tahar Ben Jelloun, el martiniqu¨¦s Patrick Chamoiseau, el liban¨¦s Amin Maalouf, el ruso Andre? Makine, el afgano Atiq Rahimi, el estadounidense Jonathan Littell o la franco-argelina-marroqu¨ª Leila Slimani. Ben Jelloun forma actualmente parte de la Academia Goncourt, cuyo director es Bernard Pivot.
2010. L'enfant terrible. Michel Houellebecq se llev¨® el premio por El mapa y el territorio despu¨¦s de ser finalista en dos ediciones anteriores. El palmar¨¦s lo cierra por ahora Nicolas Mathieu con Sus hijos despu¨¦s de ellos, reci¨¦n publicado en Espa?a por AdN. El nuevo ganador, que se llevar¨¢ 10 euros, se conocer¨¢ el 4 de noviembre. Entre los finalistas figuran el argentino Santiago H. Amigorena y la belga Am¨¦lie Nothomb.
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